Iraq, ese país de Medio Oriente donde las mujeres solían ser libres y gozar de más derechos que en otras naciones árabes, se volvió una trampa mortal para las que sueñan con una educación y un título profesional.
El ejecutado dictador Saddam Hussein (1937-2006), que gobernó de 1979 a 2003, mantuvo una sociedad relativamente laica. Las mujeres eran libres de ser profesoras y médicas, entre otras profesiones, así como de ocupar cargos de gobierno.
En la actualidad, muchas entre las que no se ajustan a estrictos patrones islámicos de conducta terminan asesinadas por la insurgencia.
Esa fue la suerte que corrieron al menos 40 mujeres en los últimos cinco meses de 2007 sólo en Basora, declaró a la prensa en diciembre de 2007 el jefe de policía de esa meridional ciudad iraquí, Jalil Hannoon.
"Estamos seguros de que no hay más víctimas, pues sus familias no denuncian los asesinatos por miedo al escándalo", prosiguió.
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Las milicias, dominadas por grupos de la mayoritaria rama chiita del Islam como la Organización Badr y el Ejército Mehdi, imponen estrictas normas religiosas. Y el gobierno iraquí, dominado por esta comunidad musulmana, parece darles un apoyo tácito, y a veces directo.
La Organización Badr responde al Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, el partido de raigambre chiita que integra la coalición de gobierno, y el Ejército Mehdi, al clérigo chiita Muqtada al-Sadr, uno de los principales líderes de la resistencia a la ocupación.
Las mujeres que no lucen velo se volvieron el principal objetivo de la insurgencia en los últimos meses, indicaron a IPS residentes de Basora y de Bagdad. Muchas de ellas recibieron amenazas de muerte.
"Hombres armados se acercan a decirnos que debemos usar velo y dejar de maquillarnos", relató Zahra Alwan, estudiante universitaria que abandonó Basora para ir a Bagdad.
En numerosos muros de Basora se leen consignas escritas en rojo que ordenan a las mujeres cubrir su cuerpo de pies a cabeza y no maquillarse, prosiguió.
"La situación en la capital no es muy diferente", dijo a IPS Mazin Abdul Jabbar, investigador de la Universidad de Bagdad. "Todas las universidades están controladas por militantes islamistas que hostigan todo el tiempo a las estudiantes con restricciones religiosas".
Esa es una de las razones por las cuales "muchas familias dejaron de enviar a sus hijas a centros de enseñanza secundaria y terciaria", indicó Jabbar.
Más de 70 por ciento de las muchachas iraquíes ya no van a las escuelas secundarias ni a la universidad, informó el Ministerio de Educación de ese país a principios de 2007.
Muchas de las víctimas habían sido acusadas de ser "malas" antes de ser secuestradas, según relataron a IPS varios residentes de Bagdad. La mayoría de ellas aparecieron muertas luego.
Muchos cuerpos fueron hallados en vertederos de basura con signos de violación y tortura y una nota indicando que la mujer era "mala", según varios testigos que pidieron reserva de su identidad.
La misma situación sufren las mujeres de Baquba, capital de la provincia de Diyala, 40 kilómetros al noreste de Bagdad.
"Mi vecina fue asesinada porque trabajaba en la dirección de la policía de Diyala", dijo a IPS hace unos meses Um Haider. "Pero ella era recepcionista de la oficina del gobernador. No trabajaba en la policía. Se ocupaba de registrar a las mujeres que ingresaban al lugar."
Ese tipo de asesinato llevó a una gran cantidad de mujeres a abandonar o cambiar de empleo.
"Yo era jefa de personal en una empresa", dijo a IPS otra mujer que también pidió reserva de su identidad. "Tras la insistencia de mi familia, dejé mi cargo y pasé a ser empleada."
La vida de las mujeres cambió y ahora hasta cambió la forma en que se visten. Están tan atemorizadas que solo visten atuendos tradicionales. Lucir prendas a la usanza occidental equivale a ser condenada a muerte. El velo se usa mucho en zonas bajo control insurgente.
Las mujeres pagan un precio alto por la ocupación.
"Las mujeres sufren y corren muchos riesgos cuando la insurgencia controla las calles", dijo a IPS Um Basim, madre de tres hijos de Baquba.
"Ningún hombre puede moverse a ningún lado. Cuando muere uno, su cuerpo es llevado a la morgue y la familia debe retirarlo. Las mujeres suelen hacer todo eso solas. Y algunas son blanco de ataques en ese momento", relató.
Obligadas a permanecer en el hogar, muchas de ellas padecen aislamiento y depresión.
"Las mujeres no tienen ningún lugar para el esparcimiento. Pasamos todo el día en casa", se quejó Um Ali, una mujer casada residente de Baquba.
"Hace cuatro años que no salgo de la ciudad. El único lugar al que voy es a casa de mis padres. Las tareas domésticas y los niños son toda mi vida. No tengo objetivos ni puedo estudiar. A veces pasan semanas sin que pueda salir a la calle".
En el Kurdistán, en el norte de Iraq, aún se registran "asesinatos por honor". Según esa antigua tradición, al menos 27 kurdas fueron muertas en diciembre pasado porque se les atribuía vínculos "ilícitos", según Youssif Mohamed Aziz, ministro de Derechos Humanos de esa región autónoma.
Las iraquíes tampoco se salvan del abuso en las cárceles controladas por fuerzas de Estados Unidos.
La Comisión de Asuntos de Mujeres e Infancia del Parlamento pidió la liberación de las presas en cárceles iraquíes y estadounidenses.
Unas 200 están detenidas en la prisión bagdadí de Al-Adala, dependiente del gobierno iraquí, según la vicepresidenta de la comisión legislativa, Nadira Habib.
"No sabemos cuántas presas están en las cárceles de las fuerzas estadounidenses porque rechazan las solicitudes de visita formuladas por la Comisión", indicó.
Mientras el gobierno central siga siendo impotente y el fundamentalismo religioso mantenga su tendencia ascendente, la situación de las iraquíes, al parecer, no hará más que empeorar.