La desafiante posición de Irán sobre su programa nuclear impidió resultados concretos en las conversaciones entre los cinco miembros permanentes y con poder de veto del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania.
Los contactos, auspiciados por China en la oriental ciudad de Shanghai, fueron celebrados el miércoles, luego de que el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, anunció que su país había probado un avanzado centrifugador y comenzado a instalar otros 6.000 en la planta de enriquecimiento de uranio de la meridional ciudad iraní de Natanz.
Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad son China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia.
"Hoy ha sido probada una nueva máquina", dijo el mandatario el martes en un discurso televisado en ocasión del Día Nacional de la Tecnología Nuclear. "Es más pequeña, pero su capacidad es cinco veces mayor que las actuales", afirmó, según reseñó la agencia de noticias oficial IRNA.
Un día antes, el presidente había arrojado otro guante a Estados Unidos al declarar que otras naciones también tenían derecho a beneficiarse del desarrollo nuclear de su país, en el marco de las regulaciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
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Potencias monopolizadoras "procuran evitar que otras naciones accedan a energía nuclear pacífica", sostuvo Ahmadinejad en una reunión con el secretario de Asuntos Exteriores de Filipinas, Alberto Romulo. Pero Irán resistirá la presión y buscará "restaurar el derecho de todas las naciones a adquirir tecnología atómica con propósitos pacíficos", anunció. Teherán insistió en que desde el principio su programa ha tenido el único fin de producir energía. Pero la AIEA y Washington sospechan que en realidad procura fabricar armas de destrucción masiva.
El gobierno iraní ha desafiado los llamados de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para congelar el proceso. La AIEA cree que Teherán ya ha progresado lo suficiente en su tecnología como para ser autosuficiente en combustible nuclear, lo que puede ser destinado tanto a la producción de energía como a la fabricación de armas.
El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) restringe la adquisición de tecnología atómica. Sólo los cinco países que conforman el Consejo de Seguridad de la ONU pueden tener armas nucleares. Los demás pueden contar con programas atómicos solamente con fines pacíficos, como investigación o desarrollo de energía.
Corea del Norte, India, Israel y Pakistán no han firmado el TNP.
La reunión de Shanghai tenía el objetivo de discutir un paquete de incentivos para persuadir a Teherán de suspender su programa, así como eventuales sanciones en caso de que se niegue.
La cancillería china informó que se había alcanzado un "importante consenso" para reanudar las negociaciones con Irán, pero no ofreció más detalles. El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Steve McCormack, había dicho antes que las conversaciones estarían más centradas en discutir incentivos que en medidas punitivas contra Teherán.
Desde diciembre de 2006, el Consejo de Seguridad de la ONU impuso tres tandas de sanciones contra Irán por negarse a detener sus actividades, incluyendo limitaciones a la adquisición de insumos que puedan ser utilizados para fabricar armas nucleares, congelaciones de cuentas bancarias, restricciones de viaje e inspecciones a cargas aéreas y marítimas.
Sin embargo, la respuesta de Teherán fue exigir una compensación por el daño causado como condición para cualquier negociación. Los políticos iraníes además subrayaron que sólo negociarán con la AIEA.
Beijing, anfitrión por primera vez de conversaciones sobre Irán, camina sobre una línea delgada al intentar colocar más alto en su agenda los esfuerzos contra la proliferación nuclear pero sin alienar a uno de sus principales proveedores de energía. Irán es el tercer mayor vendedor de petróleo a China, después de Arabia Saudita y Angola.
Las conversaciones del miércoles fueron realizadas poco después de que Irán presentara un pedido formal para ser miembro del pacto de seguridad de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), que actualmente incluye a China, Rusia, Kazajstán, Kirguizstán, Tayikistán y Uzbekistán. India, Irán, Mongolia y Pakistán tienen por ahora sólo calidad de observadores.
Tanto China como Rusia se opusieron enfáticamente a las sanciones del Consejo de Seguridad contra Irán, pero muestran cautela ante el pedido de ese país para integrar formalmente la OCS.
"Entre todos los observadores de la OCS, Irán es el único que es explícitamente hostil a Estados Unidos", señaló Hua Limin, ex diplomático chino en Teherán.
"Si es admitido como miembro pleno, entonces hay una posibilidad de que Washington estigmatice a la OSC como una organización antiestadounidense", indicó.
De hecho, el gobierno de George W. Bush ya expresó su preocupación. El subsecretario de Estado Adjunto para Asuntos de Asia Meridional y Central, Richard Boucher, dijo que si la OCS tomaba el camino de convertirse en un nuevo Pacto de Varsovia, Washington tendría que tomar medidas.
Se conocía como Pacto de Varsovia al acuerdo de cooperación militar firmado en 1955 por los países de Europa oriental bajo el liderazgo de la Unión Soviética, con el fin de contrarrestar la amenaza que suponía la creación en 1949 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Pero China tiene claro que la solicitud de Teherán para ser miembro de la OCS en este momento de tensión con Estados Unidos sólo podría agravar la situación, explicó Hua Limin. "Ni China ni Rusia quieren dar ningún paso que pueda complicar sus relaciones con Estados Unidos", dijo.
Analistas chinos alertaron que, ya que las presiones estadounidenses para que Irán detenga su programa parecen cada vez más fútiles, crece el riesgo de un conflicto militar.
"La posibilidad de un ataque militar aumenta, en parte debido a una mala interpretación de las estrategias de cada una de las partes", sostuvo Gao Zugui, investigador de asuntos internacionales para la revista Peace And Development.