La mayoría de los sistemas de seguridad social en el mundo, debilitados primero por las privatizaciones y amenazados ahora por el vértigo de los capitales especulativos, pueden sin embargo contribuir al logro de la primera meta del milenio, que es abatir la indigencia y el hambre.
Para alcanzar este principal Objetivo de Desarrollo para el Milenio, como se llaman las ocho grandes metas aprobadas en 2000 por la Organización de las Naciones Unidas, se requiere la aplicación de sistemas básicos de seguridad social en los países de ingresos bajos, según la OIT, que examinó el tema esta semana en su foro sobre trabajo decente para una globalización justa.
La OIT (Organización Internacional del Trabajo) sostiene que en la era de la globalización se vuelve más acuciante la necesidad de contar con sistemas sólidos de seguridad social, que reduzcan eficazmente la pobreza y la desigualdad y, al mismo tiempo, fomenten el crecimiento económico.
El ministro de Trabajo de Argentina, Carlos Tomada, quien presidió el debate en la materia en el Foro de la OIT, advirtió que la salida a este problema se relaciona con la definición de la sociedad que se aspira a desarrollar y, por lo tanto, de los recursos que se destinan a la protección social.
Los gastos sociales oscilan entre 25 y 35 por ciento del producto interno bruto en el mundo industrializado y se ubican entre cinco y 15 por ciento en muchos países en desarrollo, según los datos de la OIT.
Con todo, la misma fuente dice que 80 por ciento de los trabajadores del mundo no tienen seguridad social o disponen de ella en una medida muy limitada.
Aun en los países con sistemas establecidos desde hace mucho tiempo, muchos trabajadores carecen de una cobertura total en atención básica de salud, la vejez y contingencias como el desempleo y la enfermedad.
Roberto Bissio, de la red internacional Social Watch (Control Ciudadano) con oficinas centrales en Montevideo, observó que el Banco Mundial ha otorgado 200 préstamos a 68 países desde 1984 para reformar sus sistemas de seguridad social.
En todos los casos, el Banco Mundial aplicó la misma fórmula, que consiste en pasar de los sistemas llamados solidarios a los de cuentas individuales privadas, explicó Bissio a IPS.
Pero un informe elaborado en 2006 por la oficina de evaluación de esa entidad multilateral apuntó que la misma fórmula se aplica en todos los casos, sin tener en cuenta la variedad de circunstancias de los distintos estados.
Por ese motivo, se llegan a crear sistemas de capitalización individual en países donde no hay sectores financieros capaces de manejar esos fondos con lo cual, dice la oficina de evaluación, se abre el camino a la corrupción.
Bissio precisó que en realidad el gran beneficiario de este esquema es el sector financiero internacional, que recibe gran parte de esos capitales, muchas veces en inversiones de alto riesgo, como los sonados fondos especulativos (hedge funds).
Esos recursos, que han ocupado las primeras planas en los últimos meses por sus vinculaciones con los torbellinos financieros de las hipotecas impagas de Estados Unidos y por otros desajustes del mercado, están en gran parte alimentados por el dinero de los trabajadores, señaló Bissio.
Las inversiones en seguridad social deberían ser colocaciones a largo plazo, sostuvo. Al orientarlas hacia especulaciones de riesgo, se está poniendo a los estados en la obligación de asumir la carga social de los trabajadores que van a perder sus seguros por haberlos invertido en esos fondos, vaticino.
Cuando se produzca el derrumbe de esos sistemas financieros, el Estado tendrá que hacerse cargo. De lo contrario habrá crisis sociales y políticas de consecuencias, previno.
Con ese mecanismo, el empleo del dinero de los trabajadores va directamente en contra de sus intereses a causa del funcionamiento especulativo de la economía, mediante estrategias de aperturas de los mercados de capitales y de evasión impositiva organizada a través de una red mundial de paraísos fiscales, describió.
Bissio comentó que, por ese motivo, las estructuras impositivas de redistribución, que son complemento de la seguridad social, se vuelven imposibles de aplicar, pues los dineros van a parar a esos paraísos a través de una evasión masiva.
La única carga que se termina cobrando es el impuesto al valor agregado (IVA), al consumo, que es totalmente regresivo y acentúa la disparidad social, dijo.
El experto Aldfo Caliari, director de Repensar a Bretton Woods, un proyecto de la organización no gubernamental Center of Concern, de Washington, refirió a IPS que los gobiernos ya están colocando dineros de las pensiones de los trabajadores en los fondos especulativos.
Se estima que en Estados Unidos, 30 por ciento de los dineros en manos del Estado han sido invertidos en los hedge funds.
El punto de partida de ese mecanismo es un pequeño capital con el cual el gerente del fondo obtiene a préstamo una suma varias veces superior que, de inmediato, coloca en inversiones muy novedosas y de alto riesgo, pero de las cuales espera obtener un elevado rendimiento que le permita cubrir todos los compromisos contraídos y salvar una jugosas diferencia a su favor.
En un principio, era un coto caza exclusivo de inversores poderosos y experimentados, conocedores de los secretos y las posibilidades del mercado. Pero el propio funcionamiento del sistema requiere de más capitales que toma de nuevos apostadores, en estos casos menos avisados y con montos más reducidos.
En esa nueva categoría de especuladora aparecen el Estado y también trabajadores individuales, urgidos por la necesidad de encontrar un seguro para su periodo de retiro laboral, describió Caliari.
Pero las inversiones en los hedge funds son altamente riesgosas y se desenvuelven sin regulación alguna que los controle, explicó. En Estados Unidos ha habido algunos intentos por establecer un marco regulador para esos fondos, pero fracasaron porque la gran mayoría se encuentran radicados en los paraísos fiscales, fuera del alcance legal.
El gobierno de Alemania intentó promover regulaciones internacionales, pero Estados Unidos y Gran Bretaña se opusieron, sostuvo Caliari.
A su vez, en Estados Unidos se ha hablado del establecimiento de un código de conducta para ese mecanismo, pero serían los mismos gerentes de los hedge funds quienes redactarían esos compromisos voluntarios.
La Confederación Sindical Internacional (CSI) observó que el auge de los fondos de capital privado y de los fondos especulativos ha sido detonada por una abundancia mundial de dinero barato, inversionistas ávidos y bienes subvaluados.
Esas dos variedades constituyen actualmente una industria riesgosa que opera en una economía frágil, dijo, Los crecientes niveles de endeudamiento con que se mueven esos fondos representan las principales amenazas a la estabilidad financiera, dijo la CSI.