«Es una inyección de esperanza», resumió Ricardo Cáceres, residente de Asunción, al festejar la victoria del ex obispo católico Fernando Lugo, que se consagró presidente electo de Paraguay en unos comicios que pusieron dramático final a seis décadas de hegemonía de Partido Colorado.
Lugo, de la coalición de centroizquierda Alianza Patriótica para el Cambio (APC), se impuso con 40 por ciento de los votos a Blanca Ovelar, quien consiguió 31 por ciento de los sufragios y aspiraba a ser la primera presidenta de Paraguay, al lanzarse por la gobernante Asociación Nacional Republicana, más conocida como Partido Colorado.
"Mi gobierno será transparente, limpio y honesto. No robaré ni un solo guaraní (moneda local) de las arcas públicas. Y con mejor recaudación fiscal llevaré adelante la reforma agraria necesaria para que los pobres tengan tierra propia y asistencia adecuada para producirla", dijo Lugo en una conferencia con periodistas este lunes, su primer día como mandatario electo.
"Mi primera medida es una que tengo clavada en el corazón: la de nuestros pueblos indígenas por la deuda histórica que tenemos con ellos", anunció.
En Paraguay existen 17 etnias indígenas sumidas en la extrema pobreza y el abandono estatal.
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Atender ese reclamo será sólo uno de los desafíos que afronte a partir del 15 de agosto este "cura rebelde" de 56 años, que renunció a su condición de obispo en 2006 para dedicarse a la política y recibió un castigo del Vaticano.
En un país de seis millones de habitantes, con abundantes recursos naturales pero con un tercio de la población pobre y la corrupción enquistada en el Estado, el presidente electo no tendrá una tarea sencilla.
"La tarea del nuevo presidente será más desarmar el sistema para poder construir otro", dijo a IPS el analista político Roberto Paredes.
"Aunque Paraguay sea un país pequeño, con poca influencia económica, la llegada de un hombre honesto es un mensaje para esta región, tan afectada por la corrupción", agregó.
Según datos oficiales, 35,6 por ciento de la población es pobre, aunque estimaciones independientes sitúan la cifra en 40 por ciento.
Además, la Dirección de Estadísticas de Paraguay admite que hay 19 por ciento de indigentes, cuatro puntos porcentuales más que en 2005.
La pobreza se asocia al desempleo, que el gobierno estima en sólo 8,5 por ciento, pero la queja que más se escucha en las calles es que no hay trabajo.
También pesa la corrupción, en parte herencia de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).
Según la red no gubernamental Transparencia Internacional, éste es el tercer país más corrupto de América Latina, detrás de Venezuela y Ecuador, y está entre los peores del mundo.
"Paraguay era la oveja negra de Latinoamérica. Esto es un alivio grande para el Mercosur (Mercado Común del Sur), sobre todo por tener un presidente de signo positivo, un país con algún viso de transformación futura", dijo a IPS la analista política Milda Rivarola.
El éxito de la gestión de Lugo dependerá en gran medida del equilibrio entre los múltiples intereses que se juegan dentro de su coalición y de la convivencia con el Partido Colorado, que pasará a liderar la oposición.
Si bien la composición del Congreso legislativo bicameral no estará completamente definida hasta que concluya el escrutinio oficial, los resultados preliminares pronostican un Senado sin mayorías claras.
"Terminó la transición hacia la democracia plena con la caída del Partido Colorado, y ahora comienza una etapa nueva, que es buscar la gobernabilidad. La pregunta es cómo hará Fernando Lugo para gobernar con una alianza donde conviven derechistas, liberales, conservadores, socialistas, izquierdistas y hasta la extrema izquierda", dijo a IPS el sociólogo Carlos Martini.
La coalición que lidera Lugo se formó ocho meses atrás, cuando distintos sectores de la oposición decidieron hacer a un lado sus diferencias y unirse para derrotar el poderoso aparato político gobernante.
Su principal sostén es el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), la segunda fuerza política de este país, que impuso al médico Federico Franco como compañero de formula de Lugo. Luego están ex colorados y una veintena de organizaciones de indígenas, campesinos y grupos de izquierda.
Para Martini, este resultado refleja el voto castigo al oficialismo, en particular contra el presidente saliente, Nicanor Duarte, que termina su mandato iniciado en 2003 con una gran impopularidad.
Lugo dijo que su misión será fortalecer la coalición opositora y prometió que no lanzará una "caza de brujas" contra el Partido Colorado, al que gran parte de la población responsabiliza de la pobreza y la corrupción.
"Hay grandes posibilidades de conversación, de diálogo y de conformación de bloques nuevos dentro del parlamento que puedan asegurar la gobernabilidad, apostando por el país", señaló a los periodistas.
Anunció además que su primera gira se orientará a la región y especialmente a Bolivia.
"Me interesa Bolivia, porque históricamente no hemos tenido relaciones muy cercanas. Creo que ha llegado el momento de tener relaciones más profundas con nuestro hermano y vecino país", dijo.
Paraguay y Bolivia se enfrentaron en la Guerra del Chaco entre 1932 y 1935.
Otro tema crucial serán las relaciones con la influyente Iglesia Católica.
Lugo fue durante 10 años obispo de la diócesis de San Pedro, uno de los departamentos más pobres de Paraguay, condición la que renunció para saltar a la arena política.
Así nacieron los roces con la cúpula de la Iglesia, que nunca reconoció su renuncia y terminó sancionándolo "a divinis" sin posibilidad de volver al estado laical.
La gran incógnita es cómo se erigirán esas relaciones ahora que el ex obispo fue electo presidente.
"Es el primer caso que ocurre en la Iglesia. Entonces, el Santo Padre (Benedicto XVI) analizará esto", dijo el presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, Ignacio Gogorza, a la radioemisora asunceña Primero de Marzo, en referencia a una posible dispensa del Vaticano.
Lugo ya pidió disculpas por haberse dedicado a la política.
"Si mi actitud y mi desobediencia a las leyes canónicas causaron dolor, pido sinceramente perdón", dijo.
Los desafíos inmediatos exigirán una respuesta rápida para no defraudar a tantas personas que, como Cáceres, apoyaron un cambio y ahora están "llenos de esperanza".