La dictadura militar de Birmania advirtió que no cederá frente a las presiones de la comunidad internacional, que le reclama la puesta en marcha de un plan de reforma política.
El ministro de Información, brigadier general Kyaw Hsan, declaró a la prensa que las puertas de esa nación del sudeste asiático no están abiertas a la influencia del mundo exterior.
También confirmó una sospecha de la mayoría de los analistas políticos: la Junta militar no tiene intención de dialogar sobre una reforma constitucional con la líder del movimiento democrático y premio Nobel de la Paz en 1991, Aung San Suu Kyi, quien ya lleva 12 años de arresto domiciliario.
"No necesitamos asistencia ni asesoramiento de otras personas", dijo Kyaw Hsan, asesor de confianza del general Than Shwe, "hombre fuerte" del país. Su conferencia de prensa fue la primera desde la brutal represión a fines de septiembre contra monjes budistas y civiles que protestaban pacíficamente.
Las declaraciones coincidieron con el inicio de las tareas de la comisión designada por los militares para redactar una nueva Constitución. Se trata de la tercera etapa de una "hoja de ruta" que contempla siete para el retorno a la democracia y que fue anunciada por la Junta en agosto de 2003.
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Los 54 miembros de la comisión de reforma constitucional no tienen plazo para finalizar su tarea.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha estado presionando para obtener un resultado diferente.
Ibrahim Gambari, quien realizó dos visitas a Birmania como enviado especial del organismo mundial, dijo que Suu Kyi debería tener un papel importante en el proceso de reforma política. Reclamó su liberación y posterior participación en la redacción del nuevo texto constitucional.
La Junta ofreció inicialmente señales de que podría aceptar el pedido de Gambari, sobre todo porque su misión contaba con el apoyo de algunos de los principales aliados de la dictadura, como China y los gobiernos del sudeste asiático.
El ministro de Trabajo, Aung Kyi, se reunió con ella en tres oportunidades como parte de un esfuerzo de reconciliación. Luego de uno de esos encuentros, la líder opositora lo definió como "positivo".
Pero las esperanzas se desvanecieron pronto, cuando la Junta militar retomó su tradicional actitud de defender tozudamente sus rígidas posiciones.
"Quieren demostrar que no cederán a la presión internacional y que no desean mediadores del exterior. Se han atrincherado aún más", dijo Aung Naing Oo, un analista político birmano que vive en el exilio en Tailandia.
La reacción negativa de Estados Unidos a las declaraciones de Kyaw Hsan podría constituir la primera de una serie de condenas y muestras de desencanto en diversas capitales del mundo. Después de todo, Beijing y los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático —de la que Birmania es miembro— apoyaron la misión de Gambari.
"Condenamos el rechazo por parte del régimen birmano a la participación significativa de Aung San Suu Kyi y otros líderes democráticos y de minorías en el proceso de redacción de la Constitución", dijo el portavoz del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, Sean McCormack.
"Resulta claro que el general Than Shwe y su régimen no tienen intención de comenzar un diálogo genuino e inclusivo, necesario para una transición democrática", agregó.
Pero los anuncios del portavoz de la Junta birmana no fueron el único desplante a la ONU registrado esta semana. El martes, el coordinador residente del organismo mundial, Charles Petrie, debió abandonar Rangún luego de que las autoridades se negaran a extender su visa.
Petrie había provocado la ira del régimen al difundir a fines de octubre una declaración en la que expresaba su preocupación por el "deterioro de la situación humanitaria" en el país.
Los comentarios de la ONU sobre la creciente pobreza reflejaron un hecho conocido por todos. De hecho, las protestas pacíficas y a favor de la democracia de fines de septiembre tuvieron su origen en pequeñas demostraciones públicas contra el aumento de 500 por ciento en el precio de los combustibles dispuesto por el gobierno.
La situación económica no hizo más que empeorar desde entonces, dijeron a IPS residentes de Rangún. Muchos que deben vivir de un jornal se ven forzados a reducir la cantidad de alimentos que consumen.
El éxito de la misión de Gambari aparece puesto en duda. El enviado especial de la ONU viajará nuevamente a Birmania este mes o a principios de 2008.
"Si no logra un mayor poder político de parte de China y el Consejo de Seguridad" del organismo mundial "su gestión será un fracaso. La junta se siente menos presionada ahora", dijo Win Min, un académico de la Universidad Payap de Tailandia.
"Mucha gente ha perdido las esperanzas de lograr un cambio político con la ayuda de la ONU y la comunidad internacional. Ahora saben que nada se modificará mientras Than Shwe permanezca en el poder", agregó.
Ese escepticismo nace del historial del régimen. El primer paso de la "hoja de ruta" hacia la democracia era el llamado a una asamblea constituyente. La primera ronda de conversaciones con este propósito comenzó hace 14 años. El propósito era evitar que el partido de Suu Kyi, la Liga Nacional para la Democracia, formara gobierno luego de su resonante victoria en las elecciones parlamentarias de 1990, anuladas por los militares.