Tras caminar unos 800 kilómetros desde la capital colombiana, el profesor Gustavo Moncayo, el «caminante por la paz», cruzó en la tarde del jueves la frontera rumbo a San Antonio del Táchira, primera ciudad del lado venezolano cerca de Cúcuta, en Colombia.
Escoltado por centenares de personas, a Moncayo, de 55 años, le cubrieron los hombros con una bandera de Venezuela y le entregaron una antorcha encendida.
Por otros casi 700 kilómetros hacia el noreste, "estaremos caminando los llanos y a mediados de enero posiblemente estaremos tocando las puertas de Caracas, y del Palacio de Miraflores", sede presidencial venezolana, dijo a IPS.
El hijo del profesor, Pablo Emilio Moncayo, hoy de 29 años, y José Libio Martínez, de 30 años, ambos cabos del ejército, fueron apresados el 21 de diciembre de 1997 por las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), durante un asalto a la base militar de Patascoy, en el sudoccidente de Colombia.
En su cautiverio a la intemperie, ambos militares han visto pasar los gobiernos de Ernesto Samper (1994-1998), Andrés Pastrana (1998-2002) y, a partir de agosto de 2002, Álvaro Uribe.
Nunca como ahora había tenido tanta exposición mundial su drama como rehenes de las izquierdistas FARC, al igual que el de otros 31 uniformados, tres contratistas estadounidenses de la guerra colombiana así como 10 civiles, entre ellos la ex candidata presidencial de nacionalidad colombo-francesa Ingrid Betancourt, que en febrero cumple seis años de cautiverio.
"Señor Presidente, con todo el respeto que se merece, le digo que así como usted puede abrazar a sus hijos, permita que nosotros a través de un acuerdo humanitario podamos salir vivos para abrazar a nuestros padres", dice un mensaje de Pablo Emilio entregado por la guerrilla el 3 de julio.
Las FARC aspiran a canjear a todos los rehenes por medio millar de guerrilleros presos, que cumplen penas de hasta 80 años de cárcel aunque en Colombia no existe la cadena perpetua.
A través de la agencia cubana Prensa Latina, el martes se conoció que la cúpula de las FARC ya ordenó liberar a la abogada Clara Rojas, la compañera de la fórmula vicepresidencial de Betancourt y raptada con ella, a su hijo de cuatro años, Emmanuel, nacido en cautiverio, y a Consuelo González, ex parlamentaria rehén desde septiembre de 2001.
"Yo recibo este anuncio con todo el regocijo que puede caber en mi alma, un alma que estuvo apesadumbrada por mucho tiempo e imposibilitada siquiera de pronunciarse", dijo Clara de Rojas, madre de la jurista y abuela de Emmanuel.
La liberación fue decidida por la guerrilla "como desagravio" al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y a la senadora colombiana Piedad Córdoba, que ejercieron oficialmente como mediador y facilitadora entre mediados de agosto y el 21 de noviembre, cuando su misión fue cancelada abruptamente por el presidente Uribe, causando una crisis entre los dos gobiernos.
"Ese gesto de voluntad de parte de las FARC, para nosotros, abre una luz de esperanza para lograr la liberación de los demás secuestrados", señaló el profesor Moncayo en conversación telefónica con IPS, minutos antes de cruzar la frontera hacia Venezuela. Moncayo no duda que la decisión de las FARC se logró "gracias a muchos esfuerzos y al trabajo mancomunado" de Chávez y Córdoba.
La senadora Córdoba advirtió el miércoles en Washington que ella y Chávez habrían lograron el compromiso de las FARC de liberar no a tres, sino a 25 rehenes. Entre ellos podría haber estado el hijo de Moncayo, pues Chávez pidió incluir a Emmanuel, los enfermos y los más antiguos en un primer grupo de liberados unilateralmente.
Por eso, para Moncayo y su familia la noticia sobre el sorpresivo fin de la mediación de Chávez "fue una frustración muy grande. Todo lo que se estaba dando, lo que habíamos estado trabajando tanto, se terminó por la arrogancia de las personas que, de una u otra manera, están definiendo la suerte de nuestros seres queridos".
El día de esa ruptura, Moncayo llevaba dos días caminando hacia Caracas, desde Bogotá.
Entre mediados de junio y el 1 de agosto caminó 1.308 kilómetros desde su pueblo, Sandoná, en el extremo sudoccidental de Colombia, hasta Bogotá. Por donde pasaba, miles de personas salían a su encuentro.
Luego partió a Europa. En una casa rodante visitó 15 ciudades francesas y estuvo en Italia y España.
"El profesor Moncayo está haciendo la tarea con mucho amor, con mucha paciencia, con mucha perseverancia, desde la base. Tocando el corazón de los colombianos, buscando la sensibilización de los gobernantes, la sensibilización de los pueblos hermanos, de los europeos, de todo el mundo", dijo a IPS.
Pero para el conocedor del pulso por el acuerdo humanitario Carlos Lozano, director del semanario comunista Voz, la inminente liberación de las dos mujeres y el niño es "un gesto de buena voluntad" que "no tiene ningún efecto en los demás" rehenes.
"No va a agilizar la negociación, ni va a generar ningún ambiente propicio para ellos", advirtió Lozano.
"Eso es lo negativo. No implica que ninguno de los dos ceda" en sus posiciones, agregó.
Las FARC rechazaron una "zona de encuentro" de 150 kilómetros cuadrados propuesta por la Iglesia Católica y aceptada por Uribe el 7 de este mes, en medio de una fuerte presión internacional.
En cambio, exigen el despeje militar de dos municipios del sur del país, Pradera y Florida, que suman 760 kilómetros cuadrados. Pero Uribe se niega.
Así las cosas, "la única forma de avanzar sería que las FARC renuncien al despeje de esos territorios o que Uribe lo apruebe", lo cual "no está en el escenario posible", según Lozano.
"Los curas no han podido hacer ni siquiera contacto con las FARC para entregarles una carta pidiéndoles que los reciban", reveló.
La guerrilla "está llena de desconfianza después de que les capturaron a los tres mensajeros" el 29 de noviembre, señaló sobre dos mujeres y un acompañante que portaban las pruebas de vida de 17 rehenes, para entregarlas a Chávez.
"Nadie quiere ser mensajero de esa carta para que lo cojan preso y después lo manden a Estados Unidos", agregó, pues los detenidos arriesgan ser extraditados a ese país.
"Nadie se le mide a esto", le dijo a Lozano el obispo Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia.
Pero para el padre del cabo Moncayo, "toca seguir, seguir apoyando, con mucha confianza, mucha paciencia, mucha pasión".
El profesor cree que "lo importante es buscar el apoyo del pueblo".
"Que no nosotros —porque nosotros estamos untados de lágrimas, súplicas y sufrimiento—, lo importante es que sea el pueblo, que sea el mundo entero que les exija al presidente y a las FARC que debe haber una salida política negociada. Nosotros estamos cansados de la violencia", agregó Moncayo.