Una sombrilla con rayas verdes, rojas y amarillas es todo lo que protege a Hernite Joseph del quemante sol mientras troza un pollo congelado con un destornillador y ordena los pequeños pedazos en montones.
"Hace mucho tiempo, cuando las cosas iban bien, trabajaba y tenía suficiente comida para alimentar a mis dos hijos pequeños", contó Joseph, quien vende pollo importado de Estados Unidos.
Últimamente, los altos precios internacionales de los alimentos le han hecho casi imposible cubrir las necesidades de sus hijos.
"Mis hijos parecen ahora dos palillos. No reciben lo suficiente para nutrirse", dijo la mujer en el mercado de La Saline.
"Antes, si tenías 1,25 dólares podías comprar verduras, algo de arroz, 10 de centavos de carbón vegetal y algo de aceite para cocinar", indicó.
[related_articles]
"Ahora, una pequeña lata de arroz cuesta 65 centavos, y no es buen arroz. El aceite cuesta 25 centavos. El carbón otros 25. Con un 1,25 dólares ni siquiera se puede hacer un plato de arroz para un niño", explicó.
Los precios de los alimentos aumentan en todo el mundo, pero Haití ha sido especialmente afectado. Este país pobre importa la mayor parte de la comida que consume, como resultado de políticas de libre mercado que socavaron la producción nacional.
El sábado, el presidente René Préval prometió reducir el precio del arroz y el Senado aprobó una moción para despedir al primer ministro Jacques-Edouard Alexis por no haber frenado el aumento de los precios.
Todo esto ocurre después de 10 días de protestas por el alto costo de vida, que dejaron al menos a tres muertos. La inestabilidad comenzó en Okay, la tercera ciudad más grande, y se propagó rápidamente al resto del país.
Según el plan de Préval, el arroz importado será subsidiado por el gobierno con dinero donado por la comunidad internacional y por el sector privado. Actualmente, los importadores venden una bolsa de casi 50 kilos de arroz a 51 dólares.
El gobierno asumirá cinco dólares de cada bolsa y los principales importadores sacarán tres dólares de sus ganancias por bolsa. Con este plan, el precio del paquete bajaría a 43 dólares, una disminución de casi 16 por ciento.
Sin embargo, el acuerdo entre el gobierno y los importadores durará sólo un mes, y no hay garantía de que el precio del arroz subsidiado sea en efecto 16 por ciento más barato una vez que llegue al mercado.
El plan significó un revés para Préval, quien se había negado antes a subsidiar arroz importado para no afectar a los productores locales.
"El arroz barato importado destruyó el arroz" producido localmente, señaló Préval. "Hoy, el importado se volvió caro y nuestra producción nacional está en ruinas, y hay aun más miseria", añadió.
Un consejero del presidente dijo que el arroz producido en Haití no podía ser fácilmente subsidiado debido al gran número de productores y distribuidores.
Préval prometió, sin embargo, reducir a la mitad el precio de los fertilizantes con la ayuda de Venezuela. Una bolsa de 45 kilos de fertilizante cuesta casi 43 dólares, obligando a los granjeros pobres a elegir entre comprar ese producto o enviar a sus hijos a la escuela.
El gobierno espera abastecerse ahora de fertilizantes, antes de que comience la temporada de cultivo en junio y julio.
Hace 30 años, Haití producía casi todo el arroz que consumía. Pero a fines de los 80, el arroz barato importado inundó el país, luego de que una junta militar comenzara a liberalizar la economía con apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La primera tanda de arroz del exterior llegó escoltada por militares al valle de Artibonite, la principal región productora de arroz del país.
Los productores locales consideraban que la importación era una amenaza a su subsistencia. Y sus temores eran justificados. En 1994, el plan auspiciado por el FMI redujo los aranceles al arroz importado de 35 a tres por ciento. En un año, se duplicaron las compras al exterior.
Mientras el gobierno de Estados Unidos subsidiaba a sus propios productores, el de Haití lo tenía prohibido bajo los términos del acuerdo con el FMI. Durante los últimos 20 años, la producción de arroz haitiana se redujo a la mitad, en tanto las importaciones dominaron el mercado.
En La Saline, el olor a pescado y pollo penetra el aire, mientras Joseph continúa trozando el pollo.
Para ella y sus tres hijos, el futuro es incierto. Si el costo de vida sigue aumentando, ella sólo ve una consecuencia: "Me voy a morir".