R. D. CONGO: Desastre humanitario en el este

Tres mil almas esperan ocultas en la neblina que cubre el valle alrededor del volcán Nyragongo, tras huir del conflicto que hizo de este exuberante rincón en el este de República Democrática del Congo un infierno sobre la Tierra.

"Llegamos aquí escapando de la guerra", dice el maestro de escuela Gilbert Naimrwango, presidente de la asociación de desplazados alojados en el campamento de Kibumba, una aglomeración de chozas de hierba y hojas de banano cubiertas con delgadas lonas.

Decenas de residentes rodean a Naimrwango. Algunos de ellos son niños y niñas. Van descalzos, y muchos tienen el vientre hinchado y el cabello rojizo, síntomas de desnutrición severa.

"La vida es muy complicada. Tenemos muchas dificultades para hallar alimentos", señala.

"Aquí estamos con mujeres y niños, con poca comida y poca agua. Los bandidos pueden encontrarnos", agrega Rusigariye Nubaha, agricultor de 54 años que a fines de noviembre huyó del conflicto en el distrito de Rutshuru, en la oriental provincia de Kivu del Norte.
[related_articles]
El campamento se instaló en noviembre de 2007, en medio de brutales luchas entre las fuerzas armadas, respaldadas por milicias leales al gobierno del presidente Joseph Kabila como los Patriotas de la Resistencia Congoleña (Pareco, por sus siglas en francés), y las milicias insurgentes del general renegado Laurent Nkunda.

Perteneciente a la etnia tutsi, Nkunda lidera el Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), una organización político-militar.

Envenenando más una mezcla ya letal, las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR) —integradas por perpetradores del genocidio ruandés de 1994 y comprometido con la comunidad hutu— también participaron en los combates.

Nkunda alega defender a los tutsis de Kivu del Norte, donde se ha centrado buena parte de los enfrentamientos, así como en la vecina Kivu del Sur. Ambas provincias son ricas en minerales y madera, y lindan con Burundi, Ruanda y Uganda.

El gobierno de Kabila asegura que Nkunda representa al propio gobierno de Ruanda, encabezado por la minoría tutsi desde la caída del régimen hutu responsabilizado del genocidio de unos 800.000 tutsis y hutus moderados.

Todos los bandos en pugna han sido acusados de graves violaciones de derechos humanos. Los combates y las atrocidades, entre ellas violaciones y reclutamiento forzado de niños, vaciaron las aldeas.

La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios calcula que, desde 2003, unos 800.000 de los 4,2 millones de habitantes de Kivu del Norte fueron desplazados.

La organización humanitaria Comité Internacional de Rescate informó en enero que 45.000 personas mueren cada mes en República Democrática del Congo, la mayoría por problemas de salud cuyo origen es atribuible al conflicto.

Según el informe del Comité, entre agosto de 1998 y abril de 2007 murieron 5,4 millones de personas a causa de los enfrentamientos, de las cuales 2,1 millones se registraron desde el fin formal de la guerra civil en República Democrática del Congo (1998-2002).

"Todos son víctimas, incluidos quienes no fueron desplazados. Son muy pobres y tienen problemas tremendos", declaró Johann Siffointe, coordinador de emergencias de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte.

En Rutshuru, a tres horas hacia el norte en una carretera llena de pozos desde Goma, la situación no es mejor. Un campamento de desplazados en expansión se apoderó del terreno de una escuela del lugar.

"El conflicto empeoró las cosas, incluso la desnutrición", explica James Cogbill Jr, médico estadounidense en un hospital administrado en Rutshuru por la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras.

Según el programa contra la violencia doméstica de ese centro de salud, se registraron 129 casos de ataques sexuales entre enero y mediados de febrero. La edad de las víctimas oscila entre 11 y 80 años.

El CNDP y el gobierno de Kabila acordaron un plan de paz tentativo en enero, pero todavía predomina una profunda desconfianza entre los bandos. Muchos refugiados y desplazados se resisten a regresar a sus hogares en la escena de los combates.

"En esta provincia continúa la exclusión y discriminación racial. Algunos son más congoleños que otros", dice Muiti Muhindo, abogado a cargo de las relaciones externas del CNDP en Goma, quien constató movimientos masivos de equipamiento militar en los últimos días.

"Mientras necesitamos una reconciliación nacional genuina, el gobierno traslada armas de Kisangani (centro) hacia Walikale (sudoccidente), y desde Bunia (nororiente) hacia Beni (norte). Se están preparando para la guerra", añadió.

El gobierno asegura que hubo enfrentamientos entre elementos del CNDP y de Pareco —aunque alega que estos fueron menores—, pero niega cualquier plan para regresar a un conflicto a gran escala.

"Estamos observando el cese del fuego. Las cosas mejoran lentamente", aseguró el general Vainqueur Malaya, comandante general del ejército congoleño en Kivu del Norte.

Mientras oscurece sobre Kibumba y arrecian los rumores sobre una escalada en los combates, los desplazados, reunidos fuera de sus frágiles refugios, se limitan a preguntar: "¿Cuándo podremos regresar a casa?".

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe