EEUU-IRÁN: Incidente naval hunde mensaje de Bush

Funcionarios del gobierno de Estados Unidos suelen hacer giras por Medio Oriente para mostrar a Irán como la mayor amenaza de la región. Esta semana fue el turno del propio presidente George W. Bush.

En el pasado, el mensaje a menudo caía en oídos receptivos. Hoy, los actores regionales recelan de la capacidad y la competencia de la Casa Blanca para manejar la cuestión iraní.

Bush repitió el miércoles, en conferencia de prensa conjunta con el primer ministro israelí Ehud Olmert, que Irán está embarcado en una carrera armamentista nuclear.

Pero por más que lo reitere, los actores regionales están cada vez más convencidos de que la estrategia de Washington hacia Teherán fracasará.

Estados Unidos siguió una política de aislamiento hacia Irán desde la crisis de los rehenes de 1979, que se intensificó tras el fin de la Guerra Fría y el inicio del proceso de paz de árabe-israelí en los años 90.
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Israel, que apenas unos años antes había presionado a Washington para abrirse a Irán, insistió en que no podría perseguir la paz con los países árabes a menos que el país norteamericano adoptara una línea más dura hacia el régimen islamista en Teherán.

El gobierno de Bill Clinton (1993-2001) diseñó en 1994 la denominada política "de contención dual", "para garantizarle a Israel que Estados Unidos mantendrá a Irán bajo control", según Kenneth Pollack, entonces analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y experto en asuntos iraníes.

Esa política alentó a Israel a "embarcarse en el arriesgado proceso de hacer la paz", agregó Pollack.

En palabras de Martin Indyk, subsecretario de Estado (vicecanciller) en el gobierno de Clinton, el proceso de paz entre israelíes y palestinos y el aislamiento de Irán son simbióticos.

"Cuanto más éxito tengamos en hacer la paz, más aislados estarán los iraníes. Cuanto más éxito tengamos en contenerlos, más posible será hacer la paz", dijo. Como consecuencia, la retórica agresiva de Israel y Estados Unidos a propósito de Irán llegó a su clímax en este periodo.

Mientras el fallecido primer ministro israelí Isaac Rabin (1922-1995) acusaba a Irán de "echar leña al fuego en Medio Oriente", en 1995 el entonces secretario de Estado estadounidense Warren Christopher advertía que "donde sea que se mire en esta región, se encontrará la mano maligna de Irán".

Las propias acciones de Irán hicieron poco por depositar muchas dudas sobre estas acusaciones.

De modo similar, el ex primer ministro británico Tony Blair (1997 y 2007) arremetió contra Irán en diciembre de 2006 en gira por Medio Oriente, procura de apoyo árabe a su campaña contra el régimen islamista.

Como ocurrió con Rabin y Christopher antes que él, Blair quiso formar un "arco de moderación", integrado por Israel y dictaduras árabes prooccidentales, para aislar a Irán.

Tras una década de hacer del aislamiento de Irán el eje central de la estrategia de Washington para Medio Oriente, está claro, a pesar de toda la retórica y el capital político invertido con ese fin, que la política de contención fracasó.

Aunque Teherán debió pagar un costo significativo, la política de aislamiento no impidió el predicamento del régimen en la región ni lo obligó a moderar su política exterior.

En su gira por Medio Oriente, Bush intenta dar la impresión de que no ha abandonado esta política y que un mayor apoyo de sus aliados puede resultar clave en la tarea de contención. Pero este mensaje probablemente será recibido con gran escepticismo.

Ahora, más que nunca, Washington parece tener pocas opciones más que efectuar un viraje en su estrategia hacia Irán, que mantuvo su programa nuclear a pesar de las sanciones, unas impuestas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otras, de carácter financiero y unilateral, a cargo del gobierno estadounidense.

La estrategia de estrechar cada vez más las sanciones del foro mundial chocó con la Estimación Nacional de Inteligencia (NIE, por sus siglas en inglés), un informe oficial periódico, que en su última edición, en diciembre, aseguró que Irán no posee hoy un programa de armas nucleares.

