ALIMENTACIÓN: Crisis humanitaria y de desarrollo

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se apresuró a disipar dudas de que el grupo de trabajo creado esta semana para afrontar la crisis mundial de alimentos tenga una vocación más orientada a la acción humanitaria que al desarrollo.

El coordinador del nuevo organismo, el diplomático británico John Holmes, aclaró este miércoles que "mi designación no significa que consideremos esto como una crisis predominantemente humanitaria".

La procedencia de Holmes, quién retiene sus actuales funciones de subsecretario general de la ONU para asuntos humanitarios, y la mayoría de las preocupaciones expuestas por los jefes de las agencias del foro mundial durante el lanzamiento de esta comisión especial, habían sustentado las interpretaciones de una misión humanitaria para el nuevo cuerpo.

Sin duda, de manera inmediata la crisis se mide por su magnitud humanitaria. Pero también hay otras dimensiones, como la necesidad también perentoria de aumentar este año la producción agrícola, dijo.

Durante el acto de presentación del grupo el martes en Berna predominaron las expresiones de alarma por la gravedad de los efectos humanitarios ocasionados por la crisis de alimentos.

Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, advirtió de que las próximas semanas serán críticas para encarar la crisis. En los dos últimos años, unas 100 millones de personas han descendido el umbral de la pobreza a causa del fenómeno, precisó.

Los precios elevados de los alimentos son motivo para unas 2.000 millones de personas de penurias cotidianas, de sacrificios y para muchas de ellas, aún de supervivencia, insistió.

Otro ángulo fue el que resaltaron el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Jayques Douf, también preocupados por la suerte de los campesinos del mundo en desarrollo y por sus necesidades de tener acceso a semillas, abonos y forrajes.

El coordinador del grupo de labores aceptó que, cualesquiera sean los factores determinantes de la crisis, se trata de un problema causado por el hecho de que la demanda de alimentos en el mundo ha superado a la oferta. Por tanto, eso debe ser corregido a largo plazo, puntualizó.

En ese plano, Holmes aludió a las cuestiones comerciales y a la Ronda de Doha, como se denomina a la rueda de negociaciones emprendida a fines de 2001 por la Organización Mundial del Comercio (OMC) para profundizar la apertura de los mercados de bienes, servicios y propiedad intelectual, pero en particular de los productos agrícolas, notoriamente retrasados en la liberalización.

Holmes reflexionó que habrá que ver cuánto demora esa liberalización y de qué manera responderá a las necesidades presentes.

De todos modos, la crisis de los alimentos presenta la oportunidad de revisar las estructuras del comercio y de las subvenciones agrícolas, como las aplicadas por parte de Estados Unidos hacia su agricultora y consumidores, observó.

El coordinador evaluó que otros dos aspectos polémicos relacionados con la agricultura, como son los biocombustibles y algunas nuevas tecnologías, el caso de los organismos genéticamente modificados, deben ser encarados de manera muy amplia.

En el tema específico de los biocombustibles, Holmes sostuvo que no se puede afirmar que son todos óptimos o, por el contrario, perjudiciales.

El subsecretario de la ONU dijo que el foro no puede simplificar el problema y pronunciarse en favor de una veda de los biocombustibles por cinco años, como ha solicitado el relator sobre el derecho a la alimentación Jean Ziegler.

En algunas regiones los cultivos destinados a biocombustibles pueden tener sentido y en otros representar un despropósito en razón de la naturaleza de las tierras o de la producción.

Algunos cultivos sin valor alimentario que pueden ser valiosos para obtener combustibles, como una nuez que se recolecta en India, que entra en esa categoría.

El tema de los combustibles producidos a partir de vegetales debe examinarse con una lente racional, diferenciada y cuidadosa. En ese aspecto, una interdicción inmediata no parece tener sentido, aunque el sistema de la ONU no ha adoptado posición formal al respecto, precisó.

El grupo de trabajo se dedicará en las próximas semanas a preparar un plan de acción con objetivos a plazos corto, mediano y largo, que involucrará la participación de las agencias de la ONU y de sus líderes.

Holmes resaltó que la sociedad civil, en su más amplio sentido, tendrá un papel en las acciones contra la crisis de los alimentos. Pero en particular las organizaciones no gubernamentales serán protagonistas en los dos aspectos, el humanitario y el desarrollo. Por ese motivo nos preocuparemos por incorporarlas, dijo.

El primer objetivo de las actividades del grupo de tareas enfocará a la reunión que se realizará en Roma, del 3 al 5 de junio, convocada por las tres agencias vinculadas a la alimentación y los cultivos con sede en la capital italiana, que son la FAO, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo para el Desarrollo Agrícola (IFAD).

El subsecretario de la ONU aspira a que esa reunión se convierta en una cumbre mundial de jefes de Estado y de gobierno.

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