China apuesta ahora a una fórmula de acercamiento económico con la autogobernada isla de Taiwán, pues entiende que será más efectiva que la amenaza militar en su objetivo ulterior de reunificación política.
La arrolladora victoria el fin de semana en Taiwán del candidato presidencial opositor Ma Ying-jeou, quien favorece relaciones más estrechas con la China continental, les da a los políticos en Beijing la oportunidad de impulsar la integración económica de la isla y trabajar en la reanudación de las conversaciones políticas.
La victoria de Ma Ying-Jeou devuelve el poder al Partido Nacionalista Kuomintang (KMT) después de ocho años turbulentos de administración del Partido Demócrata Progresista (DPP), que promovía la independencia de Taiwán y se resistía a unas relaciones económicas más estrechas con la China continental.
Beijing reclama a la isla como su territorio y prometió reunificarla, por la fuerza si fuera necesario.
Tanto el candidato Ma Ying-jeou, del KMT, como Frank Hsieh, del DPP, habían anunciado que no promoverían la independencia y prometieron un acercamiento con Beijing. Sólo se diferenciaban en el grado y ritmo de ese proceso.
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Ambos se esforzaron por ofrecer un curso distinto al del saliente presidente Chen Shui-bian, cuya postura beligerante enfureció a Beijing e irritó al principal aliado de Taiwán: Estados Unidos.
Ma ganó con sus promesas de acelerar el ritmo de la integración económica y de poner fin a la hostilidad y tensión entre Beijing y Taipei. Su convincente victoria, con 58,45 por ciento de los votos, ilustra la percepción entre el público taiwanés de que la isla debería beneficiarse y no rechazar la interdependencia con la China continental.
"Para una economía insular como la de Taiwán, no es práctico no querer participar del auge chino", sostuvo el taiwanés Raymond Ma, quien administra una compañía de bienes raíces en Beijing. "Yo veo aquí potencial y posibilidades cada día, y creo que mantener las barreras políticas entre Taiwán y China es algo medio anticuado en estos días", añadió.
Después de su elección, Ma Ying-jeou, abogado educado en la estadounidense Universidad de Harvard y ex alcalde de Taipei, dijo que trabajaría por establecer vínculos directos para viajar a territorio chino. También había prometido que permitiría a firmas taiwanesas invertir más de 40 por ciento de sus acciones en China.
Durante su campaña, Ma dejó flotando la idea de una laxa relación económica con China, siguiendo el modelo del Acuerdo de Sociedad Económica Estrecha que Beijing tiene con Hong Kong.
"Yo pondré el fundamento de un siglo de paz y prosperidad", dijo Mai en una conferencia de prensa luego de anunciados los resultados de las elecciones.
En la votación del fin de semana, la mayoría de los electores taiwaneses rechazaron en un polémico referendo dos propuestas para solicitar membresía a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una presentada por el DPP y otra por el KMT.
El DPP propuso pedir el ingreso a la ONU como Taiwán, y no bajo el nombre oficial de República de China, designación que según ese partido participa del principio de que la isla aún pertenece al territorio continental. Beijing condenó el referendo, considerándolo un paso hacia la declaración formal de la independencia.
"La administración de Chen Shui-bian había propuesto la integración a la ONU bajo el nombre de Taiwán, pero fracasó, lo que demuestra que la población no está a favor de los que promueven una independencia", dijo Li Weiyi, portavoz de la Oficina de Asuntos Taiwaneses del Consejo de Estado de China.
Pero aparte de las declaraciones oficiales de Li, poco informó la prensa estatal china sobre las elecciones y sus resultados. Aunque algunos diarios, como Southern Weekend, se animaron a informar sobre los comicios, con detalles sobre los candidatos taiwaneses, no publicaron comentarios.
Expertos indican que Beijing aprendió sus lecciones de pasadas elecciones y desarrolló un enfoque mucho más sofisticado para atender al cambiante y orgulloso electorado taiwanés.
Cuando la isla celebró sus primeras elecciones democráticas en 1996, China realizó ensayos con una docena de misiles en aguas taiwanesas, esperando de esa forma disuadir a los votantes de elegir al entonces candidato independentista Lee Teng-hui, quien de todas formas resultó ganador gracias a una campaña basada en promover la identidad nacional.
Pero este año Beijing optó por no intervenir de ninguna manera, lo que analistas atribuyen a la nueva estrategia del presidente Hu Jintao de priorizar el pragmatismo sobre el idealismo. La intención ya no es buscar la reunificación política, sino evitar a toda costa la independencia de la isla.
"Desde 2000, cuando el Partido Demócrata Progresista llegó al poder en Taiwán, la reunificación como objetivo de la estrategia de la China continental pasó a ser irreal e inalcanzable", señalaron los politólogos Chu Shulong y Guo Yuli en un artículo publicado en la revista China Security.
"La decisión de ajustar la estrategia a una oposición a la independencia se debió a las circunstancias: la realidad política y un cambio en la actitud social en Taiwán", explicaron.