El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, introdujo el mayor ajuste de gabinete desde que llegó al gobierno en 1999, con la intención declarada de reimpulsar su proyecto socialista tras su primer revés electoral y dejar atrás la imagen de radicalismo que contribuyó a esa derrota.
Chávez realizó cambios en 12 carteras claves de su gabinete de gobierno y en la vicepresidencia ejecutiva, donde colocó a Ramón Carrizales, un antiguo compañero de armas, hasta el momento ministro de la Vivienda y el Hábitat y con bajo perfil político, al contrario de su muy ideológico antecesor, Jorge Rodríguez, ahora defenestrado.
El propio mandatario explicó que los cambios responden a lo que definió como "nueva etapa de la revolución", fundamentada en lo que ha llamado como "las tres R: Revisión, Rectificación y Reimpulso" del proyecto socialista, que el electorado rechazó en el referendo sobre la reforma constitucional del 2 de diciembre.
Esa nueva etapa, precisó, estaría signada por "menos teoría y más praxis", y abandonará lo que calificó como "corrientes extremistas" de su gobierno, "porque no somos extremistas ni podemos serlo". También adelantó que con las tres R pretende buscar alianzas con la clase media e incluso con la burguesía.
"No podemos plantear tesis que han fracasado en el mundo entero, como eso de eliminar la propiedad privada", dijo Chávez al anunciar los cambios en un contacto telefónico con un programa de opinión del estatal canal de televisión VTV, un recurso habitual del mandatario venezolano para comunicar sus decisiones.
Justamente, la fracasada reforma constitucional planteada por Chávez incluía el impulso de varias formas de propiedad, como las colectivas y comunales, además de la privada.
La paulatina desaparición de la de la propiedad privada fue uno de los principales argumentos de la oposición contra la reforma, junto con el rechazo a la propuesta posibilidad de la reelección presidencial indefinida.
Entre los 12 cambios en el tren ejecutivo destacan los del entorno más cercano al presidente, como los de la Secretaría de la Presidencia y en Comunicación e Información, al frente de las cuales colocó a figuras con posiciones moderadas y dialogantes dentro del chavismo, que ya ocupaban o habían ocupado cargos importantes en el gabinete.
El flamante ministro de la Secretaría, Jesse Chacón, detalló en su primera rueda de prensa en el cargo que entre los que abandonan el gabinete están los dos conductores de la economía, los ministros de Finanzas y de Planificación. Esta última cartera estaba hasta ahora en manos de Jorge Giordani, considerado el mentor económico del presidente.
Los 12 nuevos ministros, en parte fruto de enroques dentro del gabinete y otros altos cargos, resaltan por tener un mayor perfil técnico que la mayoría de sus predecesores o por haber obtenido éxitos concretos al frente de sus anteriores funciones.
El profundo reajuste también saca de la escena al hasta ahora ministro del Interior y Justicia, Pedro Carreño, responsable de la seguridad ciudadana, en un país en que la violencia criminal es resaltado como el mayor problema.
Tan sólo en 2007 murieron a manos del hampa entre 12.000 y 13.000 personas, según diferentes cifras, y el último fin de semana del año en Caracas se cometieron 107 homicidios, según reportes periodísticos.
Carreño, además de concentrar las críticas por la desbordada inseguridad ciudadana, era una de las caras más radicales del gobierno, junto con el vicepresidente Rodríguez, al que Chávez encomendó ahora la conducción del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), cuyo congreso fundacional se realizará el 12 de este mes, tras dos fracasados intentos en 2007 de dar vida orgánica a la nueva plataforma política del chavismo.
Como ministro del Interior y Justicia, Chávez colocó de nuevo a uno de los comandantes con los que se sublevó en 1992, Ramón Rodríguez Chacín, muy cercano al presidente y que coordinó la abortada "Operación Emmanuel", para la liberación pactada de tres rehenes colombianos en manos de las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Para el analista Luís Vicente León, director de una de las principales encuestadoras del país, Datanálisis, la profunda cirugía realizada por Chávez en su gabinete no debe ser leída como un cambio de fondo en su proyecto de la llamada revolución bolivariana o en un paso atrás de la acción del gobierno.
