La firma petrolera estatal mexicana está quebrada y las reservas locales de crudo tienen un horizonte de menos de 10 años. Todos los actores políticos locales coinciden en ese diagnóstico, pero faltan respuestas sobre cómo enfrentarlo y abundan las recriminaciones.
Aún así, los partidos políticos representados en el parlamento y el gobierno del conservador Felipe Calderón prometieron que en marzo empezarán a diseñar y discutir propuestas para sacar a la industria petrolera de su hoyo.
El tema es altamente sensible, pues para sectores políticos y ciudadanos simpatizantes de la izquierda es casi una herejía pretender quitar a Pemex parte de su carácter estatal o, incluso, darle la posibilidad de profundizar estrategias de asociación con privados.
La firma, con cuyos ingresos el Estado financió en 2006 y 2007 alrededor de 40 por ciento de su gasto y que hoy no tiene capital para invertir en el desarrollo de la industria, fue nacionalizada el 18 de marzo de 1938, luego de que el gobierno expulsó a los consorcios británicos y estadounidenses.
Andrés López Obrador, ex candidato a la presidencia de México por el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), repitió una y otra vez en las últimas semanas que "la derecha" quiere privatizar Pemex, y advirtió que habrá violencia si se consuma ese propósito.
Él y sus partidarios, que el domingo realizaron un mitin en la capital, amenazaron con tomar aeropuertos, caminos y edificios de instituciones financieras para cerrar el paso a quienes desde su punto de vista quieren "entregar nuestra industria petrolera a una oligarquía voraz ya sea nacional o extranjera".
Pero ni el gobierno de Calderón ni sus partidarios del Partido Acción Nacional (PAN) y tampoco ninguno de los otros partidos enarbolan un proyecto de privatización de la firma. Lo que exponen son diagnósticos y propuestas generales. Nadie hasta ahora ha presentado un proyecto formal de reforma legal de Pemex.
Cuauhtémoc Cárdenas, el también ex candidato presidencial del PRD e hijo de Lázaro Cárdenas, el mandatario que entre 1934 y 1940 nacionalizó la industria petrolera, declaró que su partido no debería "hacer un round (asalto) de sobra" contra una privatización que nadie ha propuesto.
Cárdenas pidió a sus correligionarios presentar un proyecto legislativo sobre el futuro de Pemex y abandonar la postura de esperar que otros lo hagan.
"Se ha creado un fantasma con la supuesta privatización y sobre eso se quiere sacar algún provecho político, imagino, pero eso no ayuda a ver el problema y encontrar soluciones realistas para Pemex", señaló a IPS Ignacio Mancera, un ingeniero petrolero de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En el acto organizado por López Obrador en la víspera, el ex candidato volvió a señalar que se quiere "regalar" el petróleo "que pertenece a todos los mexicanos".
En ese acto, realizado frente al edificio de la estatal Pemex en la capital, legisladores del PRD recibieron insultos y fueron agredidos con algunos palos y botellas de plástico por grupos que los acusaron de negociar con el gobierno una supuesta privatización, lo cual ellos niegan de tajo.
López Obrador, quien afirma que en las elecciones presidenciales de julio de 2006 hubo un fraude electoral en su contra, ha presentado algunas propuestas generales para sacar a Pemex de su crisis, pero éstas no han logrado pasar el análisis de los expertos en temas petroleros.
México es el sexto productor mundial de crudo con 3,1 millones de barriles diarios, 1,5 millones de los cuales los exporta, y dueño de una de las 10 más grandes compañías del sector, como es Pemex. Aun con su gran tamaño e importancia, esta firman será dentro de poco incapaz de mantener su actual ritmo de producción, pues no tiene dinero.
La mayoría de los recursos de la empresa van a las arcas públicas para poder cubrir el gasto corriente. El Estado no tiene otras fuentes de financiamiento seguro ni alterno para suplir esos ingresos.
