«La dictadura militar declaró la guerra al pueblo de Birmania», advirtieron Nilar Thein, Tun Myint Aung y Soe Htun, disidentes que viven en la clandestinidad en Rangún desde hace cinco meses.
"Estamos prontos para hacer frente a la intimidación. Estamos listos para enfrentarnos con esta violenta y brutal junta militar", indica la declaración emitida por estos tres opositores.
Se trata de una declaración de gran peso político en esta nación, controlada por sucesivas dictaduras militares desde hace 45 años.
Estos tres disidentes pertenecen a la prestigiosa "Generación del 88", integrada por ex estudiantes universitarios que encabezaron las protestas prodemocráticas sofocadas a tiros por las fuerzas de seguridad en agosto de 1988.
La oposición pagó un alto precio por sus ideas. Estuvieron presos durante años, nueve, en el caso de la disidente Nilar Thein.
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Esta declaración fue la reacción más fuerte entre las surgidas por organizaciones disidentes tras el anuncio oficial del fin de semana, según el cual la junta programa un referéndum constitucional.
El régimen también anunció que prevé "elecciones democráticas multipartidarias" para 2010.
"El referéndum constitucional será un campo de batalla entre el régimen, que quiere gobernar para siempre, y el pueblo de Birmania, que quiere libertad", advirtió la declaración de dos páginas redactada por los "Estudiantes de la Generación 88".
"Urgimos al pueblo de Birmania a rechazar la Constitución patrocinada por la junta militar", agregó.
Y la junta birmana no podrá tomarse a la ligera semejantes palabras, dado que este grupo de ex estudiantes universitarios demostró su capacidad —incluso enfrentando severas restricciones— de galvanizar el apoyo público para desafiar a la junta.
Fue la Generación 88 la que primero salió a las calles, a mediados de agosto, para protestar contra el aumento de 500 por ciento en los precios del petróleo. Las manifestaciones pacíficas de miles de monjes budistas y civiles fueron brutalmente reprimidas en septiembre.
El reiterado uso de la fuerza en el periodo anterior al referéndum de mayo puede no ser fácil, según analistas, pues el régimen espera usar la consulta como válvula de escape de la presión internacional a la que está sometida tras la ofensiva de septiembre.
"La declaración muestra cuán frustrado está el pueblo, y cualquier intento de silenciar este enojo público no ayudará a la junta", dijo a IPS Win Min, experto birmano en seguridad nacional de la Universidad de Payap, con sede en la septentrional localidad tailandesa de Chiang Mai.
"La junta necesita el referéndum para sacarse la comunidad internacional de la espalda", señaló.
La fuerte retórica de la Generación 88 sólo confirma que en las próximas semanas la junta afrontará un "periodo de malestar y tensión", agregó.
"La junta puede haber esperado otra cosa con su intento de apresurar el referéndum antes de que la oposición se organice", agregó.
Las presiones de la junta por la aprobación de la tercera Constitución del país tienen el objeto de marginar a las organizaciones prodemocráticas y perpetuarse en el poder, según los críticos.
El proceso comenzó en 1993, cuando la junta estableció una convención nacional para elaborar la Constitución.
La dictadura se había negado a reconocer el triunfo de la opositora Liga Nacional por la Democracia (LND) en las elecciones legislativas de 1990, ocasión en que ese partido opositor logró 81 por ciento de los votos.
Este ejercicio de 14 años por redactar la Carta Magna, que finalizó el año pasado, estuvo marcado por las severas restricciones impuestas sobre los aproximadamente 1.000 miembros de la convención, amordazados a pesar de haber sido designados por la propia junta.
Entre las limitaciones se destacó la ley 5/96, que prohibió a los participantes criticar la elaboración de la Carta que había sido escrita por la junta. Los infractores fueron amenazados con 20 años de prisión.
La LND, liderado por la activista Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz, se había negado a participar en condiciones tan amenazantes.
También tuvo reservas sobre algunos aspectos clave de la Constitución, entre ellos la reserva de 25 por ciento de los escaños parlamentarios a militares designados por el comandante en jefe.
También es remota la perspectiva de que Suu Kyi, bajo arresto domiciliario 12 de los últimos 18 años, surja como la líder democráticamente electa del país durante los comicios propuestos para 2010.
La junta, temerosa ante la popularidad mundial de la líder prodemocrática, aplica una cláusula de la Constitución que prohíbe la candidatura a la presidencia de un birmano que se haya casado con un extranjero. Suu Kyi estuvo casada con un académico británico fallecido 1999.
"Incluso ahora, muy pocas personas conocen el proyecto actual, pues se negó la divulgación del borrador", dijo a IPS Zaw Min, portavoz del proscripto Partido Democrático para una Nueva Sociedad.
"Hoy el clima está peor que cuando Birmania tuvo su último referéndum, en 1974, para aprobar la segunda Constitución. Había un poco más de apertura entonces", añadió.
El apoyo internacional a un ejercicio político tan opresivo inflamará aún más los sentimientos dentro de Birmania, opinó Debbie Stothard, de Altsean, organización regional que aboga por la libertad política en Birmania.
"Si la comunidad internacional da la bienvenida a este referéndum sin conocer cómo fue redactada la Constitución ni las restricciones, se reforzará el sentimiento entre los birmanos de que fueron engañados de nuevo", sostuvo.
La advertencia de la Generación del 88 a la junta es más que una señal de la ira de un pueblo que ya ha tenido suficiente opresión de la junta y el engaño para permanecer en el poder, explicó en una entrevista. "Éste es un momento de vida o muerte para ellos", aseguró.