"Lo que Chávez está atendiendo es fundamentalmente al aspecto de la percepción de su proyecto, buscando alejarlo de la imagen de radicalización que le han dado sectores chavistas y que el propio presidente ha alimentado", analizó León en diálogo con IPS.
La derrota en las urnas de la reforma constitucional fuerza al gobernante a promover "la reconexión con la masa chavista y con los ni-ni, que siempre lo habían seguido, pero a los que asustó en diciembre por la radicalización real de su proyecto y por la (imagen) vendida por la oposición", explicó León.
"Ni-ni" es la forma de denominar en Venezuela al amplio sector de la ciudadanía que no se considera chavista u opositor, pero que ha impulsado las consecutivas victorias del presidente en las urnas.
En el referendo de diciembre, más de tres millones de electores, que un año antes habían permitido la cómoda reelección del gobernante con 63 por ciento de los votos, le dieron la espalda y se abstuvieron de sufragar.
León consideró que el presidente, con el reajuste en su gabinete de 28 carteras, "no se deslinda de lo que ha hecho, sino de lo que ha dicho y de los riesgos de radicalización futura que han sido percibidos y alentados por sus discurso incendiarios".
"Le fue muy mal con ese radicalismo y está rescatando una imagen de moderación, y al mismo tiempo que aprovecha para limpiar esa imagen radical, castiga fracasos ostensibles, como el de Jorge Rodríguez", que estuvo al frente del comando chavista para el referendo sobre la reforma, analizó el director de Datanálisis.
El comentarista opositor Italo Luongo calificó el 2007 como "el annus horribilis" de Chávez, con el rechazo mayoritario de la población al cierre del canal de televisión RCTV, el surgimiento de una fresca oposición estudiantil, la imagen internacional de autoritarismo e intemperancia que le dieron la reforma y su discurso, y el fin de su imagen de imbatible en las urnas.
Según León, el año pasado, el gobierno cometió "demasiados errores, y ahora Chávez necesita, para volver a ser mayoría, dejar de asustar y reenamorar a sus electores, alejándose de los extremos ideológicos, aunque eso le provoque problemas en su ala más radical".
También tiene que responder la demanda de la población de que atienda sus problemas fundamentales y que, en síntesis, su gobierno aumente la eficiencia en resolver problemas como la inseguridad, la desbordada inflación, el desabastecimiento alimentario y otros temas que afectan las condiciones de vida cotidianas de la población.
La búsqueda de eficiencia y una menor ideologización estarían, para León, en la base de los cambios ministeriales. "Chávez tiene que regresar a una política de alianzas, porque su proyecto hegemónico perdió", explicó.
Esta nueva estrategia también está detrás de los anunciados cambios en la dirección de la Asamblea Legislativa, el parlamento unicameral y unicolor chavista porque la oposición no participó en su elección, pero donde se han producido importantes desgajamientos por el intento de convertir al PSUV en un partido único, vertical y hegemónico.
Chávez está urgido a que el gobierno, su partido y la Asamblea se conviertan en "instrumentos útiles", subrayó León, porque al finalizar 2008 se realizarán elecciones regionales y municipales, que tras el fracaso de la reforma adquieren renovado valor, y que serán decisivas para saber si la perdida de sintonía electoral fue coyuntural o no.
El chavismo controla 20 de las 24 gobernaciones de estado y la mayoría de las más de 20 alcaldías, pero la revivida oposición está en una posición de "ganar o ganar", va a estar muy motivada a votar y "el tema de la eficiencia o ineficiencia va a tener un papel fundamental en esos comicios, al igual que la reducción de las tensiones", dijo León.
Pero el gobierno se enfrenta a la paradoja de que más y más recursos, producto de la larga bonanza de los precios petroleros, han sido neutralizados en su efecto para la población por las altas cuotas de incapacidad operativa. "Y cuanto más se atrasen las soluciones de los problemas, más sensible estará la población a ellos", arguyó León.
"Para Chávez, 2008 es el año del aterrizaje en la realidad y parece haberlo entendido y tiene recursos para enfrentar el reto. Pero en su contra está el hecho de que lo operativo no es su fuerte y 2008 también va a ser el año de los muchos recursos contra la inoperancia", concluyó el director de Datanálisis.