TEATRO-COLOMBIA: Más artistas y menos guerreros

No importa si pueden entrar gratis o deben pagar entre cinco y 45 dólares. Desde el 7 de marzo, el XI Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, que finaliza este domingo, no deja de atraer asistentes.

En los parques, plazas, centros comerciales y la red de bibliotecas de la capital colombiana, 180 espectáculos gratuitos congregan entre dos mil y 15.000 espectadores por función. Las 22 salas y auditorios de Bogotá, en los que el público debe pagar entrada, también se han visto colmados.

"Es una fiesta que influye en la disminución de los índices de violencia, como todas las manifestaciones artísticas y culturales. Todos quieren disfrutar, asistir, participar, olvidándose de expresiones violentas", dijo a IPS Jorge Vargas, coordinador del festival.

Actor, director y pionero del teatro callejero desde 1972, cuando fundó el Teatro Taller de Colombia, Vargas recuerda que en 1986 el festival se inició "con timidez. Sabíamos que era necesario prolongarlo hacia espacios abiertos, pero no sabíamos hacia dónde íbamos".

"Con la necesaria inversión en logística, técnica, pasajes, sin la contraprestación de la taquilla, hizo que avanzáramos lento, con un pago económico bajo. Pero tuvimos éxito desde el comienzo. El público respondió, y cada año las presentaciones de teatro de calle crecieron hasta hoy, cuando estamos en la plenitud", afirmó.

Los espectáculos de formatos grandes se presentan en la central Plaza de Bolívar, el occidental parque Simón Bolívar y el Tunal, en las inmediaciones de Ciudad Bolívar, uno de los sectores socioeconómicos más deprimidos de la capital colombiana.

Un ejemplo es la obra "Lluvia de violines", del grupo Transe Express, de Francia: un camión traslada una banda de rock, mientras otro grupo toca tambores y baterías desde un escenario fijo, y una grúa suspende en el aire a seis actores y malabaristas sobre la mirada del público, alcanzando una altura aproximada de 50 metros del suelo.

Los formatos medianos tienen como escenarios centros comerciales y los pequeños, espacios más limitados, con uno o dos actores, "siempre rompiendo las fronteras de la comunicación, para que desde China, Francia, o cualquier parte, el espectáculo sea comprensible para niños y adultos", dijo Vargas.

"Me gustó porque es bonito", dijo a IPS Sergio Triana, de 9 años, tras la presentación de "La Quijotada", a cargo del Teatro KTD de Polonia.

La aceptación, el aplauso y el reconocimiento son los objetivos del festival, creado por iniciativa de la actriz colombiana-argentina Fanny Mickey, quien se rodeó para hacerlo de personas con trayectoria y compromiso artístico, entre ellas el ex ministro de Cultura, Ramiro Osorio.

Fue él quien, desde la función pública, dio vida a comienzos de los 90 al programa "Crea: una expedición por la cultura colombiana", secundado por muchos nombres que hoy trabajan en el festival iberoamericano, incluido Vargas.

"Crea fue un proyecto oficial que nos llevó por todos los rincones de Colombia en busca de manifestaciones culturales. Y fue muy lindo. Los artistas, los indígenas, los artesanos, millones de personas se sintieron valoradas", recordó Vargas.

Pero tras dos festivales Crea, dijo a IPS María Gómez, quien fue su directora en 1996, "que llenaron la Plaza de Bolívar y trajeron artistas de todo el país, el proceso murió con el cambio de gobierno en 1998", cuando el conservador Andrés Pastrana (1998-2002) sucedió en la presidencia al liberal Ernesto Samper (1994-1998).

"Es una lástima que sea tan común que un gobierno borre con los pies lo que el anterior hizo con las manos", aseguró Vargas. "Lo correcto sería que lo fortaleciera", aseguró.

La tradición de los festivales Crea perdura en el iberoamericano a través del desfile inaugural.

"Danzas, chirigotas, muñecotes, bandas musicales, comparsas, lo mejor del folclore colombiano está presente al inicio del Festival Iberoamericano, lo que tiene relación con el proceso Crea y la nostalgia que a muchos nos produce", señaló Vargas.

El Estado apoya con recursos económicos importantes el desarrollo del Festival Iberoamericano.

"Lo hace porque está muy posicionado y porque las manos privadas que han hecho la gerencia han demostrado que saben para dónde van. Este es un festival organizado, creativo, respetuoso, en donde a los artistas, ahora sí, se les paga bien", dijo Vargas.

"Pero, por supuesto, sería mejor que en lugar de pagar millones a los llamados informantes, que muchas veces señalan sin causa justa a otros ciudadanos, o son capaces de matar por lograr una recompensa, el Estado invirtiera en cultura, en espacios sociales, en hospitales, en carreteras que permitan a los campesinos comercializar sus productos", agregó.

"Ojalá que apoyara procesos de formación en danza, música, teatro, en todas las artes. Así habría menos gente para la guerra. La verdad es que en el país las casas de cultura están desoladas, los procesos truncos y los pocos recursos que se destinan por año llegan a los municipios en el segundo semestre", enfatizó Vargas.

Mientras, el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá avanza con espectáculos de interés para todos los públicos también en la llamada Ciudad Teatro, el escenario de ferias más importante del país.

"Es un espacio de encuentro y reconciliación muy valioso. Resulta paradójico en un país con tanto dolor como el nuestro, pero es cierto que de las dictaduras, aun disfrazadas de democracia, lo único que queda es el arte", concluyó Gómez.

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