Más de un mexicano por día murieron este año al intentar ingresar sin permiso a Estados Unidos y no hay perspectivas de que en 2008 esa cifra descienda, señaló un funcionario de la Organización de las Naciones Unidas.
Las secuelas de maltrato, muerte y persecución "jamás serán resueltas" si Washington insiste en adoptar visiones unilaterales, advirtió este martes el relator especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los Emigrantes, Jorge Bustamante.
Unos 500.000 mexicanos se instalan cada año en Estados Unidos tras burlar los controles migratorios. En los últimos tres años, casi 1.500 murieron en el intento. Más de 500.000 son deportados anualmente, muchos tras detenciones violentas o arbitrarias.
Se trata de un asunto "bilateral por definición" y así debería encararse, indicó Bustamante, quien lamentó que el gobierno, los legisladores y los políticos estadounidenses insistan en considerarlo como una cuestión "doméstica que requiere soluciones militares y policiales".
El rechazo a los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos se acentuó durante 2007. Aumentó la frecuencia de las redadas, continuó la construcción de vallas y muros en la frontera —que ya cubren unos 120 kilómetros— y en varios estados se aprobaron o están en consideración leyes para limitar su acceso a los servicios de salud y educación.
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A principios de diciembre, cuatro mexicanos sin permisos de residencia fueron asesinados a puñaladas en el nororiental estado de Ohio, en lo que aparentó ser un delito motivado por el odio xenófobo.
"Fue un pésimo año para los inmigrantes mexicanos, pero ya no sorprende. Viene sucediendo desde hace mucho tiempo y no se ve un fin a la vista", dijo a IPS Sergio Peláez, un experto en política internacional de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En Estados Unidos viven unos 11 millones de personas nacidas en México, de las cuales seis millones no tienen documentos de residencia y viven en peligro de ser expulsadas.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de este país señaló que entre enero y el 5 de diciembre, 447 mexicanos murieron mientras intentaban ingresar a Estados Unidos por diversos puntos de la frontera. La cifra fue apenas inferior a las de 2006 (485) y 2005 (516).
Para no ser detectados por las patrullas fronterizas, los inmigrantes mexicanos buscan las zonas menos vigiladas de la frontera de 3.200 kilómetros, que son también las más peligrosas. La mayoría de quienes murieron se habían aventurado en áreas desérticas.
Pero también otros perdieron la vida ahogados, al tratar de cruzar el río Bravo, o asfixiados por viajar en camiones sellados y entre cargamentos de diferente tipo.
"La muerte de nuestros paisanos en la frontera se ha vuelto cotidiana. Se trata de una tragedia que debería ser considerada como una alarma para los gobiernos de México y Estados Unidos", señaló Peláez.
Muchos de los precandidatos presidenciales para las elecciones estadounidenses de noviembre de 2008, tanto del gobernante Partido Republicano como del opositor Demócrata, han señalado que prefieren el endurecimiento de los controles migratorios y se muestran poco favorables a la regularización de la situación de los residentes ilegales.
El presidente de México, Felipe Calderón, sostuvo el lunes que hay un clima de encono e intolerancia contra los trabajadores de su país, quienes, según su punto de vista, no representan ningún problema real para Estados Unidos.
"Estoy convencido de que mientras más hostil y más discriminatoria sea la política migratoria, menos productividad y competitividad tendrán los estadounidenses", pues los inmigrantes realizan un aporte sustancial a su economía, sostuvo.
En 2005, los indocumentados aportaron 1.580 millones de dólares a la economía de Texas, donde se concentran gran parte de los trabajadores mexicanos, mientras las autoridades gastaron en ellos 1.160 millones, según un estudio del gobierno de ese estado sureño.
Asimismo, el gobierno de México argumentó que varias investigaciones indican que los ciudadanos de este país son 40 por ciento más "emprendedores" (crean más empresas) que los estadounidenses.
"Quienes apoyan las redadas policiales, que tienen aterrorizados a los inmigrantes y a sus familias, no quieren ver ni oír los datos que demuestran los beneficios que recibe la población estadounidense por la presencia de los indocumentados", señaló Bustamante.
En noviembre, el gobierno mexicano anunció que pasarían de 50 a 52 los consulados en Estados Unidos y que se reforzarían sus equipos jurídicos para prestar ayuda a los inmigrantes ante situaciones de discriminación, además de brindarles asesoramiento y apoyo al momento de ser detenidos con la intención de deportarlos.
Además, se desarrollarán campañas en los medios de comunicación de Estados Unidos para proyectar una imagen positiva de los inmigrantes y "revertir las percepciones distorsionadas".
Calderón visitó el lunes la frontera con Estados Unidos y anunció que en 2008 pondrá en marcha un programa para dar abrigo y trabajo temporal a más de 500.000 inmigrantes que son expulsados anualmente del país vecino.
Éstos serán alojados en albergues, donde recibirán atención médica, comida, asesoramiento y se les facilitará teléfono para que puedan comunicarse con su familia. Además, se les ofrecerá trabajo hasta por seis meses en la zona fronteriza. El programa, que cuenta con apoyo de grupos empresariales, fue bautizado "Repatriación Humana". Comenzará en la ciudad mexicana de Tijuana y se extenderá a otras de la franja limítrofe.
Es una "respuesta digna" a los problemas que enfrentan los inmigrantes, afirmó Bustamante.