El presidente ucraniano Viktor Yushchenko exige al mundo el reconocimiento de la hambruna que sufrió su país en 1932 y1933 como un «acto de genocidio». Rusia discrepa.
La hambruna sigue desatando controversia. Historiadores, políticos y ciudadanos comunes todavía no se ponen de acuerdo sobre la cantidad de muertos que causó o si se trató de un "genocidio" perpetrado por la hoy disuelta Unión Soviética, de la que Ucrania era parte.
La polémica fue explotada por políticos ucranianos prooccidentales para ganar votos nacionalistas, mientras los afines a Rusia intentan ignorar el asunto o restarle importancia.
La hambruna —Holodomor ("plaga de hambre"), como la denominan los ucranianos— se cobró entre 2,6 millones y 3,5 millones de vidas, según los cálculos académicos más serios. Políticos y medios de comunicación nacionales le atribuyen hasta 10 millones de muertes.
Se cree que 81 por ciento de las víctimas integraban la comunidad étnica ucraniana, que constituye tres cuartas partes de la población del país.
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Pero además del Holodomor, una hambruna más amplia afectó en esos años a otras regiones de la Unión Soviética, en particular zonas de Rusia y Kazajstán.
El año pasado, el parlamento ucraniano declaró a la hambruna un acto de genocidio dirigido por los soviéticos contra el pueblo de este país.
El debate agrega otra espina al vínculo ruso-ucraniano, ya complicado tras la caída de la Unión Soviética. También afecta las relaciones dentro de Ucrania, donde prevalece una aguda división entre la población prooccidental y nacionalista y los que sienten una profunda vinculación con Rusia.
Moscú ha negado formalmente que la hambruna constituya un acto de genocidio, mientras numerosas personalidades rusas advierten que la actitud de Kíev insulta a las víctimas que no eran ucranianos étnicos. Esta catástrofe, aseguran, afectó a toda la Unión Soviética.
"Declarar los trágicos acontecimientos de esos años 'un acto de genocidio' contra el pueblo ucraniano es una tergiversación unilateral de la historia para ajustarla a modernas y oportunistas directivas político-ideológicas", declaró la cancillería rusa el 19 de noviembre.
"Esto, además, insulta la memoria de las víctimas de la hambruna de otras nacionalidades", agrega.
Pero el presidente Yushchenko alega que el reconocimiento internacional de la hambruna como genocidio constituiría otro paso en la prevención de este tipo de hechos, e insiste en que su campaña no está motivada por animadversión hacia Rusia.
"Me queda claro que Rusia o el pueblo ruso no deberían ser responsabilizados por esto. Si miramos las causas de la tragedia de 1932 y 1933, hallaremos al único perpetrador: el régimen comunista de (Josif) Stalin", dijo Yushchenko en la televisión ucraniana el mes pasado.
Al cumplirse 70 años de la hambruna, en 2003, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la calificó de "gran tragedia", término acuñado para ser aceptado por Rusia, Ucrania y Occidente.
Pero muchos políticos ucranianos prooccidentales pretenden ahora que la ONU y parlamentos extranjeros lo declaren genocidio.
Quienes se oponen al uso del término señalan que la hambruna no afectó a ciudades sino solamente a áreas rurales, lo cual, a su juicio, torna incorrecta esa expresión.
El presidente Yushchenko, que se suma a quienes creen que las víctimas fueron 10 millones, también prepara un proyecto de ley según el cual sería delito negar el Holocausto nazi o la hambruna como episodios ocasionados por seres humanos.
"Estoy convencido de que será un buen ejemplo para asegurarse de que dos importantes tragedias, una de las cuales se cobró la vida de seis millones de personas y la segunda alrededor de 10 millones, tengan estatus internacional", dijo Yushchenko a la prensa.
La iniciativa, que pronto será presentado al parlamento, prevé multas de hasta 1.000 dólares y penas de prisión de hasta cuatro años.
En una reciente visita a Israel, el presidente ucraniano pidió al parlamento de ese país que reconociera al Holodomor como genocidio, para luchar con más eficacia contra el totalitarismo.
