El presidente de República Checa, Vaclav Klaus, un escéptico ante la integración en la Unión Europea (UE) y el cambio climático, procura la reelección en la votación parlamentaria de este viernes. El Partido Comunista se ubica en el fiel de la balanza.
Klaus, de 66 años, promete continuidad y estabilidad como candidato del partido derechista Demócratas Cívicos (ODS), que constituye la mayoría de la coalición de gobieron y del cual es presidente honorario.
Su rival es el economista liberal Jan Svejnar, ciudadano checo-estadounidense de 55 años que hasta hace poco era conocido sólo como entrevistado por los medios de prensa en su carácter de experto. Svejnar promete insuflar una bocanada de aire fresco a la política del país.
El público está dividido de modo dispar. Pero las elecciones son indirectas y serán decididas en el parlamento. La gran presencia de ODS en ambas cámaras mejora las posibilidades de Klaus.
La votación, que se realizará el día 8, podría requerir tres rondas.
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La presidencia de República Checa no es tan simbólica como se sugiere oficialmente, explicó a IPS el analista político e historiador checo Zdenek Zboril.
"El presidente tiene posibilidades relativamente buenas de incidir en las políticas de muchas instituciones, como el parlamento o el Banco Nacional (central), y también en la política exterior", agregó.
"Pero las oportunidades aparecen solamente en breves crisis o cambios políticos. El presidente tiene poderes bastante fuertes en el momento posterior a las elecciones, cuando se forman los gobiernos de coalición, en asuntos que aparejan la posible disolución del parlamento o en una crisis constitucional o económica", explicó Zboril.
Svejnar fue propuesto por el Partido Verde, quien, al contrario que el presidente, sostiene que el cambio climático tiene origen en la actividad humana y es un firme partidario de afianzar la integración de República Checa en la UE.
Los Demócratas Cristianos están divididos en su apoyo, pero se dice que se inclinan por Klaus.
El principal partido de la oposición, el izquierdista Social Demócrata (CSSD), no logró presentar un candidato, y decidió apoyar a Svejnar a pesar de sus diferencias ideológicas.
"Impedir la reelección de Klaus es la prioridad", argumentó el presidente del CSSD, Jiri Paroubek.
Svejnar también cuenta con el apoyo del ex presidente Vaclav Havel, líder de la disidencia al pasado régimen comunista y célebre escritor.
Pero la última palabra la puede tener el Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSCM), que en las últimas elecciones legislativas obtuvo 13 por ciento de los votos.
Hasta ahora, la dirigencia del KSCM, consciente de la ansiedad de ambos contendientes, se limitó a indicar que ninguno es de su agrado, y mantiene el suspenso mientras obtiene visibilidad. El partido es habitualmente ignorado en los medios y en los círculos políticos.
A cambio de su apoyo, los comunistas pretenden poner fin al tabú según el cual su apoyo a un gabinete es un extremo intolerable para el resto de los partidos.
Ningún sector cedió a la tentación, desde la caída del régimen comunista, de formar gobierno con los votos del otrora todopoderoso partido.
La negativa comunista a condenar claramente al antiguo régimen y a convertirse en una fuerza política socialista, al estilo de la mayoría de los partidos europeos que tuvieron igual denominación, es el principal motivo de su aislamiento.
Sin embargo, Klaus ganó su apoyo ya en las elecciones presidenciales de 2003, y la influencia institucional del partido creció. Ahora los comunistas quieren más, pero ambos candidatos declararon que se negarán a designar alguna vez a un gobierno apoyado por el KSCM.
Pero Svejnar dice que dejará de lado sus prejuicios hacia los comunistas si condenan claramente al régimen previo a 1989, se comprometen a no propiciar la caída de un gobierno democrático y mejoran su actitud hacia la UE y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El aspirante presidencial admitió que espera que los comunistas lo vean como "el mal menor", presentándose a sí mismo como un economista sensible a los problemas sociales, en contraste con la radical retórica promercado de Klaus.
Aunque también cree firmemente en la economía de mercado, Svejnar aboga por una política impositiva progresista, oponiéndose al alivio de los grupos de altos ingresos.
Pero el hecho de que el candidato habla entrecortadamente el idioma checo y tiene pasaporte de Estados Unidos le ha resultado una desventaja, aunque prometa abandonar la ciudadanía de ese país una vez electo.
En el KSCM muchos aprecian el patriotismo de Klaus, en oposición a la perspectiva cosmopolita de Svejnar.
Klaus vivió y trabajó en Checoslovaquia durante el régimen comunista. Mientras, Svejnar es uno de los que huyeron a Occidente en los años 70, cuando las autoridades prosoviéticas reprimieron con energía la disidencia.
Los comunistas también han especulado con la posibilidad de no apoyar a ninguno de los candidatos y con presentar uno propio en la segunda vuelta.
Los diferentes enfoques de los contendientes sobre la integración a la UE también podrían ser considerados por diputados y senadores individualmente.
Ambos candidatos discrepan también sobre la adopción de la moneda común europea, el euro, para lo cual Klaus no tiene apuro, y sobre los matrimonios entre homosexuales, que Svejnar toleraría.