La economía china puede parecer acorazada ante el aumento de los precios petroleros, pero el gobierno comienza a mostrar señales de preocupación porque el crudo se acerca a la marca de 100 dólares por barril.
Un signo de nerviosismo es la postergación, hasta que caigan los precios, de la aplicación de un impuesto a los combustibles. Otro, la visita del primer ministro Wen Jiabao esta semana a barrios pobres de Beijing como muestra de preocupación ante la inflación..
Mientras, la divulgación del informe de perspectiva anual de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que prevé el desplazamiento de Estados Unidos por China como mayor contaminante y consumidor de energía para 2010, fue recibida con escepticismo por las autoridades chinas.
El momento elegido para publicar el estudio, cuando el barril de crudo rondaba los 95 dólares, fue considerado "inapropiado" por funcionarios en Beijing porque parece adjudicar la responsabilidad a China e India, cuya demanda petrolera no hará más que elevar los precios en los próximos años.
"'Perspectiva de la Energía Mundial' es sólo una proyección científica en base a predicciones y análisis científicos y no tiene ningún antecedente político", declaró a la prensa Li Junfeng, funcionario de la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo.
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"Me preocupa que el informe de la AIE pueda ser utilizado por otras personas con motivaciones políticas claras", añadió Li, responsable del principal organismo del país en materia de planificación económica.
El estudio, que incluye la opinión de 50 expertos chinos, describe para 2030 un mundo en el que se consumirá 55 por ciento más de energía que ahora, y casi la mitad de ese crecimiento responderá a la creciente demanda de China e India.
En tanto que país muy vigilado por su papel en los mercados de energía mundial, China trata de controlar su consumo, tanto para contener la contaminación como para evitar que los precios se disparen.
Pero las autoridades chinas se vieron obligadas a elevar los precios internos del combustible casi 10 por ciento a comienzos de mes, después de que miles de gasolineras se vieran obligadas a cerrar o a racionalizar el expendio por los topes a los precios establecidos por el gobierno.
La racionalización llevó a un incidente embarazoso en la central provincia de Henan, en el que murió un hombre en una reyerta suscitada en la cola de una gasolinera.
Mientras, las malas noticias continúan.
Varios días después, tres cazadores de gangas murieron cuando una multitud de compradores se precipitaron a comprar aceite de cocina rebajado en un comercio de la cadena internacional de supermercados Carrefour, en la occidental ciudad de Chongqing.
El aumento de los combustibles, el 1 de este mes, la primera en 18 meses, se dispuso a pesar de la promesa de Wen de controlar los precios máximos existentes por temor a aumentar la ya elevada inflación.
La inflación cruzó el mes pasado una marca que se mantuvo 10 años. Tras caer de un máximo de 6,5 por ciento en agosto, el índice de precios al consumo se recuperó en octubre para alcanzar otra vez la marca de agosto.
La principal preocupación del gobierno es que los altos precios del combustible repercutan, en un efecto dominó, sobre otras fuentes de energía que perjudiquen aun más a los pobres de China.
Hace dos años, el aumento del combustible y la consiguiente inflación motivaron protestas callejeras en Indonesia y fue la causa de masivas manifestaciones opositoras en la dictatorial Birmania en agosto y septiembre.
Este país, donde crece la desigualdad económica entre zonas urbanas y rurales, ya padece un significativo riesgo de agitación social.
Organizaciones de derechos humanos informaron el año pasado que unos 90.000 manifestantes mantuvieron disputas con autoridades locales por tierras y por la contaminación desenfrenada.
El gobierno del presidente Hu Jintao prioriza el crecimiento equitativo y la asistencia a los pobres de las provincias centrales, al tiempo que procura evitar el descontento social, razón por la cual está decidido a controlar el precio del combustible.
"La inflación por encima a las previsiones en los primeros nueves meses de este año es la razón por la cual el precio de los combustibles no siguió desde el principio el alza del crudo en el ámbito internacional", explicó Liu Zhenqiu, de la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo.
Las autoridades también decidieron demorar la implementación de un polémico impuesto a los combustibles, que se discute desde hace más de 10 años. El gravamen se establecería en marzo próximo, según la prensa local.
"No es un momento adecuado para implementar el impuesto. El gobierno prevé lanzarla sólo cuando los precios internacionales del crudo estén más bajos", aseguró Chen Qingtai, investigador del Centro de Investigación para el Desarrollo del Consejo de Estado.
El impuesto es considerado una herramienta para reducir el consumo de combustibles y la contaminación del aire en miles de ciudades donde la cantidad de vehículos se disparó en los últimos años.
Beijing está deseosa de limpiar su aire mediante las reducciones de emisiones de automóviles el año que viene, cuando sea sede de los Juegos Olímpicos.
La preocupación por la inflación y el descontento social, que impidieron al gobierno liberar los precios del combustible, también atentan contra los planes de Beijing de mejorar su eficiencia energética.
Permitir que el mercado controle los precios del combustible fomentará su uso eficiente, según expertos.
El país está rezagado respecto de su objetivo declarado de hacer un uso más efectivo de la energía y de utilizar 20 por ciento menos de combustible para 2010.
Al proponer una reducción de cuatro por ciento en el uso por unidad de producto interno bruto, el año pasado, China sólo logró una reducción 1,3 por ciento.