Cuando Estados Unidos y algunos miembros de la Unión Europea (UE) expresaron su admiración por la «paciencia» de Kosovo en su histórica lucha por un nuevo estado en los Balcanes, el embajador ruso en la ONU, Vitaly Churkin, desdeñó su «ingenuidad» con cierto sarcasmo político.
"Parece que nunca hubieran oído sobre los palestinos o los habitantes de Sahara Occidental", dijo al Consejo de Seguridad.
Churkin se refería a que los palestinos en los territorios ocupados por Israel y el Frente Polisario en Sahara Occidental han sido más "pacientes" que los albaneses y tienen reclamos más urgentes de un estado que Kosovo, que el domingo se autoproclamó independiente de Serbia.
Los palestinos luchan por un estado desde hace 60 años, y el Frente Polisario combate para separarse de Marruecos desde que declaró su gobierno en el exilio en febrero de 1976.
En contraste, el creciente clamor por la independencia de Kosovo data, principalmente, del comienzo de su conflicto con los serbios en 1998.
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Hasta ahora, el secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Ban Ki-moon, camina por una cuerda floja política, negándose a formular cualquier comentario sobre la disputa actual.
Consultado el lunes sobre si la declaración de independencia de Kosovo era legal o ilegal, Ban evitó una respuesta directa. "No estoy aquí para decir" si lo es o no, respondió.
Pero Churkin insinuó que la Secretaría General de la ONU podría estar tomando partido en el asunto.
"Somos conscientes de los intentos de hacer uso de la oficina del secretario general de la ONU a fin de proporcionar a la misión de la UE alguna semblanza de competencia legal. Consideramos esos esfuerzos inaceptables en vista del serio daño que se le puede infligir a la neutralidad y la legitimidad del rol de la ONU en la resolución de conflictos regionales en el mundo, incluyendo aquellos que están lejos de los Balcanes", señaló.
Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad —China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia—, que poseen derecho a veto, están divididos en torno al reconocimiento de Kosovo y de su declaración unilateral de independencia el domingo.
Las tres naciones occidentales —Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña— expresaron su apoyo al reconocimiento de Kosovo, potencialmente el estado miembro número 193 del foro mundial.
Durante una visita que realizó a Tanzania el fin de semana, el presidente estadounidense George W. Bush intentó aplacar a Belgrado diciendo que "el pueblo serbio puede saber que tiene un amigo en Estados Unidos".
Pero tanto Rusia como China se oponen fuertemente a cualquier reconocimiento, lo que por lo tanto desbarata las posibilidades de que Kosovo se integre a la ONU.
Al mismo tiempo, tres miembros no permanentes del Consejo de Seguridad —Indonesia, Sudáfrica y Vietnam— también expresaron sus reservas en torno a Kosovo.
Rusia, que protege a la minoría serbia de Kosovo, es consciente de las implicancias políticas que la declaración unilateral de independencia del domingo puede tener para el movimiento separatista dentro de sus propias fronteras, en la república de Chechenia.
Los rusos han amenazado con usar su poder de veto para impedir que la ONU dé su bendición política al nuevo estado.
"Los actos ilegales del liderazgo albano-kosovar y de aquellos que lo apoyan sientan un precedente peligroso", dijo Churkin el lunes, dirigiéndose a los presentes en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad.
China, otro miembro con derecho a veto, teme una posible declaración unilateral de independencia por parte de Taiwán y Tíbet, a los que considera bajo su soberanía y jurisdicción.
"El acto unilateral de Kosovo podría producir una serie de resultados que conduzcan a una influencia seriamente negativa sobre la paz y la estabilidad en la región de los Balcanes", dijo el portavoz de la cancillería china, Liu Jianchao, en Beijing.
China está "profundamente preocupada" por esto, agregó.
La autoproclamación de independencia de Kosovo también amenaza con alborotar el avispero político fuera de las fronteras europeas.
Sri Lanka, que desde hace mucho tiempo combate al movimiento separatista tamil en sus provincias del norte y el este, advirtió que la declaración de independencia de Kosovo podría sentar "un precedente inmanejable en el comportamiento de las relaciones internacionales" y es una violación de la Carta de la ONU, que garantiza la soberanía de los estados.
Desde los años 60, Filipinas viene combatiendo al Frente Moro de Liberación Nacional, que busca crear una nación-estado musulmán en Sulu Mindanao.
El gobierno de Tailandia lucha contra la Organización por la Liberación del Pattani Unido, fundada en 1968, y cuyo objetivo último es establecer un estado musulmán en el sur del país.
En Europa, las reservas en torno a la independencia de Kosovo proceden de Chipre, España, Eslovaquia, Grecia y Rumania, algunos de los cuales enfrentan a potenciales secesionistas o bien a minorías desesperadas.
Rusia advirtió que se vengará contra la independencia de Kosovo reconociendo a las dos regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, que ahora son partes integrales de Georgia, estado miembro de la ONU.
"Tras siglos de guerras y peleas, Europa optó en última instancia por la legalidad internacional", dijo Churkin. Cualquier distanciamiento de este principio básico se verá cargado de "repercusiones impredecibles para todo el continente".
El enviado ruso también destacó que los intentos de decidir el futuro de los pueblos a través de la interpretación arbitraria del derecho internacional y de pasos unilaterales pasando por encima de la ONU destruyen "el esfuerzo colectivo por fortalecer las capacidades internacionales anti-crisis basadas en los principios fundamentales de la Carta" del foro mundial.
"Uno no puede restringir la democracia y el régimen de derecho únicamente por procesos internos y al mismo tiempo aplicar métodos monopólicos e ilegales en los asuntos internacionales", alegó.
Desde 1999, Kosovo es una provincia administrada por la ONU, según estableció la resolución 1244 del Consejo de Seguridad.
"Cualquier paso displicente que pase por encima del Consejo de Seguridad para reformar las presencias internacionales en Kosovo o cambiar sus mandatos con el propósito de formalizar o dar apoyo a una declaración unilateral de independencia de Kosovo iría contra el derecho internacional y, por sobre todo, (contra) la Carta de la ONU y los principios universales de mantenimiento de la paz", dijo Churkin a los delegados.