La disculpa del primer ministro de Australia, Kevin Rudd, a los aborígenes de su país por las injusticias que sufrieron en el pasado fue un hecho trascendental, pero aún quedan temas por resolver.
"Pedimos perdón a estas 'generaciones robadas', a sus descendientes y a las familias que dejaron atrás por el dolor y el sufrimiento que debieron atravesar", dijo Rudd en referencia a los indígenas australianos separados por la fuerza de sus comunidades.
El discurso del primer ministro ante el Parlamento, a quienes todos se refieren como "la disculpa" desde que lo pronunció el 13 de febrero, generó un gran interés del público. El recinto estuvo colmado y centenares de miles —indígenas o no— lo vieron en vivo por televisión.
"Como primer ministro de Australia pido perdón. En nombre del gobierno y el Parlamento australianos, pido perdón. Y les ofrezco esta disculpa sin reservas", afirmó.
"Veo la disculpa como un gesto épico de parte del Estado colonizador australiano hacia quienes fueron desposeídos y colonizados", dijo el líder aborigen Pat Dodson, director del Consejo Central de Tierras.
Muchos tomaron el discurso del laborista Rudd como una adjudicación de culpas a los ciudadanos ordinarios, en lugar de considerarlo un reconocimiento simbólico a injusticias pasadas. Una encuesta reveló que 64 por ciento de los consultados estaban en desacuerdo, pero otra más reciente mostró que 70 por ciento de los votantes apoyaban "la disculpa".
Una muestra de la brecha entre el anterior gobierno conservador y el actual respecto de este tema es que el ex primer ministro John Howard (1996-2007), ahora retirado de la política tras la derrota electoral de noviembre, fue el único ex jefe de gobierno que no asistió al discurso de Rudd.
La popularidad de Rudd es alta. Según una encuesta, 70 por ciento de los entrevistados dijeron que era el primer ministro de su preferencia. El líder laborista protagonizó algunos hechos impactantes en lo que va de su breve gestión.
Rápidamente comenzó el proceso de ratificación del Protocolo de Kyoto contra el cambio climático y anunció su decisión de dejar lado la oposición de Howard a la declaración de la Organización de las Naciones Unidas sobre derechos de los pueblos indígenas.
Sin embargo, será juzgado en definitiva por los hechos que produzca más allá de los actos simbólicos.
El gobierno ya ha dicho que descartó establecer un fondo de compensación para las "generaciones robadas", que les ahorraría el costo emocional de largas batallas legales. Aunque ya existe un precedente: el año pasado, Bruce Trevorrow demandó con éxito a las autoridades y otros también han iniciado juicios.
Antes del discurso de Rudd, el portavoz de la Alianza Nacional Aborigen, Les Malezer, dijo que una disculpa sería una pérdida de tiempo si no estaba acompañada por una compensación económica.
Aunque el gobierno laborista no parece dispuesto a hacerlo, las autoridades locales se muestran más abiertas a dar ese paso. Tasmania ya ha establecido un fondo de compensación y otros estados están actualmente evaluando esa posibilidad.
Otro tema es la controvertida intervención gubernamental, durante el gobierno de Howard, en las comunidades aborígenes, como respuesta a "generalizados" y "serios" abusos infantiles.
Las medidas incluyeron condicionar los pagos de subsidios estatales a la asistencia de los niños a la escuela, restricciones a la venta de alcohol en las comunidades indígenas y la imposición de contratos de alquiler por cinco años en las tierras comunitarias.
El tema creó divisiones tanto entre los aborígenes como en el resto de la población. Algunos apoyaron la decisión, mientras que otros la calificaron de "paternalista" y un "robo de tierras". El gobierno de Rudd, que apoyó esas medidas desde la oposición, intenta mantenerlas, con la reintroducción de permisos para acceder a las áreas indígenas, salvo para periodistas y contratistas del Estado.
Asimismo, el gobierno enfrenta otro desafío para determinar la estructura de un nuevo organismo nacional que represente a los aborígenes australianos, luego de haber disuelto el Consejo Nacional Indígena en enero.
Sus miembros eran designados, no elegidos, y nunca fue muy popular. Fue establecido luego de que Howard suprimiera en 2005 a su antecesor, que sí se integraba a través de un mecanismo de elección.
Los indígenas australianos no tienen una posición común. Algunos reclaman que los miembros del organismo sean designados a través del voto, otros están dispuestos a llegar a un compromiso. El gobierno parece favorecer una mezcla de integrantes designados y otros representativos de la comunidad.
"Es importante que el nuevo cuerpo incluya a miembros de las comunidades urbanas, regionales y remotas", dijo la ministra de Asuntos Indígenas, Jenny Macklin.
Pero el mayor desafío para el gobierno reside en el tema de la salud de los aborígenes. Rudd consideró su disculpa como un comienzo, que daba paso para la consideración de otras cuestiones. Si no logra avances en temas como la expectativa de vida y la tasa de mortalidad infantil de los indígenas australianos, "la disculpa" terminará perdiendo su brillo.