IRAQ: Zancadilla del primer ministro Maliki a EEUU

Ante el Congreso legislativo de su país, el comandante de las fuerzas militares de Estados Unidos en Iraq, general David Petraeus, definió la ofensiva armada del gobierno iraquí en la ciudad de Basora como un esfuerzo no avalado por Washington.

Según Petraeus, la iniciativa militar lanzada a fines de marzo por el primer ministro iraquí Nouri al-Maliki fue un esfuerzo pobremente planificado que se desvío de las expectativas de los oficiales estadounidenses.

Lo que no dijo Petraeus fue que, con su operación, Maliki hizo zozobrar deliberadamente un plan del propio general estadounidense: desplegar fuerzas occidentales en Basora durante meses para eliminar al insurgente Ejército Mahdi en la ciudad.

El comandante se refirió a una operación en Basora planificada por su equipo con el jefe del iraquí Comando Operativo de Basora, general Mohan al-Furayji. Pero eludió responder una pregunta de la senadora Hillary Rodham Clinton sobre los recursos que planeaba desplegar y por cuánto tiempo.

Clinton sospechaba, evidentemente, que el plan preveía un despliegue a gran escala de fuerzas estadounidenses en el sur iraquí, de predominio chiita, a pesar de que el gobierno de Maliki es responsable de la seguridad del área.

Petraeus contestó, vagamente, que se trataba de un plan a desarrollar "a lo largo de varios meses, en los cuales se realizarían diferentes acciones".

Pero, según versiones periodísticas británicas, el plan se basaba sobre la presunción de que las tropas de Estados Unidos y de Gran Bretaña tendrían un rol central en los operativos para aplastar al Ejército Mahdi en Basora.

El diario The Independent informó el 21 de marzo que el general Furayji declaró públicamente que habría una "batalla final" en la ciudad iraquí, probablemente en el verano boreal, y que Londres ya había prometido tropas para la campaña.

"Altas fuentes del gobierno" británico indicaron al periódico que el primer ministro Gordon Brown se disponía a postergar "casi con certeza para fines de año, por lo menos" el previsto recorte de la presencia militar de su país en el sur de Iraq de 4.100 a 2.500 soldados.

Dos días después, The Sunday Mirror informó que, según una "alta fuente militar estadounidense", las fuerzas de la ocupación en Iraq concentrarían su atención en Basora una vez que concluyera la "gran operación" contra la red extremista Al Qaeda e insurgentes sunitas en la septentrional ciudad kurda de Mosul.

Según el periódico londinense, Estados Unidos estaba preparado para apostar "miles" de infantes de Marina (marines) en Basora, de ser necesario.

Pero Maliki veía con malos ojos un gran despliegue de soldados extranjeros en el sur de Iraq, la primera vez que eso ocurriría desde los combates de Estados Unidos contra el Ejército Mahdi en abril de 2004.

En 2006 y 2007, el gobernante bloqueó reiteradas propuestas estadounidenses de operaciones militares conjuntas en el sur y en Bagdad contra el Ejército Mahdi.

Una de las misiones del vicepresidente Dick Cheney en su viaje a Bagdad a mediados de marzo era convencer a Maliki de la conveniencia de aceptar el plan de Petraeus de eliminar las posiciones del Ejército Mahdi en Basora. Una fuente iraquí indicó que el primer ministro dijo haberse sentido presionado por Cheney.

Al parecer, la visita alentó a Maliki a actuar, pero no del modo que Cheney pretendía.

El consejero de seguridad nacional de Maliki, Mowaffak al-Rubaie, le advirtió cuatro días más tarde a Petraeus que su jefe tenía un plan diferente para Basora, que duraría un máximo de 10 días, y no varios meses, como proponía el comandante estadounidense.

Para peor, el plan de Maliki excluía a las tropas estadounidenses. Maliki le pidió a las fuerzas de Estados Unidos y Gran Bretaña que se mantuvieran al margen porque, de participar, "le darían a algunos grupos insurgentes la excusa de un ataque extranjero", según él mismo declaró a la CNN.

Maliki temía que un enfrentamiento de miles de soldados estadounidenses y británicos con el Ejército Mahdi encendiera la animosidad a la ocupación por parte de la población chiita del sur, estrechamente vinculada con el gobierno en Bagdad.

El sur chiita se ha vuelto la zona iraquí de mayor oposición a la ocupación estadounidense. Sesenta y nueve por ciento de los entrevistados allí por la encuestadora británica ORB dijeron creer que la seguridad mejoraría si las tropas extranjeras se retiraran. Sólo 10 por ciento manifestaron lo contrario.

Cuando Maliki se reunió con Petraeus a la mañana siguiente, el comandante estadounidense le advirtió que no alcanzaría con despachar "un par de brigadas" a Basora. Pero cuando Maliki le informó que la decisión ya había sido tomada y que la operación comenzaría en tres días, Petraeus accedió a apoyarla.

Cuando la operación se tornó un desastre obvio, funcionarios en Washington se lanzaron a cuestionar los motivos de Maliki.

Al tercer día de implementado el plan, un funcionario dijo a The Washington Post que expertos del gobierno comparaban diversas teorías conspirativas para determinar por qué el primer ministro iraquí había actuado tan precipitadamente.

Las peores sospechas quedaron reforzadas cuando una delegación de partidos afines al gobierno iraquí se trasladó a Irán para pedirle al comando de la Guardia Revolucionaria que negociara un cese del fuego con el Ejército Mahdi.

Esa gestión derivó en una frágil tregua. En Washington sospechan que la operación del gobierno iraquí en Basora tuvo la intención de impedir un despliegue de tropas estadounidenses y británicas allí para combatir al Ejército Mahdi durante el verano boreal.

* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe