Las negociaciones comerciales entre la Unión Europea (UE) y las ex colonias fueron un «desastre» en materia de relaciones públicas, sostuvo un alto funcionario del bloque.
Tan sólo 35 de las casi 80 ex colonias europeas en África, el Caribe y el Pacífico, conocidas como países ACP, firmaron los Acuerdos de Asociación Económica (EPA, por sus siglas en inglés).
Estos convenios obligan a esas naciones del Sur a eliminar la mayor parte de los aranceles que gravan los productos de la UE.
La Comisión Europea, órgano ejecutivo del bloque, siempre consideró a los EPA una herramienta positiva para el desarrollo económico, según el director de Relaciones con Países ACP, Klaus Rudischhauser.
"Sigo convencido de que lo son, pero el problema es el gran fracaso de las comunicaciones", añadió.
[related_articles]
La percepción dañina de los acuerdos que tienen activistas que luchan contra la pobreza dificultó el trabajo de la Comisión, sostuvo Rudischhauser.
En lo sucesivo, la Comisión tendrá que tomar "más en serio" a las organizaciones no gubernamentales del Sur en desarrollo. Ahora puede ser demasiado tarde, admitió, para que adopten una postura más positiva hacia las políticas comerciales de la UE.
"No estoy seguro de que podamos remontar la montaña de los EPA", apuntó.
Rudischhauser fue uno de los oradores de una conferencia realizada en Bruselas para examinar las consecuencias del nuevo Tratado de Lisboa de la UE para la lucha contra la pobreza.
El Tratado de Lisboa es un marco jurídico para regular el alcance y los procedimientos futuros de la UE a fin de adaptar sus instituciones y métodos de trabajo, y consolidar la legitimidad democrática del bloque y la base de los valores fundamentales.
Los jefes Estado y de gobierno europeos firmaron ese tratado en la capital de Portugal el 13 de diciembre de 2007. El convenio debe ser ratificado por cada uno de los 27 países miembro de la UE antes del 1 de enero de 2009 para su entrada en vigor.
Irlanda es el único país que someterá el tratado a referendo, previsto para mayo.
El convenio reconoce formalmente que la erradicación de la pobreza es el objetivo clave de las políticas de asistencia al desarrollo de la UE.
Sin embargo, el jefe de la división de Desarrollo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Austria, Stefan Weidinger, cuestionó el compromiso genuino del bloque con ese fin.
Basado en su experiencia de más de una década de debates en el seno de la UE, Weidinger concluyó que "el caro principio de erradicar la pobreza se convirtió en un discurso de los dientes para afuera".
Son inadecuados los procedimientos para asegurarse de que la asistencia otorgada a ciertos países específicos llegue efectivamente a los pobres, sostuvo.
"Tenemos que saber quiénes son los pobres", explicó. "Pero no andan con un cartel que diga que viven con menos de dos dólares al día. Llegarles de forma directa es muy difícil. Entonces tenemos que reforzar el proceso para asegurarnos de que el dinero llegue a destino".
Hay "falta de consenso" entre los políticos europeos acerca de qué "se entiende por erradicación de la pobreza", señaló Louise Hilditch, de la oficina de Bruselas de ActionAid.
Hasta que no haya una mayor claridad al respecto, las discusiones acerca de las actividades de la UE caerán en el "vacío", apuntó.
Otros participantes de la conferencia hicieron una evaluación más positiva de las posibles consecuencias del Tratado de Lisboa.
Como mayor donante, la UE contribuyó con la educación básica de 11 millones de niñas y niños en India entre 2001 y 2006, señaló el ministro británico de Desarrollo Internacional, Gareth Thomas.
El objetivo de erradicar la pobreza quedará consagrado por primera vez en un estatuto de la UE, remarcó.
El tratado debe implementarse de tal forma que garantice una "mayor consistencia" de la postura de la UE hacia las naciones pobres, apuntó Thomas.
"No tiene sentido" que la UE tenga un comisionado para asistencia al desarrollo, encargado de las relaciones políticas con África, y otro de relaciones exteriores, para las naciones pobres de América Latina y Asia.
Una de las novedades institucionales del Tratado de Lisboa es que la UE tendrá una figura política similar a la de canciller, pero se llamara alto representante para política exterior y seguridad, que será vicepresidente de la Comisión Europea y presidente de las reuniones de los gobiernos del bloque.
Europa debe contar con un comisionado aparte para desarrollo que responda al alto comisionado, según el Elmar Brok, representante alemán en el Parlamento Europeo.
Las políticas de desarrollo deben considerarse también de seguridad, añadió. El "problema" de la migración de países pobres a Europa "no puede resolverse" con un mayor énfasis en el control de las fronteras, sino "brindándoles más oportunidades para quedarse en sus países".
La política exterior y la de seguridad no pueden ir juntas, sostuvo el fundador de la organización Islamic Relief, Hany El Banna. El "efecto reacción" tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington puede observarse aún en los políticos europeos más de seis años después.
La política de desarrollo no debe subordinarse a los objetivos de política exterior estratégica ni de seguridad, señaló el director del Instituto de Desarrollo Alemán, Dirk Messner.
El alto representante no debe ser "jefe" de un comisionado de desarrollo, añadió, sino que deben trabajar de forma coordinada.
Gran parte de las discusiones en torno a la política exterior de la UE tiene que ver con cuestiones institucionales y no con la obtención de resultados concretos, señaló Michel Labollay, asesor del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida.
También criticó la decisión de la Comisión Europea de que la mitad de la asistencia debe ser entregada a las arcas nacionales de los países beneficiarios, en vez de destinarla a mejorar la salud y la educación de los pobres.