KENNETH ROTH: La lucha por los DDHH da resultados

Kenneth Roth es el director ejecutivo de la organización internacional de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) desde 1993. De visita en la capital de Japón, donde analiza la instalación de una nueva oficina, charló con IPS, entre otras cuestiones, sobre la situación en China en vísperas de los Juegos Olímpicos.

Kenneth Roth Crédito: Catherine Makino/IPS
Kenneth Roth Crédito: Catherine Makino/IPS
IPS: — ¿Por qué HRW abre una oficina en Tokio?

KENNETH ROTH: — A la luz de la asistencia que ofrece a otros países, especialmente en Asia, la influencia del gobierno japonés tiene un enorme potencial. Pero rara vez la ejerce para afianzar el respeto por los derechos humanos.

Al facilitar la divulgación de datos y la investigación sobre la situación en Asia y en todo el mundo, la oficina en Tokio intentará comprometer a Japón para que presione más a sus vecinos.

— ¿Cuándo se inaugurará la oficina?

— Estamos recaudando fondos para ello. Necesitamos unos 400.000 dólares al año. La mitad ya está comprometida, y estamos buscando el resto.

Pretendemos que esos fondos procedan de Japón, como señal de compromiso de su pueblo y de su gobierno con una política activa en materia de derechos humanos. Tan pronto como tengamos el dinero, abriremos la oficina.

— De Fiji a Nepal, de India a países de Europa, unas cuantas naciones le están dando la espalda a Tíbet.

— Muchos gobiernos están muy preocupados por la represión, pero demasiado pocos muestran esa convicción con el coraje necesario para apoyar con firmeza los derechos de los tibetanos, dado el poder económico de China.

— ¿China se está saliendo con la suya con su apoyo a países como Birmania y Sudán?

— No lo está. China ha pagado un alto precio en términos de reputación por su apoyo a regímenes muy represivos como el de Sudán, a raíz de las atrocidades cometidas en Darfur. Beijing compra dos tercios del petróleo sudanés, vende armas a Jartum y bloquea las presiones que pueda ejercer el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

A medida que las organizaciones de derechos humanos manifestaron sus críticas a este mortal apoyo, aumenta la preocupación de Beijing, especialmente por las campañas que vinculan los Juegos Olímpicos con la situación en Darfur. Algunas instituciones los consideran "Olimpiadas genocidas".

Como consecuencia, el gobierno chino comenzó a jugar un papel modestamente útil en Sudán, y ha tratado de convencer a su gobierno de que acepte una fuerza de paz conducida por la ONU para proteger al pueblo de Darfur.

Desafortunadamente, esa aceptación no se ha traducido en realidades. El gobierno sudanés continúa obstruyendo el despliegue de las tropas de paz, aun cuando el pueblo de Darfur sigue sufriendo masacres y violaciones. Se necesita una presión china mucho más intensa.

En cuanto a Birmania, China ha hecho poco para obligar a la junta militar a aliviar la represión contra activistas prodemocráticos. Esa pasividad se volverá contra China, porque los Juegos Olímpicos se inaugurarán el 8 de agosto, vigésimo aniversario del movimiento prodemocrático birmano de 1988, tan duramente reprimido.

El público vinculará, inevitablemente, los Juegos Olímpicos con la represión birmana. La pregunta que queda abierta es si, a la luz de ese vínculo, Beijing será percibido como presionando activamente a la junta para que termine con los abusos o manteniéndose pasivo. Hasta ahora, ha sido fundamentalmente pasivo.

— ¿Pronostica disturbios en el camino hacia los Juegos Olímpicos o en su transcurso?

— Se concentrará tanta atención sobre Beijing que los Juegos, inevitablemente, atraerán protestas. Pero sería un error denominar esas manifestaciones pacíficas como "disturbios". Será un ejercicio legítimo de derechos humanos fundamentales.

Los "disturbios" ocurrirán si el gobierno chino insiste en reprimir esos derechos irrumpiendo en las protestas y encarcelando a quienes participen en ellas.

— ¿Apoya el boicot a los Juegos Olímpicos?

— HRW no llamó a boicotear los Juegos. Tememos que eso sea contraproducente, pues el pueblo chino desea que se celebren. Pero recomendamos a los gobiernos (y no a los atletas) que se mantengan al margen de la ceremonia de apertura, a menos que China tome ciertas medidas, como liberar a los manifestantes pacíficos detenidos, admitir una investigación independiente sobre los hechos en Tíbet y permitir que los periodistas viajen libremente por todo el país.

Creemos que sería equivocado que los jefes de gobierno bendigan la represión china mostrándose en la ceremonia inaugural si no se tomaron estas medidas.

— Algunos dicen que las organizaciones de derechos humanos no están logrando suficientes resultados en países como Bangladesh y Birmania. ¿Qué tiene para decir al respecto?

— Muchos gobiernos se sienten tentados de violar los derechos humanos para mantener el poder y silenciar el disenso. El rol de nuestro movimiento es elevar el costo de esas violaciones al dañar la reputación de esos gobiernos, privándolos de acceso a toda asistencia internacional que carezca de carácter humanitario y, en casos extremos, acusando a sus líderes ante la justicia.

Estos métodos de presión insumen tiempo, pero hemos visto en reiteradas ocasiones que, aplicados con persistencia, dan resultado. Por supuesto, funcionan con más rapidez cuando se nos unen gobiernos poderosos. Por eso es tan importante que Japón adopte una política de promoción de los derechos humanos más consistente en su relación con otros gobiernos.

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