Tras un periodo de cierta calma, Fiji volvió a convulsionarse esta semana tras una serie de detenciones por el presunto intento de asesinato del primer ministro interino Frank Bainimarama, de integrantes de su gobierno y de altos oficiales del ejército.
El asunto estuvo presente en conversaciones personales, portadas de diarios y foros de discusión desde que el jefe de policía, Esala Telen, comunicó el domingo la detención de personas sospechosas de organizar una conspiración.
En Fiji hubo cuatro golpes de Estado en los últimos 20 años, pero ningún magnicidio.
Las declaraciones de Teleni acerca de la participación de ciertas organizaciones no gubernamentales en el complot, junto con "algunos países vecinos", parecían dirigirse a Australia y Nueva Zelanda, que condenaron el golpe de Estado de diciembre pasado que llevó al poder al gobierno interino actual.
Tanto la primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark, como el ministro de Relaciones Exteriores de Australia, Alexander Downer, desestimaron indignados los dichos y los calificaron de "absurdos".
Confusión y drama reinaron el miércoles después de que el fiscal se negó a tomar el caso por considerar que la policía no había seguido los procedimientos adecuados de presentación de cargos.
La fiscalía difundió un comunicado acerca de que la policía había amenazado con detener a sus abogados y acusarlos de "tratar de distorsionar el curso de la justicia" por haberse negado a seguir el caso.
Esa misma tarde, se presentaron cargos por traición y se reemplazaron por los de incitación a la rebelión y cinco cargos de conspiración de asesinato contra 11 sospechosos, en el tribunal de Suva.
Se retiró el nombre del presidente, Ratu Josefa Iloilo, pero se agregaron los del ministro de Finanzas interino, Mahendra Chaudhry, y el del ministro de Justicia interino, Aiyaz Saiyad Khaiyum.
Los fiscales adujeron que un mayor y un cabo del ejército recibieron una propuesta para tomar los depósitos reina Isabel de Suva entre el 1 de agosto y el 3 de este mes.
El magistrado John Semisi negó el pago de fianza para los detenidos y decretó su permanencia en prisión hasta el 22 de este mes.
Entre los acusados se encuentra el ex senador Ratu Inoke Takiveikata, ex comandante de la fuerza de tierra coronel Jone Baledrokadroka, ex jefe de la unidad de inteligencia de Fiji coronel Metuisela Mua, el político Peceli Rinakama y el empresario Sivaniolo Naulago.
Además, hay ex integrantes de la unidad de guerra contrarrevolucionaria del ejército Barbadoes Mills, Feoko Gadekibau, Eparama Waqatairewa, Ifereimi Cakau y Kaminieli Vosavere.
El otro sospechoso detenido es el empresario millonario Ballu Khan, que está en el hospital a causa de las heridas recibidas durante su detención. Khan nació en Fiji, pero tiene nacionalidad neozelandesa.
La primera ministra Clark y el canciller Winston Peters se mostraron preocupados por su estado y señalaron que sus derechos humanos habían sido violados.
Los últimos acontecimientos marcan un retroceso en la situación política de esta nación insular del océano Pacífico.
Criticado por sus socios internacionales tras el golpe de Estado de diciembre de 2006, Fiji tuvo una ligera, pero notoria suavización de su actitud, tras el compromiso de Bainimarama de realizar elecciones generales en 2009 en una reunión de países de las islas del Pacífico.
El destituido primer ministro Laisenia Qarase declaró que estaba dispuesto a conversar con Bainimarama acerca de las próximas elecciones y de una posible inmunidad para los golpistas.
La comunidad empresarial aplaudió lo sucedido y espera aumentar las ventas con la llegada de la época festiva.
Las acusaciones proferidas contra Australia y Nueva Zelanda y el presunto mal trato padecido por Khan tensaron otra vez las situaciones.
También se acusó a Bainimarama de llevar adelante los arrestos para impedir las elecciones de este año.
La comunidad empresarial está nerviosa. El presidente de la Asociación de Minoristas de Fiji, Himmat Lodhia, pidió la reinstalación de puestos de control y de patrullas armadas para evitar la inestabilidad.
"Son situaciones que asustan a empresarios e inversores", señaló Lodhia. La comunidad empresarial quisiera ver que la paz y la estabilidad se mantengan en grados tolerables.
Estados Unidos y Gran Bretaña aconsejan y advierten a sus ciudadanos del posible riesgo de viajar a Fiji. La importante industria turística también se mostró preocupada por las posibles consecuencias de los últimos acontecimientos.
Las declaraciones de Bainimarama acerca de que sigue dispuesto a realizar elecciones en 2009 y de que no se volverá a instalar un estado de emergencia sirvieron a calmar un poco los ánimos.
También garantizó la seguridad de la población y señaló que los turistas serían bienvenidos en Fiji.
Las detenciones se realizaron tras meses de vigilancia por parte de la policía y el ejército, explicó.
"Hay grupos descontentos que sintieron todo el peso de la 'Campaña de Limpieza' del gobierno interino. Esa gente tiene capacidad para socavar el trabajo que se encomendó al gobierno interino y que asumió su excelencia el presidente", señaló.
De no haber sido frustrada, la conspiración hubiera creado disturbios, derramamiento de sangre e inestabilidad en Fiji, añadió Bainimarama.
"Pero estoy aquí ante ustedes y, por supuesto, feliz de estar vivo. También puedo decirles que el intento de asesinarme, junto con otras personas y poniendo también en peligro la vida de ciudadanos inocentes de este país, fracasó", declaró.
Bainimarama urgió a Australia y Nueva Zelanda "a tener paciencia mientras buscamos la forma de adherir a los principios clave de buena gobernanza para lidiar con esta situación".
Por último, el autodesignado primer ministro aseguró que las fuerzas de seguridad de Fiji habían actuado de la misma forma que lo hubieran hecho las de Australia y Nueva Zelanda si hubieran tenido una situación similar de un atentado real o planeado en sus territorios.