Privada de dinero para realizar inversiones en exploraciones, refinación y desarrollo de tecnología que le permita extraer crudo de zonas profundas del golfo de México, donde se sabe que hay crudo, Pemex ha ido agotando gran parte de sus reservas probadas.
Los últimos reportes oficiales indican que México tiene petróleo para nueve años y tres meses más. En 2000, el horizonte era de 20 años.
Para mantenerse en funcionamiento, la firma monopólica fue endeudándose más y más en los últimos años al punto que ahora el nivel de sus créditos superan el valor de su patrimonio.
Además y por no haber invertido en refinerías, México importa en la actualidad 40 por ciento de los combustibles que consume su parque automotor e industrial.
La mayoría de la energía que consume México proviene de la quema de combustibles.
El senador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Francisco Labastida, uno de quienes lidera la demanda de una reforma legislativa urgente para Pemex, indica que México "está realizando como país el peor negocio del mundo: exportar materia prima e importar productos industrializados".
Ni el aumento de los ingresos de Pemex registrados en los últimos años, gracias al repunte internacional de los precios del crudo, permitieron a la firma salir de su crisis. Es que la mayoría de los excedentes obtenidos por las ventas se repartieron entre los diversos gobiernos estaduales para atender sus necesidades.
"No hay ningún dato que indique que Pemex pueda seguir como está. Sin una reforma, el país irá hacia una crisis de gran magnitud por falta de ingresos y su transformación en un importador neto de crudo y derivados", advirtió Mancera.
El gobierno de Calderón indicó que dejará a los legisladores la discusión de cualquier reforma de Pemex y que la aceptará.
Mientras, sus correligionarios del PAN señalan que barajan posibilidades como la de permitir que Pemex trabaje en sociedad con empresas estatales como la firma brasileña Petrobras o con algunas privadas, lo cual no significa privatizar el recurso energético, afirman.
El PRI, que gobernó México de 1929 a 2000, sugiere "bursatilizar" algunos recursos de Pemex y buscar socios externos para compartir el riesgo de exploración y el desarrollo de tecnologías que permitan explorar en aguas profundas.
Ambos partidos coinciden, además, en la necesidad de cambiar el gobierno corporativo de la firma por uno de corte más empresarial y en darle una relativa autonomía frente al Estado.
El PRD, que junto a los otros dos partidos domina el Congreso legislativo, ha reiterado que no presentará ninguna propuesta en marzo, pero López Obrador indica que Pemex se salvaría con una inversión emergente de unos 40.000 millones de dólares anuales
Ese dinero, argumenta, se obtendrían de reducir los sueldos de la burocracia del Estado y de usar los excedentes obtenidos por los altos precios del crudo de exportación, que en el presupuesto fiscal de 2008 se calculó en 46,6 dólares el barril, casi 30 dólares por abajo del precio actual que se paga por el crudo mexicano.
El ex candidato presidencial propone que todo el dinero adicional se use en desarrollar nuevas refinerías y realizar exploraciones, todo únicamente con las fuerzas y la tecnología del Estado.
El economista Enrique Quinta, columnista local del diario Reforma, así como algunos analistas petroleros consideran que la propuesta de López Obrador se basa en premisas endebles.
Si se quiere obtener 20.000 millones de dólares por recortes de salarios, el gobierno debería bajar en 42 por ciento los ingresos de todos los burócratas del Estado, lo que se considera políticamente imposible en estos momentos.
Para conseguir los otros 20.000 millones, el precio del barril de crudo debería mantenerse durante 14 meses en unos 80 dólares a un ritmo de exportación de 1,4 millones de barriles diarios. Esta meta se considera realizable, pero el problema es que los excedentes tienen como destinatarios a los gobiernos estaduales, quienes protestarían por ese recorte.
Además, para todos los analistas petroleros es claro que México no tiene la tecnología ni los técnicos para realizar las nuevas exploraciones de crudo que debería centrarse en el lecho profundo del Golfo de México.