Ahora que Pakistán tiene un gobierno elegido democráticamente, Estados Unidos espera que no se descarrile su «guerra contra el terrorismo», que dependía en gran medida de la cooperación del régimen de Pervez Musharraf.
El primer ministro Yousuf Raza Gillani, quien ganó el sábado por abrumadora mayoría una votación de confianza en la Asamblea Nacional, ya dejó en claro al visitante vicesecretario de Estado (vicecanciller) de Estados Unidos, John Negroponte, y a su secretario adjunto para Asuntos de Asia Meridional y Central, Richard Boucher, que "todas las decisiones nacionales importantes serán tomadas través del parlamento".
Fue significativo que tanto Negroponte como Boucher, estrechamente asociados con Pakistán para las operaciones antiterroristas en las áreas tribales fronterizas con Afganistán, estuvieron presentes en Islamabad el 25 de este mes, cuando Gillani juró en el nuevo cargo frente a Musharraf.
La cooperación de Musharraf con Washington, quien además fue jefe del Ejército hasta noviembre pasado, habría beneficiado indirectamente a los dos principales partidos de oposición, el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), liderado por Asif Zardani, y Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz, del ex primer ministro Nawaz Sharif, que ganaron las elecciones generales del 18 de febrero.
Gillani —quien afirmó estar interesado en negociar con los combatientes islámicos dispuestos a entregar las armas— dijo en su discurso ante el parlamento que las áreas tribales eran propensas al radicalismo islámico a causa del analfabetismo y la pobreza, que promete combatir.
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En reuniones con los enviados estadounidenses, Sharif dijo que los intereses de Pakistán tendrán prioridad sobre los de Washington.
En conferencia de prensa, Sharif anunció que el gobierno quería ver la paz en la región, pero no al costo de la vida de pakistaníes inocentes.
"Les dije (a los estadounidenses) que no podemos matar a nuestra propia gente a favor de otros. Luego les dije que desde (los atentados terroristas en Nueva York y Washington) el 11 de septiembre de 2001, todas las decisiones fueron tomadas por una persona (Musharraf), quien no tenía conexiones con el pueblo ni con sus aspiraciones", agregó.
Sharif anunció que el parlamento revisará las políticas de Musharraf que, sostuvo, en la mayoría de los casos fueron un completo fracaso y aun agravaron los problemas.
"El tema básico es que, así como Estados Unidos quiere estar seguro ante el terrorismo, nosotros no queremos ver bombas ni misiles cayendo en nuestras aldeas. Queremos que nuestra gente esté a salvo y no que la sangre corra en nuestras calles. Nuestro parlamento es soberano y será el que tome las decisiones en el futuro", añadió.
Mientras Zardari, cuyo PPP lidera la coalición de gobierno, no habló a la prensa luego de reunirse con los diplomáticos estadounidenses. Pero Hussain Haqqani, ex ministro en el gabinete de la asesinada ex primera ministro Benazir Bhutto y consejero de Zardari, informó que a Negroponte y Boucher se la política de Islamabad había cambiado.
"Para usar una expresión estadounidense, diríamos que hay un nuevo sheriff en el pueblo", afirmó.
Estas declaraciones parecen sugerir que habrá más límites para las operaciones estadounidenses contra los combatientes islámicos en Pakistán. En los últimos dos años, los grupos terroristas se propagaron desde la frontera con Afganistán hasta la propia Islamabad, a pesar de un acuerdo de paz logrado entre los líderes tribales y Musharraf.
Esos acuerdos eran vistos con escepticismo por los militares de Estados Unidos, que siguieron lanzando misiles desde Afganistán hasta aldeas pakistaníes donde sospechan hay bases del movimiento islamista afgano Talibán y de la red terrorista Al Qaeda.
La influencia de Washington en Islamabad se profundizó con la gran ayuda que entregaba a este país de Asia meridional, superior a los 10.000 millones de dólares desde 2001.
El ex canciller pakistaní Khurshid Kasuri dijo a IPS que Estados Unidos no apoyó los acuerdos de paz, aun cuando pudieran favorecer a sus intereses de seguridad en las áreas tribales, debido a que los consideraba una señal de debilidad, y siguió disparando misiles contra las supuestas bases terroristas.
Kasuri afirmó que esos ataques mataron a muchos civiles. "Con el sentimiento antiestadounidense creciendo en todo Pakistán después de cada ataque, los terroristas aprovecharon esta situación", dijo a IPS.