El más reciente dolor de cabeza del primer ministro de Israel, Ehud Olmert, no tiene nada que ver con los palestinos ni con Siria ni Irán, y ni siquiera con la milicia islamista libanesa Hezbolá. Se trata del pan con levadura.
Los sectores religiosos israelíes y sus representantes políticos en la coalición de gobierno de Olmert están furiosos por un fallo judicial que permite la venta de pan en restaurantes, pizzerías y panaderías durante la festividad de la Pascua judía, que se inicia el 19 de este mes y conmemora el éxodo bíblico del pueblo hebreo de Egipto.
Las leyes religiosas prohíben el consumo de pan con levadura durante la Pascua y estipulan que sólo se podrá comer el que no la contiene, conocido como matzah.
"La decisión judicial pone una pistola en la cabeza del pueblo judío", dijo Yitzhak Cohen, ministro de Culto y miembro del ultraortodoxo partido Shas. Zevulun Orlev, líder del Partido Nacional Religioso, consideró por su parte que el fallo ha provocado un "grave daño".
Eli Yishai, el líder de Shas, pieza clave del gobierno de Olmert, demandó que el fiscal general apele la decisión, que calificó como "una mancha negra en la identidad judía de Israel".
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Legisladores religiosos han comenzado a redactar proyectos de ley que permitan burlar el fallo y cubrir un vacío legal, por el cual se prohíbe la exhibición de pan en público pero no su venta.
El 3 de este mes, la jueza Tamar Bar-Asher Tzaban desestimó los cargos formulados el año pasado por la alcaldía de Jerusalén contra cuatro propietarios de restaurantes por vender pan con levadura durante la Pascua. En su fallo, la magistrada señaló que las pizzerías y restaurantes no son lugares públicos.
Hasta el año pasado, los gobiernos municipales, incluso en Jerusalén, donde muchos residentes son religiosos, no habían enviado inspectores a controlar que se cumpliera la prohibición.
Pero la decisión del alcalde de Jerusalén, Uri Lupolianski, de multar a los propietarios de restaurantes que vendieran pan con levadura llevó a este nuevo capítulo de la lucha entre judíos religiosos y seculares.
Aunque esta fractura es una de las principales en la sociedad israelí, se trata usualmente de un enfrentamiento soterrado que, sin embargo, de tanto en tanto emerge en la forma de enconados enfrentamientos.
Tiempo atrás, la apertura de cines durante el Sabbath, día de reposo, y la demanda de los sectores ultraortodoxos para que se clausuren algunas carreteras, porque la ley religiosa prohíbe el uso de electricidad los sábados, generaron protestas en ambos sectores, que derivaron en algunos casos en violentos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes religiosos.
A lo largo de los años se llegó a un consenso informal que define las relaciones entre los sectores religiosos y seculares en ausencia de una Constitución. Varía según la zona. En Jerusalén, donde predomina la población religiosa, es difícil encontrar pan durante la Pascua, pero no existen dificultades en Tel Aviv, donde los habitantes son mayoritariamente seculares.
La ausencia de una clara división entre la religión y el Estado ha llevado inevitablemente a situaciones de fricción.
Aunque Israel tiene un sistema legal moderno, y predominantemente secular, existen áreas en las que se aplica la ley religiosa, que tiene el monopolio en cuestiones como el matrimonio, el divorcio y las conversiones. En Israel no existe el casamiento civil y las separaciones se tramitan en tribunales religiosos.
Amnon Rubinstein, ex ministro de Educación y ex miembro del ultrasecular partido Meretz, señaló que la ley aprobada en 1986 por la Kneset (parlamento) no está dirigida a prohibir el consumo de pan a quienes deseen hacerlo, sino sólo a evitar su exhibición en público para no ofender a las personas religiosas.
Uno de los líderes actuales de Meretz, Ran Cohen, fue más tajante. Prohibir la venta de pan es un claro ejemplo de "coerción religiosa".
Eyal Lahav, propietario de una pizzería y uno de los acusados en el caso desechado por la jueza Tzaban, comentó que "la gente nos dice que 'ustedes ganaron por nosotros' y que esto demuestra que hay lugar para un judío secular incluso en una ciudad como Jerusalén".
Esta semana, el legislador ultraortodoxo Avraham Ravitz presentó un proyecto de modificación de la ley para prohibir completamente la venta de pan con levadura y exigió una sesión especial de la Kneset para que sea aprobado antes del comienzo de la Pascua.
Ravitz aseguró que había hablado con varios rabinos, quienes le dijeron que veían el fallo como "otro intento del sistema judicial para tomar el control de la vida religiosa en Israel".
Temeroso de que la polémica vaya más lejos, Olmert apela a la calma. "No debemos convertir la decisión judicial en una guerra cultural. Todos debemos vivir juntos", afirmó.
Es conciente de que cuestiones religiosas amenazaron la estabilidad política en el pasado. En 1976, cayó el gobierno del primer ministro Yitzhak Rabin cuando los partidos religiosos de la coalición oficial la abandonaron en protesta por el envío de cuatro aviones de combate F-15 poco antes del comienzo del Sabbath.
Cuando las negociaciones de paz con los palestinos tambalean y aumentan las tensiones con Siria, lo último que Olmert necesita es la erupción de un conflicto entre sectores religiosos y seculares que amenace la estabilidad de su gobierno.