Gobierno y oposición celebraron el 70 aniversario de la nacionalización de la industria petrolera de México, pero la compañía estatal no tiene muchos motivos para festejar: está financieramente quebrada y carece de fondos y tecnología para explorar y explotar nuevos yacimientos de crudo.
El país tiene reservas probadas para unos nueve años al ritmo actual de extracción de 3,1 millones de barriles por día. Se estima que en las aguas profundas del golfo de México hay petróleo para más de 60 años, pero aprovechar esos recursos requiere de una inversión de entre 5.000 y 20.000 millones de dólares anuales, según los expertos.
La estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) no cuenta con los recursos, la tecnología ni el marco legal que le permita hacerlo, lo que podría convertirse en motor potencial de una crisis política y económica.
El presidente conservador Felipe Calderón y el líder de la oposición de izquierda Andrés López Obrador encabezaron este martes ceremonias públicas para conmemorar las siete décadas de la estatización petrolera, decretada por el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) el 18 de marzo de 1938.
Calderón celebró el aniversario en el estado de Tabasco, en las costas del golfo de México, junto a la plana sindical de Pemex, mientras López Obrador lo hizo con una concentración pública en la capital.
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Tanto el presidente como el líder opositor elogiaron la confiscación de los activos de compañías británicas y estadounidenses que entonces explotaban petróleo en México. Coincidieron en señalar que fue un acto de soberanía.
Pero el gobierno sostiene que ahora hay que permitir a Pemex asociarse con petroleras extranjeras para realizar amplias inversiones en exploración y explotación. La izquierda denuncia que eso sería una privatización y "una traición a la patria" y al legado de Cárdenas.
López Obrador, ex candidato presidencial del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, advirtió que habrá "un levantamiento social" si se privatiza Pemex.
El parlamento se prepara para discutir, de aquí a fines de abril, un paquete de reformas legales para sacar al sector petrolero de su actual crisis. Hasta la fecha no hay ningún proyecto concreto y nadie habla de privatizar la industria, sino de buscar asociaciones.
"Mientras buscan un acuerdo posible y los políticos se jalan hasta de los pelos, México se acerca a una crisis por la falta de crudo y de dinero para comprarlo", señaló a IPS Ignacio Mancera, ingeniero en petróleo de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Si se llegaran a concretar la exploración y explotación de las reservas submarinas del golfo de México, la extracción de crudo sólo sería afectiva en un plazo de 10 ó 12 años como mínimo, advirtió a IPS el analista en temas energéticos David Shields. Es decir, cuando ya estarán agotados los yacimientos terrestres y los de las llamadas "aguas someras" (poco profundas).
Según Shields, columnista del diario Reforma, parecería que el gobierno y los políticos están aguardando el "colapso final" de Pemex y la industria para hacer algún cambio de importancia.
En los últimos 20 años, los problemas financieros de la petrolera estatal se fueron agravando progresivamente, porque la mayoría de sus recursos no se reinvertían en la industria, sino que se destinaban a financiar 40 por ciento del gasto presupuestario corriente. El Estado no tiene otras fuentes para suplir esos ingresos.
A pesar de que México es todavía uno de los 10 países petroleros más importantes del mundo, debe importar 40 por ciento de la gasolina y de otros combustibles derivados del crudo para mantener en marcha su parque automotor e industrial.
La secretaria (ministra) de Energía, Georgina Kessel, declaró que sin perder la rectoría del Estado sobre el petróleo, México debe realizar reformas legales profundas que permitan rescatar a Pemex y emprender la explotación de las reservas marinas.
Se estima que en el golfo de México existen alrededor de 100.000 millones de barriles de crudo de excelente calidad, pero a profundidades que van de 1.000 a 3.000 metros, por lo que su extracción representa un enorme desafío tecnológico y financiero.
Desde hace unos 10 días, los canales de televisión nacionales difunden un vídeo realizado por el gobierno en el que se señala que "México tiene un gran tesoro" en las aguas profundas, pero que para hacerlo suyo requiere asociarse con quienes cuentan con la tecnología y los fondos que permitan su extracción.
"El petróleo es nuestro tesoro y es una riqueza inmensa que pertenece a todos los mexicanos, de hoy y de mañana", asegura.
En la historia oficial, contada en los libros que utilizan los estudiantes mexicanos, la estatización de la industria petrolera está representada como una gesta que dio al país el poder pleno sobre sus recursos energéticos.
Sin embargo, en esa historia quedaron borrados hechos que indican que el entonces presidente Cárdenas no pensaba que la estatización incluía romper completamente con el sector privado.
Un año y medio después de expulsar a las compañías petroleras extranjeras, Cárdenas señaló que "la exclusión de los particulares del régimen de concesiones para la explotación de los recursos naturales del dominio publico no implica que la nación abandone la posibilidad de admitir la colaboración de la iniciativa privada".
El entonces presidente propuso aprobar una ley que indicaba que "podrán celebrarse contratos con los particulares, a fin de que lleven a cabo, por cuenta del gobierno federal, los trabajos de exploración y explotación, ya sea mediante compensaciones en efectivo o equivalentes a un porcentaje de los productos que se obtengan". No fue aprobada.
A fines de los años 80 se realizaron reformas legales y se estableció la posibilidad de que Pemex pudiera realizar contratos puntuales de servicios con empresas privadas, lo que viene sucediendo hasta la fecha en materias como el transporte de combustibles o los sistemas de seguridad de la compañía.
Según López Obrador en materia de petróleo "no hay medias tintas". A su juicio, se está a favor de la patria y la soberanía, y por tanto contra la privatización de Pemex, o se cae en la "traición", ya que la asociación de Pemex con operadores privados es "una privatización disfrazada".
El líder opositor afirma que México cuenta con tecnología para explorar en aguas profundas y que se requiere fortalecer a Pemex como empresa estatal.
Para Mancera, cuando "el debate petrolero se vuelve algo casi religioso es imposible encontrar salidas a la crisis que pronto sufrirá México".