El aumento en el número de brasileños rechazados en los aeropuertos españoles, algunos de forma humillante, provocando roces diplomáticos entre los dos países, tiene como trasfondo un reciente aumento del flujo migratorio de Brasil hacia Europa.
Estados Unidos sigue siendo el destino donde viven mas brasileños, pero su endurecimiento contra la llegada de indocumentados desde mediados de los años 90, intensificado después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, así como la devaluación del dólar, redujeron su atracción.
Europa —especialmente España, Italia, Portugal y Gran Bretañapasó entonces a recibir mayor cantidad de brasileños, señaló Wilson Fusco, demógrafo investigador de la Fundación Joaquim Nabuco, en la nororiental ciudad brasileña de Recife.
Pero es con España que incidentes provocados por el control aduanero amenazan con enturbiar las relaciones bilaterales. Una secuencia de denuncias de arbitrariedades cometidas por las autoridades españolas generaron un clima de revancha en Brasil, con la adopción de medidas de "reciprocidad" en algunos aeropuertos brasileños.
Brasileños rechazados en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, dijeron haber sido "tratados como perros", y denunciaron haber estado detenidos por varios días, hacinados en piezas insalubres, siendo víctimas de ofensas prejuiciosas y maltratos, o de estar muchas horas sin ser informados sobre su situación, sin agua ni alimentos ni acceso a su equipaje.
Tuvo amplia divulgación el caso de Patricia Magalhães, retenida por 10 días en Barajas y luego repatriada, pese haber comprobado que viajaba a Portugal donde presentaría su tesis de maestría en Física. Otros casos similares, en que se ignoraron pruebas de buena fe, se hicieron conocidos en este año.
La agresiva reacción española se extiende a ciudadanos de otros países pobres, como los africanos. No escapan de las humillaciones en el aeropuerto siquiera los latinoamericanos provenientes de países que, como Argentina y Uruguay, tienen tratados migratorios preferenciales con España, firmados cuando el flujo migratorio era a la inversa.
Pero es necesario "relativizar la indignación" del gobierno y de la opinión pública brasileña, cuyas protestas comprenden cierta "hipocresía", dijo Fusco a IPS. Para ser coherente, Brasil también tendría que "cambiar su actitud hacia los extranjeros", especialmente de países mas pobres como Bolivia y Paraguay, indicó.
Brasil "no ha pasado de la inmigración a la emigración", sino que salen muchos brasileños al exterior desde los años 80, pero siguen viniendo muchos inmigrantes, con un balance final cercano a cero, destacó. Entre los que entran al país hay muchos chinos, coreanos, latinoamericanos y, en menor cantidad, africanos.
Las autoridades brasileñas también rechazan muchos extranjeros, no admitiendo "libre circulación siquiera en el Mercosur" (Mercado Común del Sur, el bloque de integración constituido por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), observó el investigador.
La "reciprocidad", que se concretó en un control aduanero más rígido y la deportación de algunos españoles en los últimos días, no es buen negocio para Brasil, porque afecta el turismo, acotó. No es simétrico el intercambio bilateral de viajeros.
Mientras los brasileños en gran parte pretenden quedarse, los españoles son de hecho turistas. Y mientras los brasileños poco representan para el negocio turístico de España, uno de los campeones en la recepción principalmente de otros europeos, no es así al revés.
Ya son tres a cuatro millones los brasileños viviendo en el exterior, estima la cancillería. La imprecisión del dato revela tanto un crecimiento explosivo de la emigración en los últimos años —ya que en 2005 se hablaba de dos millones— como la ilegalidad de gran parte de los emigrantes, no permitiendo un censo adecuado.
Al gobierno brasileño le interesa esa exportación de mano de obra, porque representa abultados ingresos de divisas a través de las remesas, y reduce el desempleo en Brasil, apuntó Fusco.
La presencia de brasileños en España parece haberse "triplicado o cuadruplicado" desde 2006 y es lo que explica la mayor cantidad de rechazados, según Isabela Festa, que hace tres años vive legalmente en Barcelona, primero para estudiar una maestría en Gestión Cultural, y ahora con una visa de trabajo.
La deportación de brasileños recrudeció el año pasado, cuando se alcanzó un promedio de ocho por día, que casi dobló en lo que va de este año.
Ese endurecimiento es atribuido tanto al aumento de viajeros provenientes de países mas pobres como al creciente desempleo en España, en consecuencia de la desaceleración económica. No faltan análisis que denuncian designios políticos del jefe de Gobierno, José Luis Zapatero, buscando el apoyo de sectores xenófobos.
No hay discriminación contra los brasileños, cuya imagen en España es "maravillosa", coincidiendo con el estereotipo de "un pueblo alegre" y pese al hecho de que la mayoría está ilegalmente en el país, evaluó Festa.
Su opción por España ejemplifica el proceso migratorio brasileño. Es que su marido, Flavio Britto, tiene en Barcelona un hermano y un primo que viven allá hace cinco años, tras iniciar la emigración familiar en los años 90, en Estados Unidos. Pensaban acumular capital y capacitación como jefes de cocina, para volver e implantar un restaurante en Brasil.
La represión derivada del 11 septiembre de 2001 los hizo trasladarse a Barcelona, ya como inmigrantes legales y ahora como socios de restaurantes españoles. La perspectiva de vuelta a Brasil se alejó, ante la diferencia de ingresos y calidad de vida, especialmente para uno de ellos, ya casado con una española a la espera del primer hijo.
La emigración brasileña "no tiene vuelta, vino para quedarse", según Teresa Sales, socióloga que estudió el fenómeno como profesora de la Universidad de Campinas y hoy preside el no gubernamental Centro Josué de Castro, también en Recife.
Las primeras olas migratorias, en los años 80, se debieron a la crisis económica y al gran desempleo en Brasil, y se esperaban fueran temporales, pero muchos se quedaron y la emigración actual sigue las redes de relaciones, convirtiéndose en un proceso permanente, explicó Sales a IPS.
Las redes entre locales de origen y de destino establecen flujos intensos entre ciudades o actividades específicas. Algunas ciudades del céntrico estado brasileño de Goiás, incluso la pequeña Uruaçú, de 33.000 habitantes, son grandes fuentes de mujeres, supuestamente para la prostitución en España.
También la formación de comunidades en los países de acogida facilitan la emigración. En Gran Bretaña los brasileños que llegaron después de la primera ola ya no necesitaban hablar inglés, apuntó Fusco.