El ademán con que el primer ministro australiano Kevin Rudd saludó al presidente estadounidense George W. Bush en la última cumbre de la OTAN, en Bucarest, avivó acusaciones sobre el supuesto sometimiento de Canberra a los designios de Washington.
Rudd se concentró en la capital de Rumania en reclamar un mayor compromiso de los otros miembros de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Afganistán, a través de un aumento de las tropas allí apostadas.
Las imágenes televisadas muestran al primer ministro australiano parado solo, en un salón repleto de gente, frotando sus manos antes de divisar al presidente estadounidense en el otro extremo del lugar.
Rudd, con expresión seria, llevó su mano a la frente e hizo un gesto de saludo —al estilo de los vaqueros del lejano oeste norteamericano— al tiempo que se le dibujaba una amplia sonrisa en el rostro. La cámara lo siguió mientras cruzaba la sala y se daba un apretón de manos con Bush.
¿Se trató de una inocente e inocua actuación cómica o una muestra de sometimiento del líder de una nación soberana hacia el de otra?
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Ante preguntas de la prensa australiana sobre su actitud de "vicesheriff", Rudd se rió y sostuvo que "sólo fue una broma". A pesar de su risa artificiosa y poco convincente, es razonable concluir que simplemente estaba bromeando.
El término "vicesheriff" no es neutral: el ex primer ministro de Malasia Mahathir Mohammad (1981-2003) había asignado ese mote al antecesor de Rudd, el liberal (conservador) John Howard (1996-2007).
"No tengo por qué actuar como un robot autómata cuando trato con jefes de Estado y de gobierno o con quien sea", explicó el primer ministro. Además, se atribuyó a sí mismo "un sentido del humor un poco extravagante".
Sentido del humor extravagante o no, la oposición lo criticó con dureza.
El líder del conservador Partido Liberal, Brendan Nelson, declaró que fue "una conducta impropia para un primer ministro australiano".
Por su parte, Bob Brown, del izquierdista Partido Verde, declaró que "Rudd cometió un gran error", pues "denigró a Australia". "A muchos australianos no les gusta" ese tipo de actitudes, agregó.
El término "vicesheriff" denota que Australia cumple con diligencia los deseos de la superpotencia en la región de Asia-Pacífico.
En el caso de Howard, la etiqueta tal vez se quedó corta: el ex primer ministro tenía una visión del mundo similar a la del gobierno de Bush. Pero no sería del todo exacta en el caso de Rudd.
Desde su triunfo en las elecciones de noviembre, Rudd ha desarrollado una política exterior bastante más independiente que la de su predecesor.
En tanto Howard involucró a Australia en las guerras de Afganistán e Iraq, Rudd se comprometió a retirar los soldados australianos de ese país de Medio Oriente en junio.
Una de las primeras iniciativas de Rudd como primer ministro fue iniciar le proceso de ratificación del Protocolo de Kyoto, dejando solo a Estados Unidos como único país industrializado en no haber adherido al convenio.
El primer ministro también expresó su deseo de mediar entre China y Occidente, colocando a Australia en el medio.
Esa intención quedó de manifiesto la semana pasada, en un discurso que pronunció en el centro de estudios derechista Brookings Institution, con sede en Washington, en el marco de su gira mundial de 17 días.
En esa ocasión, Rudd también pidió a China que realizara concesiones. "Esperamos que contribuya significativamente a reforzar el orden legal regional y mundial", señaló.
Rudd no teme abrazar al país que se convirtió en el mayor socio comercial de Australia, y pedir que China participe en un acuerdo de seguridad regional. Pero también está dispuesto a señalarle sus puntos flacos.
"Los derechos humanos siguen siendo un verdadero problema, como lo demuestra la violencia desatada en Tíbet, que requiere diálogo y compostura", añadió.
Otros comentarios sobre "violaciones de derechos humanos en Tíbet" pronunciados por Rudd, quien visitará China en el marco de su gira mundial, suscitaron una queja formal de ese país.
A pesar de que Rudd lleva adelanta una política exterior más independiente, Estados Unidos aún tiene gran incidencia en su pensamiento.
El primer ministro mencionó en Washington los intereses estratégicos y valores comunes compartidos por ambas naciones.
Rudd mencionó el Tratado de Anzus, acuerdo de defensa firmado por Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos en 1951, como "los cimientos de la política estratégica" de este país.
En tanto Australia considere que Estados Unidos es su principal socio militar, toda señal emitida por un alto funcionario de este país seguirá considerándose una demostración de sumisión hacia esa potencia, aun si lo hace en broma. En esos casos, despertará sensibilidades acerca de una alianza desigual.
Los vínculos estrechos de Australia con Estados Unidos datan de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Desde fines de 1941 pasaron por este país casi un millón de soldados estadounidenses. En la población local, surgieron quejas porque esos uniformados tenían demasiado "sexo, dinero y ganas de estar aquí".
Desde entonces, la influencia de Estados Unidos creció considerablemente. Quizá sea más visible en la cultura popular, mientras la de la ex potencia colonial decayó.
Pero también es significativa la cantidad de australianos que rechazan ese y otros aspectos del predominio estadounidense.
Hubo gran oposición a la decisión del anterior gobierno de contribuir militarmente a la invasión de Afganistán e Iraq. Muchos consideraron que la estrecha relación entre Howard y Bush era una señal más de sumisión.
Pero quizá sea más beneficioso para Rudd actuar de una forma acorde con la investidura de primer ministro de Australia y de líder de una nación independiente y soberana y no de un país sometido a Estados Unidos.