La ONU teme que la caída aguda de la asistencia en materia de salud reproductiva amenace los esfuerzos mundiales para mejorar la calidad de vida de mujeres y niños, así como para reducir la pobreza.
"Esto es evidente en el financiamiento para planificación familiar, que en términos absolutos y en dólares es más bajo de lo que era en 1995", anotó en un informe el secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Ban Ki-moon.
Si no se pone fin a esta tendencia, advirtió Ban, "habrá serias consecuencias para la capacidad de los países de atender la necesidad no colmada de tales servicios, y podría socavar los esfuerzos para impedir los embarazos no deseados y para reducir la mortalidad materna e infantil".
Un dato que complica aun más el panorama es el aumento de la proporción de esa asistencia desviada para combatir el sida y otras enfermedades de transmisión sexual.
La directora ejecutiva del Fondo de la ONU para la Población (UNFPA), Thoraya Ahmed Obaid, dijo que el financiamiento para la planificación familiar como porcentaje de la asistencia global en cuestiones de población cayó de 55 por ciento en 1995 a siete por ciento en 2005.
"Las víctimas de esa brecha en el financiamiento son mujeres pobres de países pobres que no pueden ejercer sus derechos reproductivos y planificar sus familias", dijo Obeid a IPS. "Es un problema serio que debe ser atendido con urgencia."
Ante una conferencia de una semana de la Comisión de la ONU sobre Población y Desarrollo (CPD), concluida este viernes, Obeid dijo que unos 200 millones de mujeres de todo el mundo carecen de acceso a los mecanismos anticonceptivos que necesitan.
Una mayoría de esas mujeres residen en África, agregó.
"La consecuencia es una creciente cantidad de embarazos no deseados, de abortos inseguros y de riesgos para la vida de mujeres y niños", dijo Obeid a la CPD.
La crisis actual, agregó, amenaza también con socavar el logro de los Objetivos de la ONU para el Desarrollo del Milenio, entre los que figura la reducción a la mitad de la proporción de la población mundial que sufre pobreza y de la mortalidad materna e infantil.
Para alcanzar esas metas es preciso "asegurar el acceso universal a la salud reproductiva", afirmó Obeid.
"La salud sexual y reproductiva es esencial para el empoderamiento de las mujeres y la equidad de género. La planificación familiar es clave para la salud materna e infantil", sostuvo.
La funcionaria mencionó investigaciones según las cuales garantizar el acceso a la planificación familiar reduciría, por sí solo, la mortalidad materna entre 20 y 30 por ciento y 20 por ciento la infantil.
Al mismo tiempo, la asistencia global de los donantes a las actividades relacionadas con la población continúa aumentando.
Luego de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo realizada en El Cairo en 1994, hubo pocos avances porque el aumento de la asistencia fue insignificante.
En 2005, la asistencia ascendió a 7.400 millones de dólares. Se calcula que la de 2006 fue de 8.100 millones, la del año siguiente, de 9.800 millones y que al cabo de este año alcanzará los 10.300 millones.
Pero lo más alarmante fue la caída de la asistencia dirigida a los servicios básicos de salud reproductiva: de 62 por ciento en 1994 a 17 por ciento en 2005. La ayuda destinada al sida y otras enfermedades de transmisión sexual aumentó de ocho a 72 por ciento.
El informe presentado por la ONU a la CPD pronosticó que el aumento en el financiamiento a las actividades contra el sida continuará.
"Existe temor que el aumento de la parte de los aportes dirigida a actividades contra el sida desvíe la atención del necesario financiamiento al resto de los problemas de población", indica el estudio.
Al mismo tiempo, según sus autores, hubo un aumento en las necesidades y en los costos de todas las actividades relativas a la población en comparación con las estimaciones realizadas en 1994 en El Cairo.
Desde entonces, además, la población y la situación de la atención a la salud cambiaron dramáticamente en todo el mundo.
La pandemia de sida es mucho peor de lo que se preveía, mientras la mortalidad materna e infantil se mantiene inaceptablemente elevadas en muchas partes del mundo. Al mismo tiempo, los costos de la salud aumentaron sustancialmente.
Como consecuencia, los programas previstos por la Conferencia en El Cairo no son suficientes para cubrir las necesidades.