Los fuertes temporales que se hicieron sentir en varios distritos de Portugal los últimos dos días se saldaron con la muerte de tres personas, casas y establecimientos comerciales inundados, cultivos arruinados, rutas cortadas, árboles caídos y automóviles sumergidos en estacionamientos subterráneos.
En menos de seis horas en la madrugada del lunes, en el distrito de Lisboa llovió más que un mes completo de febrero en el pasado, y las precipitaciones ocurrieron al cumplirse los tres meses más secos en igual período de los últimos 91 años.
Sin embargo, la tragedia diluviana, que sorprendió a una población atónita y aterrorizada, era previsible.
En 2006, la entonces diputada Isabel de Castro, del Partido Ecologista Verde, advirtió que en Portugal "los cambios climáticos se tornarán especialmente dramáticos: aumento de la temperatura, mayor frecuencia de picos de calor, alteraciones de los índices de precipitaciones, incremento del riesgo de incendios forestales, más inundaciones y sequías alternadas"
Es precisamente lo que ocurrió el lunes y el martes, en especial en el distrito de Lisboa, pero que también fustigó las comarcas meridionales de Setúbal y Évora y Faro, de Castelo Branco, Portalegre y Santarem, en el centro-sur del país, de Viseu, en el centro-norte y en la septentrional Braganza.
Este miércoles, primer día de pleno sol, la emergencia continúa con redobladas acciones de los bomberos, empeñados en limpiar calles, caminos, edificios y casas inundadas tanto en Lisboa como en Cascais, Oeiras, Loures y Sintra, los concejos más afectados del distrito de la capital portuguesa.
En declaraciones a la prensa en la víspera, el ministro de Ambiente, Francisco Nunes Correia, aseveró que los problemas no surgieron por defectos de la Política de Ordenamiento del Territorio, "que ya no es un problema serio en Portugal".
El ministro optó por adjudicar las culpas de la situación creada por las fuertes lluvias a los municipios responsables por las estructuras urbanas, debido a la "falta de hábito" de realizar limpiezas regulares en los desagües para evitar las inundaciones.
La réplica fue inmediata. María das Dores Meira, alcalde de Setúbal, 45 kilómetros al sur de Lisboa, acusó al ministro de realizar "declaraciones graves e insensatas", mostrando que "habla así quien no sabe nada del trabajo de los municipios, una persona que está lejos de la ciudadanía".
A Dores Meira se le unieron los demás alcaldes, una postura apoyada por el presidente de la Asociación Nacional de Municipios Portugueses, Fernando Ruas, que se confesó "estupefacto" con las acusaciones de Nunes Correia.
También la asociación ambientalista Quercus consideró que "son necesarias medidas urgentes para invertir las tendencias actuales de expansión urbana" y evitar así que se vuelva a verificar lo ocurrido a comienzos de semana, con "una capital y un centro económico del país paralizados, convertidos en rehenes del mal tiempo".
Aparte de la polémica doméstica entre alcaldes y el ministro, Isabel de Castro dijo a IPS que el problema es mucho más vasto y preocupante, no sólo para Portugal sino para todo el mundo, porque "las alteraciones climáticas son el más grave problema ambiental que enfrenta la humanidad".
El cambio climático "representa una amenaza al equilibrio planetario, a la seguridad, al nivel del mar, a la preservación de la biodiversidad, a la escasez de agua, con los correspondientes incrementos de los problemas de salud asociados, en suma, al mantenimiento de las condiciones de vida y bienestar", añadió.
De Castro lamenta la falta de reacción oficial ante "este fenómeno que no se debe eludir, que se manifiesta en el inquietante aumento de la temperatura, en la desaparición de especies y en la multiplicación de fenómenos climáticos extremos".
Entre las consecuencias apuntadas, la activista ambiental destacó "el sufrimiento por las pérdidas humanas y económicas, que han contribuido para la creciente toma de conciencia de la necesidad de actuar conjuntamente para colocar los problemas ambientales en un lugar destacado en la agenda política internacional".
El origen de los problemas "está en el brutal aumento de la polución por los gases de efecto invernadero, dicho de otro modo, la irracionalidad, el fracaso del modelo de crecimiento dominante y la falta de una nueva cultura energética que acabe con la dependencia del petróleo", precisó.
Un nuevo modelo de utilización de la energía debe asentarse "en la diversificación de las fuentes, recurriendo a las renovables, aprovechando los recursos endógenos, en la eficiencia, y sobretodo en la capacidad de poner en práctica nuevas formas de vivir, de producir, de consumir", acotó De Castro.
Las inundaciones sufridas en Lisboa y en otros puntos del país "son rápidas, concentradas en un corto lapso, peligrosas y potencialmente mortíferas", explicó en el rescaldo de la tempestad Eusebio Reis, investigador del Centro de Estudios Geográficos de la Universidad de Lisboa.
Reis explicó a los periodistas que nunca había llovido tanto en febrero, concentrado en sólo un día. El único precedente, desde que existen datos confiables, de mayor cantidad de precipitación concentrada ocurrió en 1864.
El vaticinio de Reis es preocupante: "a medida que el tiempo pasa, la misma cantidad de precipitación va a tener consecuencias cada vez más graves, en especial en las zonas urbanas, donde hay cada vez más agua circulando en la superficie y cada vez menos subterráneamente".
En términos similares explicó los temporales Catarina Ramos, del Instituto de Estudios Geográficos da Universidad de Lisboa, al apuntar que las situaciones de lluvias fuertes e intensas podrán repetirse con frecuencia, una opinión compartida por Francisco Ferreira, dirigente de Quercus
La geógrafa y el activista señalaron el martes que en un futuro próximo serán comunes las ondas de calor y días de lluvias intensas. "El clima tiene la tendencia a convertirse en cada vez más irregular, se esperan menos días de lluvia, pero cuando esta ocurra, será más concentrada", asegura Ramos.
La experta recuerda que "es importante no construir en los lechos de inundaciones (ríos, esteros y quebradas), zonas que deberían se esencialmente de recreo", pero son lugares en los cuales "no se cumplen las leyes que existen y se cede a los intereses inmobiliarios", que construyen sin tener en cuenta la estructura natural de una ciudad.
Quercus, por su parte, también lamenta la proliferación de áreas urbanas en una Política de Ordenamiento del Territorio "cada vez más permisiva en las últimas décadas", que ha consentido desforestar, abriendo paso a "una urbanización caótica y sin criterios".
La historiadora Helena Matos, quien firma una columna semanal los miércoles en el diario Público, asegura que el problema mayor de Portugal son sus dirigentes, fustigando al ministro de Ambiente por "lavarse las manos" ante los problemas registrados, que según el funcionario, no dicen respecto al gobierno, sino a los municipios.
"Nuestro problema más grave no es el ordenamiento del territorio, sino nuestra tolerancia frente a la mediocridad, de la que Nunes Correia es uno de sus mayores beneficiarios", apuntó la analista.