El Supremo Tribunal Federal de Brasil comienza a debatir este miércoles un caso en el que sus 11 integrantes deberán definir el momento exacto del inicio de la vida humana, como premisa para decidir si las investigaciones con células embrionarias violan la Constitución.
Según Claudio Fonteles, quien como procurador general de la República cuestionó en 2005 los estudios con células madre, la vida se inicia en el momento en que un espermatozoide fecunda un óvulo. El embrión, argumenta, ya tiene su dinámica evolutiva propia y por lo tanto está protegido por la ley fundamental, que garantiza el derecho inviolable a la vida.
En el caso, presentado por la prensa como una nueva batalla de la ciencia contra la religión, se decidirá la constitucionalidad del artículo 5 de la Ley de Bioseguridad, aprobada por el parlamento en 2005, que reglamenta las investigaciones con células madre de embriones congelados hace mas de tres años en clínicas de reproducción asistida.
El debate el Supremo Tribunal Federal se extenderá por dos días, como mínimo, o podría postergarse por plazo indefinido si algún magistrado pide más tiempo para analizar el tema.
En los últimos días la prensa reflejó los puntos de vista de quienes están a favor y en contra de las investigaciones con células madre. Los investigadores enfatizaron que se trata de aprovechar embriones cuyo destino será la basura, ya que no serán usados con fines reproductivos.
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Las células embrionarias pueden generar todos los tejidos del cuerpo, posibilitando la cura de numerosas enfermedades degenerativas y superando limitaciones de las células madre adultas. Prohibir las investigaciones en este campo, afirman los investigadores, condenaría a Brasil al retraso científico respecto de muchos países que ya cuentan con legislación favorable.
Quienes consideran que estas investigaciones son inconstitucionales, replican que las células madre adultas han demostrado mayor eficiencia, recuperando corazones y otros órganos. No hay necesidad de "destruir vidas" ni convertir seres humanos en "cobayos", afirman.
El coordinador del Núcleo Interinstitucional de Bioética en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, José Roberto Goldim, considera que la polémica arrastra un vicio de origen. El tema de las células madre fue injertado artificialmente y "fuera de contexto" en la Ley de Bioseguridad destinada a los organismos transgénicos, recordó.
Así se generó una situación confusa, ya que la reproducción asistida, finalidad original de los embriones, no está reglamentada en Brasil, pero se legalizó su uso posterior, dijo a IPS. Es necesaria una discusión más amplia, relacionando y reglamentando las distintas finalidades de los embriones formados inicialmente para reproducción, opinó Goldim.
La polémica "está mal encaminada", ya que la prensa la presenta como una "falsa dicotomía" de ciencia versus religión, cuando hay discrepancias entre los mismos científicos, incluyendo investigadores de biología molecular, respecto del empleo de células madre, agregó.
Estudios recientes revelaron problemas derivados de su uso, como la generación de tumores, señaló Goldim.
De todas formas, la fuerte oposición de la Iglesia Católica a estas investigaciones llevó a encuadrar el debate en esos términos. Un abogado vinculado a la Iglesia, Ives Grandra Martins, defenderá la inconstitucionalidad de los estudios ante el máximo tribunal del país.
Goldim rechaza el argumento pragmático referido al empleo de embriones que de otra forma serían descartados. La historia tiene ejemplos "terribles" de ese "uso utilitarista", sostuvo.
Además, se plantean problemas prácticos. Se exige "consentimiento previo" de los donantes de material para la constitución de los embriones. Como fue recolectado hace muchos años, en algunos casos con cláusulas que vedaban revelar la identidad, será dificil cumplir ese requerimiento, dijo Goldim.
Para Maria do Carmo de Souza, ex presidenta de la Sociedad Brasileña de Reproducción Asistida (SBRA) y actual editora de su revista trimenstral, eso no es un inconveniente, ya que la mayoría de las parejas que buscan los servicios de las clínicas de reproducción asistida autorizan el aprovechamiento científico de sus embriones descartados.
Un estudio de la SBRA indicó, hace tres años, que un tercio de los 9.914 embriones congelados en las principales clínicas cumplían con todos los requerimientos para inevestigaciones con células madre. Desde entonces "la situación cambió" y la aprobación y divulgación de la ley debe haber estimulado un aumento de los embriones adecuados, dijo De Souza a IPS.
En su opinión, a pesar de las "posiciones extremas", la tendencia al uso de células embrionarias no podrá ser detenida. Son conocidos los "excelentes beneficios" que pueden aportar, afirmó. El amplio debate "es bueno para informar a la sociedad", cuya mayoría "ve con buenos ojos las investigaciones", opinó De Souza.
El tema divide a la sociedad, y la radicalización de la polémica alimentó temores sobre las consecuencias de la decisión de los jueces. Preocupa que definir el instante de la fecundación como punto inicial de la vida lleve a retrocesos en cuestiones como el aborto, ya que sería un delito contra la vida incluso en los casos permitidos, como estupro y riesgo de muerte para la madre.
Quienes se oponen al uso de células embrionarias enarbolan la amenaza de una legalización del aborto y la eutanasia al "relativizarse" el valor de la vida humana.
Muchos científicos rechazan que el eje del debate pase por definir el momento exacto del inicio de la vida como condición absoluta para sentar jurisprudencia. Aunque aceptan, desde un punto de vista filosófico, que comienza con la fecundación, defienden las investigaciones que salvarán o beneficiarán muchas otras vidas.