La población de China tomó como una afrenta a su orgullo nacional las protestas que, por todo el mundo, rodean el pasaje de la proverbial antorcha hacia los Juegos Olímpicos de Beijing.
Manifestantes protestaron contra China y a favor de Tíbet con la llegada de la antorcha olímpica a varias ciudades, entre ellas Londres y San Francisco. Pero fue en París donde la ira alcanzó su máxima expresión.
Cuando la Torre Eiffel se iluminó de rojo para celebrar el Año Nuevo lunar en 2004, el pueblo chino profesó amor por todo lo francés. "Esa calidez no podría describirse con palabras", indicó el Diario del Pueblo China. Se celebraba entonces el "Año de China en Francia".
Nada podría ser más diferente de ese ánimo que la furia hoy mayoritaria en el público chino, que percibe un insulto a la antorcha olímpica por parte de manifestantes pro-Tíbet en París y otras ciudades del mundo.
Miles de manifestantes chinos se reunieron el fin de semana en varias ciudades frente a los depósitos pertenecientes a la cadena francesa de supermercados Carrefour y a la embajada del país europeo.
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Los participantes en las protestas ondeando banderas chinas y llamaron a boicotear productos franceses.
Los manifestantes portaron carteles rojos que rezaban: "Carrefour, ¡fuera de China!" y "Vamos China, vamos Juegos Olímpicos".
También circularon mensajes de texto con listas de productos y marcas a boicotear, entre ellas la de indumentaria Louis Vuitton, percibidas como favorables al Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano en el exilio.
Las escenas televisadas de las protestas que acompañaron el pasaje de la antorcha olímpica por París desataron la furia entre los bloggers chinos y participantes en foros de Internet.
La llegada de la antorcha había atraído también a manifestantes contrarios a China en Londres y San Francisco, pero las escenas caóticas en París causaron mayor malestar.
En la capital francesa, manifestantes pro-Tíbet intentaron apoderarse de la antorcha que portaba la esgrimista Jin Jing, quien es renga y participa en los Juegos Paralímpicos.
"¡Boicoteen Carrefour! Dénle una bofetada y dejen que la bestia desaparezca de territorio chino", se leía en Internet. Los medios estatales alegaron que uno de los principales accionistas de Carrefour había financiado al gobierno en el exilio del Dalai Lama, acusación que la firma negó.
El público chino también quedó indignado con informes según los cuales el presidente francés, Nicolas Sarkozy, evitaría asistir a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Beijing, como muestra de apoyo a los manifestantes tibetanos que enfrentan la ofensiva china.
"Si los extranjeros están llamando a boicotear los Juegos Olímpicos, entonces naturalmente el pueblo chino tiene su propio derecho a lanzar un boicot contra Carrefour", dijo el periodista y blogger Chang Ping.
Sin embargo, el presidente Sarkozy envió una carta a Jin Jing para solidarizarse con su situación y disculparse en nombre del pueblo francés.
Las manifestaciones comenzaron el sábado en Beijing y se propagaron a otras cinco ciudades: Qingdao, Wuhan, Hefei, Kunming y Xian.
Los bloggers también proponen nuevas manifestaciones y boicots durante el feriado del Día del Trabajo, cuando comercios minoristas como Carrefour habitualmente tienen la mayor concurrencia de clientes.
Francia no es el único blanco de los virulentos sentimientos antiextranjeros. Los blogs y salas de chat de China reciben grandes oleadas de críticas contra la prensa occidental por lo que perciben como un sesgo a la hora de informar sobre los disturbios tibetanos a mediados de marzo.
Algunos analistas alegaron que los medios occidentales habían pasado por alto los ataques contra empresarios por parte de las etnias han y hui, mientras difundían a los cuatro vientos los reclamos de los tibetanos.
"No sean tan CNN. Fuego a los medios occidentales", dice uno de los mayores portales de Internet en idioma chino, Sina.com.
"¡Eleven al pueblo chino en todo el mundo! ¡Opónganse firmemente a cualquier intento de alterar el traspaso de nuestra antorcha olímpica! ¡Opónganse a cualquier discurso, acontecimiento y acto violento que aspire a dividir la patria! Protejan la antorcha firmando aquí", señala una petición en Internet que ya recibió millones de firmas.
Las protestas tibetanas, y las posteriores manifestaciones mundiales contra la falta de democracia de China y sus derechos humanos en regiones como como Xinjiang y la la propia Tíbet, han sido percibidas en Beijing como una gran conspiración.
La propaganda de Estado perpetúa la idea de que los Juegos Olímpicos coronarán los logros del Partido Comunista en los últimos 30 años de reformas económicas. Pero los incidentes en el traspaso de la antorcha olímpica son vistos en Beijing como intentos maliciosos por limitar el ascenso chino.
"No creo que todas las protestas que hemos visto en la televisión estén motivadas por puras preocupaciones por los derechos humanos. ¿Por qué protestar ahora? ¿Por qué no protestaron el año pasado o el año anterior? Algunos envidian el rápido desarrollo de China", dijo Sun Yonggeng, maestro en una de las escuelas preescolares internacionales de Beijing.
Las protestas revelaron la gran brecha entre la forma en que se percibe China a sí misma y la percepción desde el extranjero.
Las manifestaciones en el exterior también han subrayado el lado negativo del éxito económico, como la mala calidad de las mercaderías y la degradación ambiental, así como el apoyo del régimen chino a las dictaduras de Sudán y Birmania.
En contraste, Beijing describe el auge del país como un "ascenso pacífico", y su asombroso crecimiento económico como favorable al mundo en general.
Ese punto de vista es apoyado por la vasta mayoría de los chinos, que minimizan las preocupaciones de activistas extranjeros.
La mayoría de la población urbana, según las encuestas, coincide con el gobierno en esperar que los Juegos Olímpicos impulsen la posición internacional de China.
"En vez de sembrar discordia entre el chino promedio y su gobierno, los acontecimientos que siguieron a los disturbios en Lhasa hicieron que los chinos multiétnicos, en el país y en el exterior, se unieran más estrechamente", señaló un editorial publicado la semana pasada en el Diario de China.
"Y, lo que es más importante, la solidaridad sin precedentes demostró una espontaneidad universal", agregó.