Por primera vez en medio siglo, un jefe de gobierno griego viajó a Turquía en visita oficial, en un intento por resolver las diferencias que sumieron a ambos países en una profunda animadversión.
Ambos jefes de gobierno advirtieron, al cabo de la reunión, que ser mejores amigos es un proceso largo. Mientras, dejarán que empresarios, artistas y sociedad civil echen los cimientos para que los políticos construyan los puentes.
El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan y su par griego, Costas Karamanlis, anunciaron sus buenas intenciones, pero ni un solo acuerdo sobre las disputas bilaterales de larga data. Aun así, la visita oficial de un jefe de gobierno griego a Turquía, del 24 al 26 de este mes, fue considerada un éxito, así como que haya ocurrido sin disturbios.
Ambos mandatarios parecen tener una relación amistosa. Karamanlis asistió al casamiento de la hija de Erdogan hace dos años. Quizá haya condiciones para que mejoren las relaciones.
Las respectivas poblaciones pueden estar listas para un acercamiento, dejando de lado las facciones ultranacionalistas de ambos países. Después de todo, fueron ellas las que dieron el puntapié inicial para la sorprendente "détente" y los políticos los que continuaron la "diplomacia sísmica", como se la ha llamado. Los griegos acudieron en ayuda de los turcos tras el devastador terremoto ocurrido cerca de Estambul en agosto de 1999 y voluntarios turcos hicieron lo mismo cuando Grecia fue sacudida un mes después por un sismo.
Ese mismo año, en un cambio estratégico de política, Grecia respaldó a Turquía en su intento por ser el primer país islámico en ingresar a la Unión Europea (UE).
"La posición de Grecia obedece a su interés nacional de que Turquía se vea obligado por las normas de la UE, y no que sea un país beligerante que quede afuera", dijo a IPS el analista Necdet Kivanc.
Durante décadas, los dos vecinos, aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se consideraron enemigos.
Los griegos consideran a los turcos "expansionistas". Grecia perdió Estambul, a la que siguen llamando por su antiguo nombre Constantinopla y consideran sede de la Iglesia Ortodoxa de Grecia, en el siglo XV a manos del Imperio Otomano. Grecia se independizó luego del Imperio Otomano mediante la lucha armada.
Las políticas nacionalistas de Turquía redujeron la agitada comunidad griega de Estambul de 500.000 personas a principios del siglo XX a tan sólo 2.000 en la actualidad.
Turquía, que supera a Grecia en población—70 millones de habitantes frente a 10 millones y tiene una significativa ventaja militar, tiene preocupaciones diferentes, a pesar de que se enfrentaron en los años 20, cuando nació la República de las cenizas del decadente Imperio Otomano.
Los turcos lamentan la pérdida de unas cuantas islas en el mar Egeo (entre ellas Creta y Rodas), que Italia sacó al Imperio Otomano y cedió luego a Grecia. También recuerdan los comentarios de la prensa griega calificándolos de "bárbaros" e "incivilizados".
Además, no olvidan que Grecia dio refugio al arch-enemigo de Turquía, Abdullah Ocalan, líder del proscripto y separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), antes de ser capturado en 2001 y condenado a cadena perpetua en este país.
En el marco de sus tensas relaciones, los dos países estuvieron a punto de enfrentarse militarmente en 1996 cuando ambos reivindicaban dos islotes en el mar Egeo. La presión internacional obligó a las marinas de guerra a distanciarse.
Ambas naciones también están en desacuerdo acerca de sus aguas territoriales y la plataforma continental con sus posibles riquezas. Turquía sostiene que si Grecia expande sus aguas territoriales alrededor de sus islas del mar Egeo y del mar Mediterráneo, algunas de las cuales están frente a su territorio, entonces puede considerar que hay "causus belli", motivo de guerra.
La candente polémica, por la que buques de guerra siguen enfrentándose, no estuvo en la agenda de la vista de Karamanlis. Asimismo quedaron fuera los vuelos de la Fuerza Aérea turca en zonas del mar Egeo que considera suyas.
No hubo acuerdos sobre esos temas, pero Erdogan señaló que podía haber avances en dos asuntos importantes, el estatus del Patriarca Griego de Estambul y la reapertura de un seminario en una isla frente a esta ciudad.
El Patriarca es considerado líder espiritual de unos 300 millones de cristianos ortodoxos en el mundo, pero los turcos sólo lo consideran jefe de la pequeña comunidad ortodoxa griega de Estambul, y no un jefe ecuménico universal. Los turcos temen que su reconocimiento mundial lleve a la creación de una ciudad-estado como el Vaticano en Estambul.
El seminario de la isla había sido cerrado en 1971, cuando la formación religiosa quedó bajo control del gobierno. La Iglesia Ortodoxa Griega se queja de la escasez de sacerdotes desde la clausura.
Tampoco hubo avances respecto de Chipre, la isla dividida en dos, el sur, miembro de la UE, y el norte, la autoproclamada república turca, sólo reconocida por Turquía. Turquía invadió el norte de Chipre en 1974 cuando un golpe de Estado alentado por la dictadura griega de la época derrocó al gobierno chipriota a fin de unir la isla a Grecia. Pero el mundo de los negocios no se estancó por esos delicados asuntos políticos. Ambos líderes se mostraron a favor de aumentar los intercambios comerciales entre ambos países, que se elevaron de 200 millones de dólares en 1999 a 3.000 millones en 2007. También se promueven proyectos conjuntos en el exterior como el gasoducto que pasará por Grecia y Turquía y llevará metano de Azerbaiyán a Europa. Además, hubo una transacción económica impensable hace una década. El Banco Nacional de Grecia adquirió una participación mayoritaria en el Finans Bank, un importante banco privado de Turquía.
"La cooperación económica abre la puerta para un mayor acercamiento entre los dos países y ayuda a reparar el daño causado por fricciones y tensiones", sostuvo Karamanlis en un encuentro entre empresarios griegos y turcos antes de su partida.
"La cooperación entre empresarios, instituciones y organizaciones no gubernamentales alienta a los políticos a colaborar y crear políticas comunes", declaró, por su parte, Erdogan.
Al igual que los negocios, los deportes y el arte contribuyen a superar las diferencias. Los turcos celebraron el triunfo de Grecia en el Campeonato Europeo de Fútbol, conocido como Eurocopa, hace cuatro años. Una serie de televisión conjunta en la que un griego se casaba con una turca resultó un éxito en ambos países. Los intercambios culturales aumentan gracias a las iniciativas de la sociedad civil.
"Salvo por la religión, los turcos y los griegos son muy similares", sostuvo Yavuz Kemal, dueño de un restaurante en Estambul que suele viajar a Grecia. "Nos parecemos físicamente, actuamos de modo muy similar, peleamos igual y amamos y odiamos igual. Los quiero, mientras no se hable de política", señaló.