Los agentes de la policía antidrogas del aeropuerto internacional Jorge Chávez, el más importante de Perú, tuvieron mucho trabajo el último año: casi dos arrestos diarios de «burros» que cargaban cada uno un promedio de cinco kilogramos de cocaína pura.
En 2005 fueron detenidos 249 "burros" —o "mulas" como también se llama a estos correos ilegales—, en 2006 fueron 454, y el año pasado la cifra trepó a 721 personas con un total de casi cuatro toneladas de cocaína, informó a IPS la Dirección Nacional Antidrogas de la policía.
La modalidad preferida de este traslado consiste en tragar unas 10 cápsulas con 100 gramos de droga cada una. Pero a menudo las cantidades son mayores, y el polvo se esconde en maletas de doble fondo, se adhiere al cuerpo con cintas adhesivas o se camufla en diversos envases.
De la totalidad de capturados, 453 son peruanos (62,8 por ciento) y el resto extranjeros, especialmente de España (45), Holanda (29) y Brasil (18). Más de tres cuartos de las mulas peruanas son pobres o desempleadas.
Según el registro de las historias de los detenidos que posee la policía antinarcóticos del aeropuerto, los narcotraficantes pagan unos 1.000 dólares a los que ingieren cápsulas y los envían a Brasil o a Argentina.
Si la ruta es hacia Estados Unidos, Europa o Asia, ¬donde la droga tiene mayor valor, el pago puede oscilar entre 2.000 y 3.000 dólares. Cuanto más viajan, más cobran, si es que no son atrapados por la policía o mueren cuando se abre un recipiente en el estómago.
Para un peruano pobre o sin trabajo el pago por tragar las cápsulas y viajar entre cinco y cuatro horas por avión a São Paulo o Buenos Aires ¬es un empleo temporal muy atractivo, a pesar de los riesgos.
Por eso crece el número de quienes se atreven. En 2006 fueron aprehendidos 193 contra 453 el año pasado.
La pobreza es un terreno fértil. La prensa peruana, acostumbrada a publicar noticias de capturas de mulas, fue sorprendida el 22 de diciembre con el arresto de Evelyn Changra, de 43 años, quien pretendía viajar a Buenos Aires con un kilogramo de cocaína en el estómago, acompañada de sus hijos de 17 y 15 años, que también cargaban droga en sus cuerpos.
"Se trataba de una familia muy pobre de San Juan de Lurigancho", dijeron a IPS fuentes de la policía, en referencia a uno de los distritos más poblados de Lima, donde se multiplican los pueblos jóvenes, barrios precarios de familias empobrecidas.
"El narcotraficante que captó a Evelyn Changra le prometió alrededor de 3.000 dólares si viajaba con sus hijos. Ella aceptó porque nunca en su vida le habían ofrecido tanto dinero", dijo el agente.
Buena parte de los "burros" peruanos provienen asimismo de los limeños Villa El Salvador, Comas y Carabayllo.
De los 721 apresados en el aeropuerto, 303 (42 por ciento) se dirigían a Brasil, 148 (20,5 por ciento) a Argentina y 122 (16,9 por ciento) a España. La apertura de rutas aerocomerciales de Lima a São Paulo a precios bajos estimuló a las mafias a usar ese destino con más frecuencia.
En Argentina, los narcos desarrollan sus actividades en la numerosa comunidad peruana de Buenos Aires, y por intermedio de familiares reclutan burros desde zonas pobres como San Juan de Lurigancho. De hecho, los cabecillas más importantes que operan en la capital argentina salieron de ese distrito.
"Las que capturamos suelen ser personas a las que identificamos porque se ponen muy nerviosas, actúan sospechosamente o porque por su aspecto no están en condiciones de pagarse un pasaje en avión. Pero son varios los que consiguen salir del país", explicaron las fuentes policiales.
Con todo, "es imposible obligar a todas las personas a pasar por los rayos X…, también es imposible revisar todo el equipaje, cada objeto que eventualmente podría esconder cocaína", agregaron.
Ante el crecimiento del fenómeno, el presidente Alan García anunció que dialogará con gobiernos de algunos países para que sus nacionales cumplan condenas en sus respectivos países, y descongestionar las cárceles peruanas. El Instituto Nacional Penitenciario informó a IPS que sólo 18 por ciento de los burros detenidos han sido condenados.
En el penal limeño de mujeres de Santa Mónica hay 1.275 reclusas acusadas de delitos vinculados con las drogas: 942 peruanas y 207 extranjeras. Menos de 240 han recibido sentencia.
Si un burro acepta colaborar con la justicia puede obtener una reducción de pena de hasta siete años. Pero si se niega a cooperar, podría ser acusado de pertenecer a una organización internacional de narcotráfico, delito que se paga con hasta 15 años de reclusión.
"Hay una verdadera oleada. Todo indica que en 2008 habrá otro récord. Ahora los narcotraficantes están captando personas de los valles de producción de cocaína. Les resulta más barato, porque no es lo mismo perder de golpe un cargamento de media o una tonelada de cocaína que un kilo cuando es detenido un burro", señaló a IPS un oficial de la policía antidrogas.
Los principales centros de producción de cocaína se encuentran en el valle del Huallaga, en la selva amazónica, y en el valle de los ríos Apurimac y Ene, en el sureste andino. La pobreza en ambas regiones es enorme. En algunas localidades hasta 70 por ciento de la población es pobre.
De acuerdo con el informe de 2007 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, por sus siglas en inglés), Perú registra un paulatino aumento de la producción de cocaína en los últimos cinco años.
En 2001, la producción estimada de clorhidrato de cocaína alcanzó 150 toneladas, en 2006 se elevó a 280 toneladas.
Sin embargo, según las propias cifras de la policía peruana, el año pasado cayó la incautación de drogas. En 2006, se decomisaron 14,6 toneladas de cocaína, y en 2007, algo más de ocho toneladas, una buena noticia para los traficantes.