El embajador colombiano en China, Guillermo Vélez, esperaba ser el primero en celebrar la «marcha contra las FARC», convocada para este lunes al mediodía en Colombia (17:00 GMT), y para este domingo en Beijing.
Vélez envió profusamente correos electrónicos a sus contactos locales para invitarlos a la jornada contra las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), insurgencia que usa el secuestro y la toma de rehenes como arma de guerra.
Pero, debido al lunes de Carnaval, en Brasilia, la protesta se adelantó al viernes.
Según la cancillería colombiana, sus funcionarios y nacionales residentes marcharon allí con diplomáticos de México, Panamá, Serbia, la Comisión Europea y España, así como los agregados militares de Francia, Ecuador, Estados Unidos y Chile.
Así, mediante la activa participación de embajadas y consulados colombianos en 45 países, el gobierno dice que "se une" a esta marcha, ideada por un grupo de personas en Facebook, red social por Internet, y que espera tener eco en más de 131 ciudades.
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Su objetivo inicial era conseguir "un millón de voces contra las FARC". Aunque hasta el momento suman menos de 300.000, sostienen que tuvieron que abrir un sitio (www.colombiasoyyo.org) ante la avalancha inicial de adhesiones.
El sitio tiene versiones en 11 idiomas e indica las "canciones oficiales del evento" y logos permitidos.
Su núcleo iniciador se presenta como "colombianos del común", "un grupo sin filiación política" cuyo objetivo es "construir a Colombia sin FARC".
Dicen que no pidieron apoyo gubernamental, y que fue el gobierno el que decidió apoyarlos a ellos.
El grupo se inició sobre la ola de rechazo a las humillantes condiciones en que las FARC mantienen a sus prisioneros de guerra y rehenes civiles, y que quedaron en evidencia en las pruebas de supervivencia logradas por gestión del presidente venezolano Hugo Chávez y por relatos de ex cautivos.
Chávez intentó, entre agosto y noviembre, poner de acuerdo al gobierno colombiano y a las FARC para un canje de prisioneros de ambos bandos y liberar a rehenes civiles de la guerrilla. Logró la libertad de dos políticas y causó un impacto sin precedentes en el drama, que se extiende por más de 10 años sin encontrar solución y ante la habitual indiferencia de los colombianos.
Desde la cárcel, donde esperan amplios beneficios jurídicos pactados con el gobierno, 14 jefes del narcotráfico y ex comandantes de las ultraderechistas Autodefensas Unidas de Colombia también se unieron a la "gran manifestación", mismo término que promueve la fuerte campaña mediática.
"Es inadmisible cualquier tentativa de reconocimiento político al terrorismo, originada en la manipulación y distorsión artera y perversa del tema humanitario del secuestro", señalaron en referencia al reconocimiento del estatus de beligerancia que propuso Chávez para las guerrillas colombianas, como fórmula para que éstas se acojan al Derecho Internacional Humanitario y abandonen el secuestro.
A los ex jefes del paramilitarismo los precedió en el apoyo a la marcha un grupo llamado Tercera Fuerza Bogotá (TFB), cuyo lema es "Familia, raza, nación".
En un vídeo publicado en el sitio web Youtube, la TFB advierte, sobre imágenes de Chávez: "Nuestra nación se ve amenazada por los intereses mezquinos de la izquierda internacionalista", y luego canta, a ritmo de rock, que en Berlín "con los rojos y judíos no había piedad".
"Cerda comunista, ¿sabes cuál es tu destino?… Esta noche firmarás tu sentencia final", profieren sobre fotografías de la senadora colombiana liberal Piedad Córdoba, quien involucró a Chávez en el acuerdo humanitario.
"El pueblo somos más", se lee en un segmento del filme de la TFB al son de una marcha militar (la "Marcha Anti FARC"). "Es hora de levantar la espada y defender campos y ciudades, detener al rojo opresor y reconstruir nuestro futuro", señala.
Córdoba ha recibido recientemente ataques espontáneos en centros comerciales, por parte de un taxista que la transportaba y de pasajeros que viajaban con ella en el mismo avión hacia Caracas, al tiempo que los medios locales se burlan incluso de su indumentaria.
Pero la protesta contra las FARC está lejos de la uniformidad, y canaliza el rechazo y la impotencia también ante el horror paramilitar, lo que molestó a sus promotores.
Estos criticaron el miércoles al centroizquierdista Polo Democrático Alternativo (PDA), que cita en Bogotá a una concentración, una hora antes, en la misma Plaza de Bolívar a donde confluirá la marcha promovida por ellos.
Se trata de "una contramarcha" advirtió Rosa Parra del grupo Facebook, y pidió que el PDA "no tergiverse el mensaje", pues reclama lo mismo que el partido liberal, el acuerdo humanitario y el fin de la violencia guerrillera y paramilitar.
"Es contra las FARC", dijo Óscar González, "el mensaje se va a dispersar", advirtió Pierre Gonzaga, ambos de Facebook, que niegan que la marcha pretenda un plebiscito oficialista o, como promueve la ex ministra de Defensa Martha Lucía Ramírez contra el presidente Chávez, quien se enfrentó con Uribe cuando éste puso fin a su mediación, generando una fuerte crisis entre las dos naciones andinas.
El ex magistrado Carlos Gaviria, presidente del PDA y segundo en votos en las elecciones que reeligieron a Uribe en 2006, expresó que le parece "raro" que los organizadores de la movilización descalifiquen "a quienes no piensan igual que ellos".
"Unos consideran un factor, nosotros consideramos varios factores", señaló.
Un anónimo advirtió el viernes que si Gaviria acude a la Plaza, "te volveremos picadillo vivo a machete y hacha", y que es vigilado por "nuestra cuadrilla de Ciudad Bolívar", gigante comuna al sur de Bogotá donde hay zonas bajo control paramilitar. "La consigna es no dejarse provocar", dijo a IPS Amaury Padilla, defensor de derechos humanos sobreviviente de un atentado paramilitar y miembro del PDA, partido que advirtió "sobre posibles saboteos y atentados el día lunes en la Plaza de Bolívar, por parte de grupos neonazis".
Mientras vendedores ambulantes aprovechan para ofrecer camisetas con los logos "oficiales" de la marcha, y las autoridades consideran medidas como prohibir el porte de armas y adoptar una ley seca, las familias de los rehenes civiles, militares y policías sometidos al canje no ocultan su angustia ante la polarización creciente.
No marcharán, y a cambio elevarán plegarias en distintas iglesias por la vida, la salud y la libertad de sus seres queridos.
Gustavo Moncayo, "el caminante por la paz", docente y padre de un militar en manos de las FARC hace más de 10 años, que en dos marchas por el acuerdo humanitario atravesó Colombia a pie desde el suroccidente y llegó hasta Caracas, también ha recibido amenazas de muerte.