Unos 300 indígenas del estado mexicano de Veracruz marchan desnudos por las calles de la capital para pedir tierras. Su peculiar forma de protesta consigue atención, pero sus demandas tienen pocas posibilidades de ser atendidas.
Los manifestantes, en su mayoría indígenas nahuas, pertenecen al Movimiento de los 400 Pueblos, que en 1992 sufrió un severo golpe, cuando la policía lo desalojó de una propiedad rural privada de más de 2.000 hectáreas que habían ocupado en 1988 en Veracruz.
A partir del desalojo y declarándose agraviados, estos campesinos empezaron a manifestarse en la capital.
Primero pedían la excarcelación de 100 miembros, enjuiciados por cargos de robo, asesinatos, agresiones y ocupación ilegal de tierras. Tras alcanzar ese objetivo, empezaron a demandar la restitución del predio original que ocupaban o la entrega de uno nuevo y el castigo a las autoridades que los desalojaron hace 15 años.
En 2002, en una de sus visitas anuales a la capital, donde instalan por dos o tres meses casas de campaña entre las transitadas y céntricas avenidas Reforma e Insurgentes, decidieron desnudarse como forma de protesta. Desde entonces, reiteran cada año tal demostración.
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«Nos despojaron de todo, nos quitaron la tierra y nos encarcelaron, así que por eso marchamos desnudos, tal como somos», dijo a IPS Nereo Cruz, uno de los líderes del grupo.
Según explicó, el nombre de la organización data de los años 70, cuando reunía a 400 diferentes comunidades campesinas indígenas.
«Es difícil protestar desnudos, pero somos indios comprometidos con nuestra causa y lo seguiremos haciendo hasta que logremos atención», señaló Cruz, quien estuvo siete años preso desde 1992.
Como otros de sus compañeros, este dirigente fue acusado de robo, ocupación ilegal de tierras y un asesinato, que afirma fue «un invento para tratar de callarme».
Las 2.000 familias que ahora integran el movimiento son parte de los 20 millones de mexicanos, 75 por ciento de ellos pobres, que habitan los campos del país.
De las 31 millones de hectáreas que se cultivan en México, en menos de un millón se concentra una creciente producción exportable, mientras el resto se destinan en buena medida a cultivos de autoconsumo de indígenas y campesinos.
La mayoría de las familias campesinas son dueñas de sus tierras en la modalidad de ejido, forma comunitaria de propiedad en la que también se permite la producción agrícola o ganadera individual.
La reforma agraria iniciada en 1917, cuando culminó la Revolución Mexicana de corte agrarista, distribuyó entre millones de campesinos unos 100 millones de hectáreas, equivalentes a más de la mitad del territorio nacional. Con el tiempo, muchas de esas tierras se integraron a las ciudades, fueron vendidas y destinadas a diferentes actividades.
Sin embargo, unos 70 millones de hectáreas siguen siendo tierras ejidales o comunitarias.
Gran parte del reparto agrario se llevó a cabo bajo la discrecionalidad del Estado, y en ese contexto surgieron las principales organizaciones campesinas, entre ellas los 400 Pueblos.
En 1992, luego de 75 años de vigencia del reparto agrario, una reforma legal abrió paso a la privatización de las tierras sociales y puso fin a la distribución de tierras en propiedad social.
Así se autorizó la venta de predios comunales y ejidales y se exigió al gobierno que, si pretendía entregar tierras, antes debía comprarlas.
Los líderes del Movimiento de los 400 Pueblos recuerdan que en 1989, el entonces presidente Carlos Salinas (1988-1994) les ofreció una entrega de tierras que nunca concretó.
Por entonces, el movimiento reunía a campesinos con y sin tierras, por ejemplo los hijos de antiguos ejidatarios, y esperaba obtener propiedad sobre los predios ocupados en 1988 en Veracruz.
Sin embargo, Salinas coadyuvó para que parte de esos terrenos se entregaran a campesinos afines al gobernante Partido Revolucionario Institucional, y que el resto quedara en manos de sus dueños originales, una familia de antiguos hacendados.
Los campesinos de los 400 Pueblos son en su mayoría nahuas, la etnia más numerosa del país y de Veracruz, donde cerca de un millón de sus 7,1 millones de habitantes son indígenas pobres.
Los nahuas son la matriz originaria de gran parte de las culturas nativas de Mesoamérica, incluyendo a los aztecas, pueblo que tuvo un gran desarrollo cultural y económico en todo el territorio central de México.
En los últimos años, 70 por ciento de los indígenas del Movimiento de los 400 Pueblos recibieron parcelas de entre dos y tres hectáreas por familia, donde cultivan especialmente cítricos. El tercio restante pugna aún por una propiedad.
En Veracruz, que ocupa el cuarto lugar como estado con mayor grado de marginación en el país, una tercera parte de la fuerza de trabajo labora en los sectores agrícola, forestal y pesquero.
Para los 400 Pueblos, exhibir sus cuerpos desnudos es la mejor forma de llamar la atención sobre sus demandas. «La tierra es parte esencial de la vida del campesino, por eso no descansaremos hasta conseguirla», dijo Cruz.
Cuando estos campesinos realizaron su primer desnudo, la sorpresa se apoderó de los capitalinos, pero con el paso de los años esa manifestación se volvió parte del panorama habitual de la capital.
No obstante, aún reciben atención de algunas autoridades de la capital, de legisladores y de la Procuraduría General.
Sobre las 2.000 hectáreas que aún reclaman, las autoridades les responden que parte de ellas ya pertenecen a otros campesinos y a sus antiguos dueños, y que por ahora no pueden entregarles más.
Sin embargo, los campesinos insisten. Además, recuerdan que otra de sus demandas es el castigo a quien fue gobernador de Veracruz entre 1988 y 1992, el ahora legislador Dante Delgado, al que acusan de represor.
Delgado dispuso en su momento el desalojo en cumplimiento de una orden judicial, así que la acusación no tiene sustento, concluyó en abril una comisión de senadores que estudió el caso.
Fuentes consultadas en Veracruz, con costas en el Golfo de México, sostienen que la fuerza e importancia de los 400 Pueblos mermó en las últimas décadas y recuerdan que su población original se estima en 13 mil familias, ya en los años 80 reunía a unas 8.000 familias, de las hoy que quedan sólo 2.000.
«De ellos sólo sé algo cuando voy a la capital, ¿son los encuerados no? (desnudos)», preguntó el sacerdote Alfredo Zepeda, del grupo católico Fomento Cultural y Educativo, que trabaja desde hace 35 años con indígenas de Veracruz en proyectos de comunicación y apoyo comunitario.
«Están muy menguados, creo que más que un movimiento social son como una agencia que trabaja presionando por tierras y dinero», dijo por su parte el indígena Dante Martínez, regidor de la alcaldía de Ixhuatlán de Madero, en Veracruz.
Esa alcaldía, ubicada en zonas de sierra, es vecina a los territorios de influencia de los 400 Pueblos, que se ubican en planicies cercanas a ríos y a la costa.
«Nuestros vecinos son indígenas, pero ya han perdido mucho de la cultura, y gran parte de ellos son comerciantes o incluso llegan a negociar con las tierras», sostuvo el regidor.
Cruz, uno de los dirigentes de la organización, niega que sean negociantes. «Somos pobres como todos los indios, si no, para qué hacer el esfuerzo de venir cada año aquí a la capital y protestar desnudos», concluyó. (FIN)