La irrupción policial en un templo de la oriental ciudad de Santiago de Cuba para detener a un grupo de opositores fue considerada por un miembro de la jerarquía eclesiástica «un hecho lamentable» que no contribuye a una buena relación entre la Iglesia Católica y el gobierno.
"Es de desear que (los acontecimientos) no dañen las relaciones, y creo que todos tendríamos que contribuir desde nuestra posición a que no suceda", dijo a IPS el secretario adjunto de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, José F. Pérez Riera.
El martes, policías de civil entraron de manera violenta a un salón anexo de la iglesia de Santa Teresita de esa ciudad, distante 847 kilómetros de La Habana, y detuvieron a disidentes vestidos de negro que habían llegado hasta allí tras recorrer algunas calles en demanda de la liberación de un correligionario arrestado.
Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que actúa en este país sin reconocimiento legal, estimó este jueves en más de 20 las personas detenidas en el incidente, pero aseguró que todas fueron excarceladas en horas posteriores.
Pérez Riera indicó que la conferencia episcopal no ha emitido un pronunciamiento oficial ni se ha dirigido a las autoridades para tratar el asunto, porque ese intercambio corresponde al arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García, quien ya se ocupa directamente del tema.
El interlocutor del gobierno con las diferentes religiones que se profesan en este país es el Departamento de Asuntos Religiosos del gobernante Partido Comunista de Cuba, que dirige Caridad Diego. Pérez Riera es párroco de la iglesia habanera de Santa Rita, Santa de lo Imposible, a cuya misa dominicanal asisten cada semana las Damas de Blanco, esposas y otros familiares de los 75 opositores condenados a severas penas en 2003, bajo cargo de conspirar con Estados Unidos con fines subversivos.
"Nunca ha habido incidentes por esto, lo que aprecio mucho, porque la presencia de estas señoras es respetuosa, vienen a la misa, se comportan correctamente. Las manifestaciones políticas que ellas pueden hacer siempre han sido fuera del templo", explicó.
Terminada la liturgia, las mujeres realizan una caminata por calles aledañas al templo, en reclamo de la libertad de sus parientes.
La labor de la Iglesia Católica a favor de los derechos humanos suele ser en extremo discreta en este país. "Es un estilo muy propio, aprendido del señor Jesús cuando dice que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. Pero, además, desde el punto de vista de la eficacia, creo que con discreción se logra mucho más", afirmó Pérez Riera.
En conferencia de prensa, Sánchez insistió a su vez en calificar de "grave ultraje" y "profanación del ámbito de la iglesia de Santa Teresita" la incursión policial que, recalcó, fue premeditada porque "los jefes de la policía sabían que los manifestantes irían a la iglesia desde horas antes".
En su opinión, estos sucesos, así como el arresto temporal de "decenas" de disidentes en las últimas semanas, forman parte de una campaña para desalentar o desmovilizar cualquier demostración de la "disidencia pacífica" el próximo 10 de diciembre, cuando se celebre el Día Internacional de los Derechos Humanos.
Residentes de Santiago de Cuba consultados telefónicamente por IPS afirmaron que los acontecimientos de Santa Teresita no trascendieron en la ciudad. "Se trata de un culebrón prefabricado para continuar la campaña de desprestigio, ahora que se levantó lo de los derechos humanos", dijo una fuente que prefirió no ser identificada.
En noviembre, La Habana logró que la Organización de las Naciones Unidas pusiera fin a la misión de un relator especial para observar la situación de los derechos humanos en este país, asunto de constante enfrentamiento con Washington. El hecho fue considerado una victoria de la diplomacia cubana.
El gobierno y la jerarquía católica mantienen una relación calificada de buena, que transita hacia una mejoría progresiva, aunque en el pasado vivieron momentos de tensión extrema.
Las autoridades eclesiásticas de esta isla caribeña se preparan para recibir en enero de 2008 al secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, con motivo del décimo aniversario de la visita a Cuba del papa Juan Pablo II (1978-2005).