Dos misiles lanzados por aviones israelíes F-16 bastaron para destruir el edificio de cinco pisos de la Federación General de Sindicatos Palestinos, ubicado en esta ciudad.
La Federación, creada en 1965, es una de las precursoras del movimiento en reclamo de un boicot internacional contra Israel y la imposición de sanciones hasta que el Estado judío cumpla con sus obligaciones dictadas por resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), respete las fronteras y el derecho de refugiados palestinos a regresar a su hogar.
Los miembros de la Federación debieron trabajar en una tienda de campaña tras el bombardeo del 28 de febrero, recolectando todos los documentos y papeles que pudieron encontrar bajo los escombros.
"La ocupación no necesita justificativos para atentar contra los palestinos", dijo a IPS el secretario general interino de la organización, Nabil al-Mabhouh.
El edificio fue atacado porque "la Federación defiende los derechos de decenas de miles de trabajadores palestinos", señaló Al Mabhouh.
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No es una organización militante, subrayó, "nos dedicamos a defender a personas de todas partes y de todas las corrientes políticas. Tenemos vínculos con muchos sindicatos internacionales".
La sede se construyó con fondos noruegos, apuntó.
"El ataque contra una organización civil muestra la brutalidad y las atrocidades de la ocupación israelí. No lanzamos misiles, no se justifica atentar contra la sede de un sindicato de trabajadores", señaló Al Mabhouh.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina pidió este martes una tregua para permitir las negociaciones a fin de que éste sea un año de paz para la región, tras una reunión que mantuvo con la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleeza Rice, en la central ciudad cisjordana de Ramalá.
Por su parte, el ministro de Defensa israelí Ehud Barak anunció que las operaciones militares en la franja de Gaza "proseguirán".
En el edificio de la Federación se brindaba atención médica a decenas de miles trabajadores y sus familiares gracias a un seguro de salud del sindicato.
"Condenamos rotundamente el ataque que se propone quebrar a los trabajadores palestinos y pedimos a todos los sindicatos del mundo que nos apoyen y nos protejan de ese tipo de prácticas criminales", añadió.
Como en todo bombardeo, las viviendas cercanas también se vieron perjudicadas.
Funcionarios palestinos estiman que Israel utilizó dos misiles de una tonelada cada uno en esta zona densamente poblada, lo que explicaría la gran cantidad de daños causados a cientos de edificaciones de los alrededores.
Las pérdidas son significativas. Hubo un muerto y 37 heridos, en su mayoría mujeres, niños y niñas, entre ellos algunos graves que están siendo atendidos en el hospital Shifa.
También hubo daños considerables en la estructura de las viviendas de los alrededores. Con el bombardeo estallaron ventanas y puertas, se dañaron paredes estructurales que deben ser reconstruidas, lo que es imposible a causa del sitio israelí y la falta de materiales.
Si el objetivo de Israel fue atemorizar a la población civil, lo logró.
Una madre joven contó que dormía cuando comenzó el bombardeo. Se despertó y se dio cuenta de que todo el edificio se sacudía. Sus cinco hijos lloraron toda la noche suplicando a sus padres que los escondieran en algún lugar seguro.
La familia no tiene posibilidades de reponer los vidrios. "Ni siquiera podemos comprar nailon para cubrir las ventanas", señaló su esposo, sin trabajo desde hace dos años. No les da para otra cosa que no sea alimentos.
La explosión sumió toda la zona en la oscuridad al dañarse el tendido eléctrico. También se cortó el suministro de agua por las metrallas que dañaron los tanques y provocaron pérdidas. Casi cinco días después del bombardeo, la zona sigue sin ese servicio vital.
El automóvil de Abu Eidah se dañó por los escombros que le cayeron encima, al igual que sus muebles y otras pertenencias. Pero al menos la familia sobrevivió para contar la historia.
Ahora Abu Eidah busca desesperadamente otra vivienda, pues otro ataque aéreo en el barrio podría derribar los edificios. Un pariente le ofreció un apartamento para mudarse.
La cantidad de familias sin hogar aumentó en toda Gaza al igual que la demanda de apartamentos para alquilar. Las tiendas de campaña instaladas por las agencias humanitarias apenas si pueden protegerlos del frío y la lluvia.
Mientras, las personas sin techo usan carros tirados por burro para trasladar muebles y pertenencias no dañadas por el bombardeo. Pero sólo unos pocos pueden irse. Cientos de familias no tienen otra alternativa más que quedarse a pasar el crudo invierno entre los escombros.