Serbia conmemoraba, en otros tiempos, el Día Internacional de los Trabajadores con grandes festejos. Este jueves 1 de mayo, el país se limitará a lamentar el abuso masivo que sufren los asalariados a raíz del cambio a una economía de mercado.
La nación mantuvo en los años 90, cuando era sometida a sanciones económicas de la comunidad internacional, las celebraciones tradicionales del régimen comunista de economía centralizada instaurado en 1946.
Pero en la transición a una economía de mercado, tras la caída del presidente Slobodan Milosevic (1946-2006), quien gobernó de 1989 a 2000, se instaló la práctica de hostigar a los trabajadores creando un ambiente hostil.
La angustiante situación lleva a muchos trabajadores a abandonar sus empleos.
"En los últimos dos años entrevistamos a unos 12.000 trabajadores en todo el país, y más de la mitad de los encuestados para este estudio se consideraron víctimas de abuso", dijo Aleksandar Ilic, director de la organización no gubernamental Basta de Acoso, en una conferencia de prensa realizada la semana pasada.
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"La práctica toma un cariz epidémico", apuntó.
Además de esa organización, otra dirigida por el psiquiatra Dragan Milivojevic brinda apoyo psicológico a las víctimas de abusos.
"Duros cambios en la actividad económica y la introducción de nuevas prácticas como el acento puesto en la iniciativa personal, la competitividad, el impulso a la propiedad privada y la presencia de compañías internacionales causaron cambios sustanciales en la posición de los empleados", dijo a IPS la psicóloga Vanja Milankovic.
Antes de 2000, la experiencia laboral de los serbios era totalmente diferente.
Los trabajadores tenían asegurado el empleo hasta el retiro y contaban con atención médica y educación gratis. Pero el cambio hacia la economía de mercado en 2000 llevó al colapso de las compañías estatales, a la privatización y a nuevas reglas de convivencia desconocidas hasta entonces en este país.
El desempleo en Serbia golpea a 27 por ciento de la población activa, según cifras oficiales. La economía registró en 2007 un crecimiento anual sin precedentes de siete por ciento tras la inyección de miles de millones de dólares en la reactivación del ahora próspero sector industrial.
De los dos millones de trabajadores, en una población de siete millones de habitantes, más de 520.000 trabajan en empresas privadas, locales o internacionales. Sólo uno de cada tres de éstos últimos integra algún sindicato, según estimaciones independientes. Por ello, muchos empleados temen perder su trabajo.
Un estudio de Gallup International mostró que perder el trabajo figura entre los principales temores de 60 por ciento de los entrevistados y 47 por ciento señaló que en los próximos meses pueden llegar a quedarse sin empleo, dependiendo del antojo de los patronos.
"Recibimos entre cinco y 10 llamadas todos los días de personas víctimas de abusos", dijo Aleksandar Ilic a IPS. "Las edades son variadas y proceden de diversos sectores de actividad."
Para Olga Kicanovic, la asesora de la Agencia Serbia para la Resolución Pacífica de Conflictos Laborales, el temor a perder el empleo lleva a los propios trabajadores a intimidar a sus compañeros.
"Los más creativos suponen un peligro para los que no lo son tanto, y éstos terminan acosando a los otros", explicó Kicanovic. "Las mujeres son las principales víctimas pues son las primeras en echar y obligar a renunciar, y las últimas en conseguir trabajo en el contexto actual."
Muchas víctimas de abuso son jóvenes recién ingresados al mercado laboral. Suelen ser considerados como competencia que llevará al despido de alguien.
Los especialistas señalan que el acoso suele "diagnosticarse" tras seis meses de abuso continuo. Éste puede ser pasivo en su naturaleza y adoptar la forma de falta de comunicación o del síndrome del 'escritorio vacío', cuando el empleado no tiene nada para hacer.
"Llegado a ese punto, el trabajador se ve prácticamente obligado a renunciar", añadió Kicanovic. "Los empleados sufren angustia y suelen buscar asistencia médica."
En 2005 se aprobó una nueva ley laboral, pero no reguló las denuncias por acoso. Las personas sólo pueden hacer denuncias ante las organizaciones no gubernamentales o buscar discretamente ayuda médica.
Hay un solo caso de acoso que fue denunciado ante un tribunal. La trabajadora que pidió reserva de su identidad pertenece a la fábrica de dulces de Crvenka en la septentrional localidad de Kula. El proceso ya lleva dos años.