Un nuevo gabinete de coalición juró en Kenia en medio de un generalizado sentimiento mixto de alivio y preocupación: alivio por la posibilidad de que se supere una etapa de violencia post-electoral, y preocupación por el precio que pueden traer los cambios.
El gabinete está integrado tanto por partidarios del presidente Mwai Kibaki como por seguidores del líder del opositor Movimiento Democrático Naranja, Raila Odinga, quien había cuestionado la legalidad de la victoria del mandatario en los comicios del 27 de diciembre. Esa disputa desató una violencia que terminó con miles de muertos y por lo menos 600.000 desplazados.
La esperanza es que Kibaki y Odinga, ahora primer ministro, trabajen en un gobierno de unidad nacional para resolver las tensiones sociales de ese país del este de África. Pero, ya que el gabinete ha sido ampliado de 34 a 42 secretarios, hay preocupación de que éste drene los recursos de un país que lucha para atender las grandes necesidades de sus ciudadanos.
Algo positivo es que Kenia ahora tiene siete mujeres en su gabinete, algo sin precedentes en su historia. Bajo la administración anterior, que fue el primer periodo de Kibaki, el número de ministras nunca era superior a tres.
Esther Murugi Mathenge se hizo cargo del Ministerio de Género e Infancia. IPS habló con ella en la asamblea número 118 de la Unión Interparlamentaria, concluida el 18 de este mes en Ciudad del Cabo.
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IPS— ¿Fue difícil ganar una posición en el gobierno?
Esther Murugi Mathenge Sí, fue muy difícil, como lo es para cualquier otra mujer que se postule para el parlamento o para el gabinete. Me postulé tres para llegar a donde estoy.
Las razones son varias. Primero y antes que nada, la sociedad keniata es muy tradicionalista y dominada por los hombres. Aquí, la política es vista como un asunto de dominio masculino, y las mujeres con aspiraciones políticas no son muy bien recibidas. En las elecciones del año pasado hubo varios casos de violencia contra las mujeres que se postularon para el parlamento. Algunas fueron golpeadas. Nunca llegaron a la asamblea legislativa.
En segundo lugar, el aspecto financiero hace difícil que las mujeres se postulen para integrar el gobierno, ya que la campaña es un asunto que exige mucho dinero. Aparte de eso, necesitas personas que te ayuden. Es prácticamente imposible realizar una campaña por ti sola. Hacer que participen otras personas puede ser problemático en una sociedad donde no se está acostumbrado a ver mujeres políticas.
Y finalmente, aunque no menos importante, al menos desde mi experiencia, es que los votantes también tienden a ser conservadores. En mi país, las mujeres con aspiraciones políticas no pueden contar automáticamente con el apoyo de las votantes femeninas.
— ¿Cómo hizo para superar esos obstáculos?
— Estaba decidida a atraer a las mujeres votantes, ya que forman una parte importante y grande del electorado. Por tanto, me concentro en asuntos que les afectan a ellas y a sus niños. También les digo que no me vean sólo como una mujer, sino como una líder. Como mujer política en Kenia, necesitas pensar fuera de los esquemas para alcanzar su meta. Esa fue la esencia de la estrategia en la que trabajé.
Superé el obstáculo financiero movilizando a amigos y familia. Algunos de ellos me donaron su tiempo y experiencia, mientras que otros colaboraron con combustible o vehículos para realizar la campaña en las zonas rurales.
Afortunadamente, mi familia me apoyó mucho, y eso me ayudó. No estar casada también fue un plus, porque tuve libertad para ser mi propia ama y controlar mis finanzas.
— ¿Por qué es importante para las mujeres participar en política?
— Las mujeres son el corazón del hogar, y el hogar el corazón del país. Por tanto, deben estar representadas en el gobierno. Además, las mujeres africanas saben lo que tienen que enfrentar sus pares y lo que necesitan. Las mujeres saben lo que se siente o se debe sentir cuando tienes que caminar 25 kilómetros para llegar al centro médico más cercano. Las mujeres están al tanto de los desafíos que supone no tener agua cerca. Los hombres no pueden entender esto: ellos no tienen que dar a luz ni están a cargo de ir a buscar agua.
—¿Está satisfecha con el número de mujeres en el gabinete y en el parlamento de Kenia?
— Todavía hay mucho trabajo para hacer. Inicialmente, las mujeres aspiraban a ocupar por lo menos 50 asientos en el parlamento. Pero sólo obtuvimos 21 de los 222 lugares. Esto es menos del 10 por ciento. Tengo que subrayar que esta vez se logró un incremento de tres asientos. Lo bueno de las elecciones es que, hoy, siete de los 42 ministerios están liderados por mujeres. Antes había solamente tres mujeres en los puestos ministeriales.
No obstante, el mejor escenario sería una distribución de 50-50.
—¿Cómo le afectó la violencia post-electoral?
— Para mí, fue un clima que conspiró. No había tiempo para celebrar ni para relajarse. Con otros parlamentarios nos fuimos a las zonas rurales a predicar la paz. Afortunadamente, las cosas se calmaron, aunque dos miembros del parlamento fueron asesinados a tiros desde que asumió la asamblea en enero. Aún no tenemos idea del motivo de estos homicidios.
Tengo la sensación de que tendríamos que hacer más para tratar la causa de la violencia. Las elecciones no fueron la única razón de lo que pasó. Hay otras cosas a las que tenemos que mirar. La tensión comenzó a aumentar tiempo antes de que la situación explotara, con la distribución de la tierra, por ejemplo. La tierra en Kenia está mal distribuida, y eso es una importante causa de fricción..
— Ante los ataques contra dos parlamentarios, ¿ha tenido alguna vez temor por su propia seguridad?
— Luego de los asesinatos, el gobierno hizo obligatorio que los políticos tuvieran seguridad. Esto significa que estoy protegida. Pero hice arreglos de cuándo y dónde cuento con la supervisión de personal de seguridad. Me gusta tener mi propia vida también.