La falta de unidad para luchar contra ETA ha marcado este año que termina en España y así lo hizo constar el jefe del Estado, el rey Juan Carlos de Borbón, en su tradicional discurso anual.
En una clara e indirecta referencia a las disputas sobre este tema entre el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la principal fuerza de oposición, el centroderechista Partido Popular (PP), el Rey reclamó en su alocución de de Nochebuena "cuanto antes una cultura de unidad que haga efectivo el compromiso de todos los demócratas para acabar definitivamente con el terrorismo".
Respecto del monarca, otros hechos marcaron el año. Uno de ellos fue su encontronazo con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, durante la XVII Cumbre Iberoamericana realizada a comienzos de noviembre en Santiago de Chile.
El otro caso lo protagonizaron jóvenes estudiantes en la Comunidad Autónoma de Cataluña, una de las 17 que integran España. Allí, en las ciudades de Girona y Barcelona, el 14 de septiembre y el 4 de octubre fueron quemadas fotos del Rey, en medio de cientos de manifestantes que aplaudieron y dieron gritos de apoyo a quienes las quemaron.
En el manifiesto leído el 4 de octubre, los estudiantes independentistas destacaron que "los catalanes no tienen rey" y que "la monarquía es ilegítima porque la restauró un dictador (Francisco Franco, de 1939 a 1975)".
Estos actos son llamativos porque los políticos en general se han abstenido de enfrentarse a la Corona y, más allá de que hayan sido realizados por grupos nacionalistas minoritarios, no dejan de ser notorios y de alguna manera una advertencia para el futuro.
Tanto el PSOE como el PP se pronunciaron apoyando el llamado a la unidad en el combate contra ETA (Euskadi ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad en vascuence), pero sin dar un solo paso adelante para hacerla efectiva, ya que reiteraron sus respectivas posiciones y se culparon mutuamente de que no se concrete lo reclamado por el Rey, algo que, según todas las encuestas, también lo pide la mayoría de la ciudadanía.
Esa posición crítica la hizo muy evidente el portavoz del PP en el parlamento del País Vasco, Leopoldo Barreda, quien consideró que el monarca lo que hizo fue "un duro reproche" al gobierno, al que acusó de "reabrir heridas" y por lo tanto impedir la unión reclamada.
Dado que están a la vista las próximas elecciones generales, que se realizarán el 9 de marzo próximo, y atendiendo que el PSOE y el PP aparecen casi empatados en las encuestas, todo indica que los reproches continuarán, buscando votos de los indecisos.
Las críticas al Rey llegaron también desde el País Vasco, por boca de los portavoces del partido Eusko Alkartasuna, partido nacionalista moderado que integra la coalición gobernante en esa comunidad autónoma, Mikel Irujo y de Ezker Batua (Izqueirda Unida-Los Verdes), Mikel Arana.
El primero consideró que el mensaje real estuvo "cargado de nacionalismo español con bastantes dosis de chovinismo", en tanto que Arana expresó que el mismo "tiene como objetivo impulsar la alianza estratégica PSOE-PP contra el derecho a decidir y contra el diálogo democrático".
El derecho a decidir es para los nacionalistas moderados la posibilidad de convocar un referéndum para determinar el derecho a la autodeterminación de esa Comunidad Autónoma.
Más a fondo fue el coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, quien subrayó que el Rey no trató temas sensibles que afectan a gran cantidad de ciudadanos.
En concreto, Llamazares citó, como ausencias en el discurso, "a la situación de la juventud en la precariedad laboral, la desigual distribución de la riqueza, la injusticia social y la pobreza, así como referencias a retos tan importantes como la inmigración o el cambio climático".
Sin embargo, es de notar que el Rey se refirió a esos temas. Así, destacó que el tema ambiental "no es un asunto que se limite a una legislatura".
Es un asunto que "requiere el acuerdo de todas las fuerzas políticas y el empuje de la sociedad en su conjunto". Y al respecto señaló que en la Exposición Internacional convocada para 2008 en la nororiental ciudad de Zaragoza, dedicada al agua, debe "mostrar un creciente compromiso en materia medioambiental", añadió.
Y en materia de injusticia social se manifestó claramente contra la violencia contra las mujeres, que este año ocasionó la muerte de 75 de ellas a mano de sus parejas.
"La violencia y los malos tratos que afectan a tantas mujeres", dijo el Rey, "nos duele e indigna profundamente y nos denigra como sociedad".
En política exterior no fue novedoso, aunque cabe destacar la referencia indirecta a su choque con Chávez, y su disposición a curar heridas, porque, dijo, "este es un momento asimismo para reafirmar nuestros sentimientos de hermandad con todos los países y pueblos iberoamericanos".
Es también un momento, añadió "para subrayarles de corazón nuestra cercanía, nuestra admiración y respeto hacia sus respectivas y sólidas identidades y, sobre todo, nuestra apuesta solidaria con su futuro. Nada de lo que afecta a América no es ajeno".
Marruecos ocupó un espacio, también indirectamente, cuando indicó que "tampoco podemos dejar de resaltar la intensidad de los vínculos que nos unen a nuestros vecinos del Mediterráneo, nuestra amistad y plena cooperación con sus legítimas ambiciones de mayor desarrollo y bienestar".
En 2007, la visita de Juan Carlos I a Ceuta y Melilla, dos ciudades españoles enclavadas en las costas norte de África, fronterizas con Marruecos y reclamadas por ese país, provocaron la llamada a del embajador de Rabat en Madrid.