Parecen rendir frutos los esfuerzos del primer ministro de Japón, Yasuo Fukuda, por rectificar los enfrentamientos de sus predecesores con China. El vínculo mejora. Pero la rivalidad por la energía persiste como motivo de conflicto.
Fukuda es muy respetado en China, donde se lo considera más moderado que sus antecesores al frente del gobierno, señaló Gregory Clark, vicepresidente de la Universidad Internacional Akita.
"Se ganó la confianza de los chinos y ha llevado el vínculo bilateral a un escenario completamente nuevo", dijo a IPS.
Fukuda dio el primer paso para mejorar la históricamente conflictiva relación entre Beijing y Tokio con una visita oficial de cuatro días en diciembre. Ambos países calificaron el viaje de "éxito" y "punto de inflexión".
China recibió con entusiasmo a Fukuda, quien finalizó su estancia con una visita al lugar donde nació Confucio, figura reverenciada en las dos naciones.
[related_articles]
"Nuestros países deben ser socios creativos para construir un Asia mejor y un mundo mejor", afirmó el primer ministro japonés.
Fukuda enfatizó el creciente contacto personal entre ciudadanos de ambas naciones. "La cantidad de viajeros entre Japón y China diariamente ya llegó a 13.000, y acontecimientos como las Olimpíadas de Beijing ofrecerán más oportunidades para expandir la comunicación bilateral en todos los terrenos", aseguró.
Beijing y Tokio firmaron acuerdos de cooperación en cuestiones como protección ambiental, conservación de energía e intercambio estudiantil.
El vínculo diplomático entre las dos potencias asiáticas, normalizado desde 1972, cayó a su punto más bajo en los gobiernos de los ex primeros ministros japoneses Junichiro Koizumi (2001-2006) y Shinzo Abe, quien renunció en 2007, un año después de haber asumido el cargo.
Una de las razones que explican la tensión bilateral de ese periodo fue la insistencia de Koizumi de visitar regularmente el santuario de Yasukuni, donde se rinde homenaje a los 2,5 millones de japoneses que murieron en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), entre ellos 14 criminales de guerra.
Beijing consideró esas visitas como una glorificación del pasado militarista de Tokio. Fukuda remarcó que él no iría al santuario.
"China y Japón reconocen que la relación bilateral es demasiado importante como para mantenerla como rehén de la historia", dijo Jeffrey Kingston, director de estudios asiáticos de la filial japonesa de la Universidad Temple.
"La visita de Fukuda dio nuevo impulso a los esfuerzos para reparar los daños causados por Koizumi a la relación bilateral. Creo que se ha avanzado mucho en el restablecimiento de la confianza mutua", agregó.
El vínculo entre ambos países comenzó a mejorar hace años, a pesar de las fricciones de raíces históricas, a causa de los crecientes lazos económicos.
"Si se pone atención a los hechos, no a las palabras, es obvio que las relaciones han mejorado de manera sostenida desde principios de los años 70, y quizás incluso antes", señaló Eamonn Fingleton, autor de varios libros sobre Japón.
"El punto fundamental es el comercio. China compra a Japón más del doble que a Estados Unidos", agregó. Bejing es un gran consumidor de los productos japoneses de alta tecnología.
"Muchas veces, cuando los medios de prensa occidentales decían que las relaciones eran terribles, Japón apoyó a China de manera decisiva: hizo más que ninguna otra nación para que ingresara a la Organización Mundial de Comercio, por ejemplo", dijo Fingleton.
Sin embargo, todavía existen motivos de tensión. Ambos países figuran entre los mayores importadores mundiales de energía, y su larga disputa por los derechos de explotación de gas natural en el mar de China Oriental se mantiene sin resolver desde 2004. En la visita de Fukuda, los dos países acordaron trabajar para solucionarla.
"Creo que existe la voluntad política para hacerlo. Pero estamos hablando de energía y de muchísimo dinero, y llegar a un acuerdo de concesiones recíprocas no será fácil. Sin embargo, soy razonablemente optimista sobre las posibilidades de un acuerdo", dijo Kingston.
"De todos modos, también soy conciente de que muchas cosas pueden evitar que se llegue a una solución. Los chinos deben tomar una decisión política: tendrán que renunciar a más de lo que quieren y Japón tendrá que aceptar menos de lo que quiere", agregó.
El embajador de China en Japón, Cui Tiankai, declaró a la prensa que "quizás los dos gobiernos puedan alcanzar una fórmula para la explotación conjunta en el corto plazo. Es un asunto dificultoso, pero ambas partes han mostrado la voluntad política para resolverlo lo antes posible".
Japón expresó su preocupación, pues China ya comenzó a extraer gas. Pero Cui indicó: "Ahora no estamos hablando sobre territorios, sino sobre algunos problemas que tienen que ver con la posibilidad de desarrollar esos recursos."
El embajador también se mostró optimista sobre el futuro de las relaciones bilaterales. "Creo que trabajando juntos podremos resolver cualquier problema que tengamos y superar las dificultades que pudieran aparecer", dijo.
Kingston coincidió con el diagnóstico: "Existe el reconocimiento de que la relación es mutuamente beneficiosa y que podrán llegar a un acuerdo a través del diálogo. Esto es una buena noticia."