La violencia sectaria en el área tribal pakistaní de Kurram, en la frontera con Afganistán, dejó más de 500 personas muertas y forzó el desplazamiento de civiles a la vecina Provincia de la Frontera Noroccidental.
El hecho coincidió con el conflicto entre combatientes del movimiento islamista Talibán y fuerzas del gobierno que ya divide a esa área.
La lucha entre facciones se corrió a Peshawar, capital de la Provincia de la Frontera Noroccidental. El 17 de este mes murieron 14 personas y 25 quedaron heridas tras el ataque suicida contra una procesión chiita, en honor al martirio del Imam Hussein, nieto del profeta Mahoma, en el año 680. El atentado ocurrió cerca de otro de similares características perpetrado el 27 de enero de 2007.
"Al menos 500 personas murieron en dos enfrentamientos entre chiitas y sunitas en abril y noviembre de 2007. La violencia enraizada ha sido ignorada por el gobierno", indicó Zulfiqar Ali, residente del área de Kurram, quien trabaja para el periódico en inglés Dawn.
El último enfrentamiento sectario, incluido el de Parachinar, capital de Kurram, empezó el 21 de noviembre de 2007 y duró un mes. Ambas facciones emplearon armas pesadas. Los combates dejaron a más de 300 personas muertas y más de 100 comercios incendiados. Mientras, el gobierno hace oídos sordos a la situación.
Miles de personas, tanto chiitas como sunitas, abandonaron sus hogares en Kurram, con más de 448.000 habitantes, y se trasladaron a Peshawar.
Kurram es una de las siete provincias del territorio de Áreas Tribales Bajo Administración Federal (FATA), entre la Provincia de la Frontera Noroccidental y Afganistán, conocida por ser la única de la zona sin presencia de combatientes de Al Qaeda ni del Talibán, al que se opone la mayoría chiita. El Talibán, de origen sunita, surgió en Afganistán y gobernó la mayor parte de ese país entre 1996 y 2001, cuando fue derrocado por una coalición encabezada por Estados Unidos. Se cree que combatientes favorables a esa organización cruzaron la porosa frontera de 2.400 kilómetros de largo y penetraron en FATA, junto a Al Qaeda, y alteraron el equilibrio entre las facciones locales.
El dictador Zia-ul-Haq (1977-1988) rompió un delicado acuerdo de administración político militar en Kurram que incluía funcionarios chiitas y sunitas. Desde entonces, la zona, montañosa y rara vez verde en comparación con las otras seis áreas, fue propensa a conflictos sectarios.
La brecha entre chiitas y sunitas de Pakistán se acentuó durante el régimen del general Zia cuando éste empleó a la juventud musulmana de los diferentes seminarios como carne de cañón.
La guerra entre chiitas y sunitas comenzó cuando la dictadura introdujo un solo libro de teología para ambas corrientes. Los chiitas, liderados por el fallecido Mufti Jaffar Hussain, organizaron una manifestación en Islamabad y obligaron al régimen a restaurar un libro de teología diferente para los estudiantes que practican esa rama del Islam.
En abril de 2007, un enfrentamiento en la provincia de Kurram, tras un atentado contra una procesión chiita, dejó casi 200 muertos y más de 100 heridos antes de que los ancianos de ambas facciones lograran sellar una tregua. También fueron saqueados y destruidos muchos comercios y casas.
Desde principios de los años 60, la animadversión entre comunidades religiosas derivó en enfrentamientos puntuales. Pero no fue sino hasta la década de los 80 que el asunto se agravó, tras la masiva llegada de refugiados afganos a la zona.
Los pakistaníes superaban a los refugiados en la Provincia de la Frontera Noroccidental, en FATA y en Baluchistán en una proporción de casi cuatro a uno, no así en algunas partes de Kurram donde los extranjeros igualaban o superaban a los locales, lo que causó un cambio demográfico y de patrón de vida.
Desde entonces, muchos afganos se radicaron de forma permanente allí e instalaron una corriente dura afín con la ideología del Talibán que amenaza la coexistencia pacífica. La incitación al odio de los clérigos avivó las llamas de la violencia, en tanto el gobierno local ignoró la situación o llegó a tomar partido.
La gran presencia chiita es una de las razones por las que la influencia del Talibán no es tan fuerte en Kurram como en las otras áreas tribales. Los sunitas y los chiitas de FATA y de la Provincia de la Frontera Noroccidental son pashtunes, al igual que el movimiento islamista.
Es responsabilidad del gobierno federal garantizar la seguridad de la población y tomar medidas contra los delincuentes que participan en tiroteos, asesinatos y saqueos a la propiedad privada en Kurram, sostuvo el presidente de la Organización de Estudiantes Imamia, de la rama chiita, Shafique Bangash.
"Sunitas y chiitas mantuvieron relaciones cordiales y vivieron en paz durante décadas, pero con la llegada de refugiados afganos, tras la invasión soviética a Afganistán, el sectarismo fortaleció sus raíces en Parachinar", dijo a IPS.
"Los que quedaron de la guerra de Afganistán o el Talibán son la fuente de todos los problemas y son los mismos que integran el terrorismo internacional", subrayó. "Combatientes sunitas de Kurram son los que avivan los enfrentamientos sectarios al atacar a la población".