Como consecuencia, la muy anticipada tercera resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Irán no parece estar a la vista.

Rusia y China mostraron mayor resistencia a apoyarla tras la divulgación de la NIE y el embajador iraní ante la ONU se tomó un mes de vacaciones, lo cual refleja la falta de preocupación de Teherán.

Y en un gran embate a los esfuerzos estadounidenses de obligar a Irán a enfrentarse con un Consejo de Seguridad unido, Rusia comenzó a distribuir combustible nuclear al reactor iraní de Bushehr, tras años de postergaciones.

Segundo, los comandantes estadounidenses en Iraq aligeraron el tono de las acusaciones de interferencia iraní e indicaron que Irán presiona a sus aliados chiitas para que cesen las hostilidades.

El coronel Steven Boylan, portavoz del general David Petraeus, principal comandante de las fuerzas estadounidenses en Iraq, dijo este mes al diario The Washington Times que su país está "pronto para confirmar la excelencia del alto liderazgo iraní en el compromiso por frenar el financiamiento, entrenamiento, equipamiento y recursos de los de las milicias especiales".

La declaración contrastó fuertemente con evaluaciones anteriores del Pentágono sobre el involucramiento de Irán en la violencia iraquí.

Tercero, el líder supremo de Irán y máxima autoridad religiosa del régimen chiita, Alí Jamenei, envió una señal a Washington apenas días después, durante un discurso a estudiantes en la Universidad de Yazd.

"Nadie dijo que las relaciones con Estados Unidos tienen que cortarse para siempre" y que "el día en que tener relaciones sea de nuestro interés, seguramente seré el primero en aprobarlas", dijo entonces.

Estas declaraciones, inadvertidas por los medios de comunicación de Occidente, tienen una importancia innegable.

Cuarto, y tal vez lo más importante, la dirigencia política de Estados Unidos está enfrentada con la actual estrategia del gobierno.

Los tres principales aspirantes a la Presidencia por el opositor Partido Demócrata —Barack Obama, Hillary Clinton y John Edwards— favorecen una diplomacia incondicional con Teherán.

El aspirante del gobernante Partido Republicano, Mike Huckabee también favorece el diálogo. Nunca antes el apoyo a la diplomacia con Irán —particularmente en medio de una temporada electoral— fue tan fuerte en Estados Unidos.

Los países árabes iniciaron su propia apertura diplomática hacia Teherán a fin de evitar aparecer más conservadores que el propio Washington.

En diciembre de 2007, en un acto sin precedentes, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad fue invitado a la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo en Doha. Para no ser menos que Qatar, los sauditas también lo invitaron, en calidad de húesped especial de los reyes.

Además, la diplomacia entre Egipto e Irán se intensificó en las últimas semanas con varios visitantes de alto nivel.

Este acercamiento árabe ha vuelto el esfuerzo estadounidense de contener a Irán todavía más inviable.

En este contexto, la idea de formar una alianza estadounidense-árabe-israelí para contrarrestar el ascenso iraní parece más exagerada que nunca.

Así, el incidente del domingo entre cinco buques iraníes y tres barcos de la armada de Estados Unidos en el estrecho de Ormuz no denota para Medio Oriente una amenaza para la región, como sostiene el gobierno de Bush.

Más bien, la fuente de tensión más peligrosa es el actual estado de no-guerra/no-paz entre Estados Unidos e Irán, lo que ha creado una atmósfera en la que los incidentes en el mar —ya sean intencionales o accidentales— pueden escalar hasta convertirse en guerras totales con repercusiones impredecibles.

Como consecuencia, en vez de hacer que los árabes sean más receptivos al mensaje de Bush, el episodio naval puede llevarlos a perder aun más la fe en la política de aislamiento.

* Trita Parsi es autor de "Treacherous Triangle — The Secret Dealings of Iran, Israel and the United States" ("Triángulo traicionero: Las relaciones secretas de Irán, Israel y Estados Unidos", Yale University Press, 2007). También es presidente del Consejo Nacional Iraní Estadounidense.

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