"El hecho de que muchas figuras públicas ucranianas vinculen al Holocausto y al Holodomor, presentándolos como similares, es una declaración política más que un criterio emitido desde la academia", dijo a IPS Maria Falina, historiadora e investigadora en el Instituto para la Historia Europea, con sede en Alemania.
"Tiene sentido decir que el exterminio de ucranianos no fue el objetivo último del estado soviético, lo que sí sucedió con los judíos en la Alemania nazi", agregó.
Pero partidarios de la tesis del genocidio étnico alegan que la hambruna fue precedida por un periodo de represión soviética contra la cultura nacional ucraniana, y perciben una continuidad entre los dos acontecimientos.
Según esta hipótesis, la hambruna artificial fue parte de una política soviética para desbaratar las aspiraciones nacionales ucranianas.
Esta conclusión fue apoyada por una comisión del gobierno de Estados Unidos que investigó el hecho durante la Guerra Fría. Hoy, Estados Unidos denomina oficialmente "acto de genocidio" al Holodomor.
No obstante, en los años 30, las autoridades estadounidenses eligieron no reconocer la realidad de la hambruna, a pesar de los informes procedentes de sus embajadas en Europa, al parecer por su interés en mejorar el vínculo con la Unión Soviética.
Apenas en las últimas dos décadas la sociedad ucraniana comenzó a reconocer y debatir sobre la hambruna, y Yushchenko declaró a 2008 año de conmemoración del Holodomor.
El gobierno editará libros históricos y una lista de víctimas, acondicionará los sitios donde fueron enterradas y desmantelará monumentos a funcionarios soviéticos que habrían colaborado con la hambruna, entre otros actos.
También realizará un concurso para elegir el mejor libro y la mejor película sobre el asunto, y ya planifica inaugurar un gran museo alusivo.
Algunas iniciativas de Ucrania indignaron a Rusia: sectores de la sociedad ucraniana, especialmente quienes ven a la extinta Unión Soviética como una organización que promovió los intereses rusos, reclamaron una disculpa oficial del vecino.
La organización Patriotas de Ucrania demandó, incluso, una disculpa de las comunidades rusa y judía de Ucrania, y una compensación moral y financiera de Rusia e Israel. Según esta institución, dos tercios de los agentes secretos de Stalin eran de origen judío y el resto, rusos.
La mayoría de los ucranianos creen que las autoridades soviéticas empeoraron intencionalmente la situación, pero algunos historiadores destacan que la hambruna se agravó, en realidad, por las sequías y por la resistencia inicial del campesinado ucraniano ante los esfuerzos de colectivización.
"La mayoría de los académicos rusos consideran que la hambruna fue una coincidencia desafortunada y no una política planificada contra los ucranianos, dado que otras regiones también la sufrieron", dijo Falina.
"Por otro lado, fingir que no hubo daños es altamente hipócrita, pero para la opinión pública rusa esto es más una cuestión nacional rusa que un asunto ucraniano", declaró a IPS.
Durante mucho tiempo, los historiadores debatieron si la hambruna era impulsada por causas naturales o fue una consecuencia de políticas estalinistas de colectivización.
Hoy, los expertos coinciden en que, si bien hubo causas naturales que empeoraron la situación, la explicación según la cual fue generada por el hombre es más correcta.
La colectivización, inicialmente voluntaria, pronto se volvió obligatoria, a medida que las autoridades soviéticas, preocupadas por la baja productividad agrícola ucraniana y la generalizada oposición de los campesinos locales, encargaron a diversos funcionarios el aceleramiento del proceso y la eliminación de la resistencia.
Los soviéticos aplicaron medidas severas para castigar colectivamente a aldeas consideradas poco cooperadoras, como la confiscación de productos agrícolas y recursos financieros, y la prohibición del comercio y del suministro de insumos a las regiones involucradas.
Las autoridades también montaron barricadas para impedir el éxodo de campesinos, cuya situación empeoró con la sequía de 1931, a la que la historia oficial soviética culpó de la catástrofe.
Las autoridades soviéticas, que inicialmente negaron la hambruna e impidieron a los extranjeros acceder a la región, terminaron reaccionando ante la seriedad de la hambruna por presión de comités partidarios regionales.
Pero la asistencia fue insuficiente y tuvo un impacto limitado.