A poco más de cuatro años de su última visita, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva pasó raudamente por Cuba, donde se reencontró con su homólogo y amigo, Fidel Castro, en condiciones totalmente diferentes esta vez.
En septiembre de 2003, el mandatario cubano lo recibió al pie del avión, rompiendo todo protocolo, y desde ese mismo instante se les vio siempre juntos, conversando o intercambiando comentarios en voz baja, incluso cuando los ministros de ambos países firmaban acuerdos destinados a ampliar los vínculos bilaterales, sobre todo en el área económica.
Ahora fue recibido en la isla caribeña la noche del lunes en el aeropuerto por el canciller Felipe Pérez Roque y luego cenó con el presidente en funciones, el general de ejército Raúl Castro, quien presidió además las conversaciones oficiales por la parte cubana.
El misterio alrededor del encuentro con Fidel Castro se mantuvo hasta el mismo instante de producirse. Casi al final de su visita, Lula fue recibido por el mandatario de 81 años, apartado de la dirección del país por graves problemas de salud desde el 31 de julio de 2006.
Castro "está listo para asumir su papel político en Cuba y el papel político que tiene en la historia", dijo Lula a la prensa, poco antes de viajar de regreso a su país la noche del martes, y añadió que su amigo tiene "una lucidez increíble y una salud impecable".
La noticia había sido confirmada en la tarde del martes por fuentes brasileñas, pero no fue transmitida en la emisión estelar nocturna del Noticiero Nacional de Televisión.
Aunque desde el año pasado, Fidel Castro ha priorizado el reencuentro con viejos amigos y, a pesar de algunas diferencias, ambos mandatarios parecen seguir siéndolo, la cita dependía de la autorización del equipo médico cubano que atiende al presidente, según habían adelantado fuentes del gobierno brasileño.
"Soy de una generación apasionada por la Revolución Cubana, tengo un cariño especial por Fidel. Vengo a Cuba desde 1985 y hubo un tiempo en que venía todos los años", dijo Lula, quien conoció a Castro durante la celebración del primer aniversario de la revolución sandinista en 1980, en Managua.
"Nada me anima contra Brasil", había escrito Castro, el pasado año, en una de sus "reflexiones" desde la prensa cubana sobre la fabricación de etanol a partir de alimentos, una industria en la cual el gigante sudamericano es líder mundial.
Dejando a un lado la polémica alrededor de los biocombustibles, generada el pasado año por la oposición de Castro a una iniciativa estadounidense apoyada por Brasil para el uso masivo de alimentos en la producción de energía, ambos países volvieron la mirada hacia los combustibles fósiles, específicamente el petróleo.
Entre los 10 "instrumentos jurídicos" firmados, se destaca un memorando de entendimiento entre la firma petrolera brasileña Petrobras y la estatal Cuba Petróleo (Cupet) para la participación de la primera en la "exploración y producción de petróleo y gas" en la zona económica exclusiva cubana en el golfo de México.
"Tenemos 59 bloques, de ellos 24 contratados y 35 disponibles", dijo a la prensa el presidente de Cupet, Fidel Rivero, quien espera que, tras unos seis meses de estudios, Petrobrás decida dónde comenzará a perforar. En los bloques contratados a riesgo trabajan compañías de España, Canadá, Malasia, Venezuela, India, Vietnam y Noruega.
Las dos firmas estatales firmaron, además, un memorando de entendimiento para la creación de una empresa mixta para la producción de aceites y grasas lubricantes en Cuba.
Entre los acuerdos aparece la implementación de proyectos de fortalecimiento institucional de entidades sanitarias, un contrato de licencia de patentes y transferencia de información técnica sobre el fármaco recombinante cubano Interferón Alfa-2B y ampliar el acceso a la información digital industrial de ambos países.
En la línea de financiamientos, anunciada como uno de los aspectos más relevantes de la actual visita, se acordaron créditos "millonarios" destinados a la compra de alimentos, equipamientos para la piscicultura y para la ampliación y modernización de la planta de níquel de Moa, a unos 750 kilómetros de La Habana.
El Comité de Financiamiento y Garantía de las Exportaciones de Brasil expresó, además, su voluntad de analizar el otorgamiento de nuevos financiamientos para proyectos cubanos en los sectores de hotelería, farmacia, biotecnología, infraestructura vial, industria azucarera y transporte.
Medios de comunicación informaron previamente desde Brasil que Lula viajaba a Cuba con la decisión de apoyar al país en un momento en que la isla "busca modernizarse", con créditos que podrían llegar hasta los 1.000 millones de dólares. La cifra exacta, sin embargo, no fue precisada en la isla por ninguna de las partes durante la firma de los acuerdos.
Según el ministro de Salud de Brasil, José Gomes, ambos países trabajan además en la búsqueda de un acuerdo entre universidades, que permita la validación en Brasil del título de medicina obtenido en Cuba. Hasta el momento, 143 médicos brasileños se han graduado en la isla y otros 475 aún cursan los estudios.
El total de becarios brasileños en Cuba asciende a 902, según fuentes oficiales cubanas. En tanto, 33 especialistas cubanos trabajan como cooperantes en Brasil, en los sectores de salud, deporte, educación superior y cultura y otros 44 participan en el combate contra el paludismo en la Amazonia. Brasil es el segundo socio comercial de Cuba en América Latina, después de Venezuela. El intercambio comercial entre ambos países pasó de 117 millones de dólares en 2002 a unos 400 millones en ventas brasileñas. El potencial, sin embargo, se calculaba a comienzos de esta década en unos 1.000 millones.
No se conoció si el tema de la deuda cubana fue abordada en las conversaciones entre Lula y el presidente en funciones, Raúl Castro. Estimada en unos 40 millones de dólares en 2003, economistas consultados por IPS consideraron que el monto actual no debe haber variado sustancialmente.
Más allá del tema económico, Lula reconoció la decisión cubana de firmar dos convenciones internacionales sobre derechos humanos. "Para nosotros es importante esa evolución política y queremos contribuir, queremos participar, queremos ayudar, sin ninguna injerencia de Brasil" en los asuntos internos de la isla, afirmó.
"Veo esta visita como parte del intento de muchos países dentro de la comunidad internacional de ir normalizando a Cuba dentro del marco de la comunidad internacional, a partir de una aparente nueva posibilidad que se abre con Raúl Castro", dijo a IPS Manuel Cuesta Morúa, portavoz de la coalición opositora Arco Progresista. "Recordando las palabras del papa Juan Pablo II, durante su visita a la isla en enero de 1998, Cuba se va abriendo al mundo y el mundo a Cuba", añadió.