Los títulos con que la prensa internacional informó sobre la suspensión de Pakistán de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth) ocultan algunos de los matices de la medida.
Esos matices encierran las considerables discrepancias que salieron a la superficie en la reunión del Grupo de Acción Ministerial de la Commonwealth que tomó la medida, celebrada en el marco de la cumbre del bloque que concluirá este sábado en Kampala.
El Grupo también reafirmó en la capital de Uganda "su fuerte compromiso a seguir comprometido con Pakistán como valioso miembro de la Commonwealth, y a trabajar para ayudar en el retorno de la democracia en ese país".
Pakistán, por lo tanto, continúa siendo oficialmente miembro de la Commonwealth. Un miembro valioso, a pesar de los títulos.
Gran Bretaña había presionado por dar al presidente pakistaní Pervez Musharraf una oportunidad, al menos hasta enero, para que cumpliera con su promesa de promover elecciones libres y justas.
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El secretario (ministro) de Relaciones Exteriores británico David MIlliband anunció: "Ya se verán los pasos, muy prácticos, que la Commonwealth está resuelta a tomar, incluida una posible misión del Grupo de Acción Ministerial a Pakistán."
Esta negativa a aislar a Pakistán podría ser positiva. "Queremos que la Commonwealth tome acciones contra el gobierno de Pakistán, no contra el pueblo de Pakistán", dijo a IPS Claire Doube, representante de la red internacional de la sociedad civil CIVICUS.
"Después de todo, no es culpa del pueblo que al pueblo se le nieguen sus derechos", consideró.
Musharraf decretó a comienzos de este mes el estado de emergencia y la suspensión de la Constitución. Muchos jueces fueron cesados, y se detuvo a activistas de derechos humanos, dirigentes opositores, periodistas y abogados.
El presidente y general tomó esa medida mientras la Corte Suprema de Justicia se aprestaba a fallar sobre la legalidad de la reelección de Musharraf en octubre, cuestionada porque al mismo tiempo ostentaba el carácter de comandante en jefe del ejército.
Este jueves, jueces simpatizantes de Musharraf que sustituyeron al viejo tribunal supremo confirmaron su reelección.
Musharraf atribuyó la necesidad de decretar el estado de emrgencia a la amenaza del extremismo islámico.
En los últimos días, su gobierno tomó medidas esperanzadoras, dijo Doube. Liberó a detenidos y alivió las restricciones a la prensa, explicó la activista, pero, agregó, debería hacer más para recuperar la membresía plena a la Commonwealth.
El bloque, integrado por Gran Bretaña y otros 52 países que fueron en el pasado colonias suyas, considera que la "suspensión light" posibilita el compromiso del gobierno con la restauración de la democracia.
Pero la visión más pesimista es también la más obvia. Nadie puede decir que Pakistán avanzó entre 1999, cuando Musharraf tomó el poder en un golpe de Estado, y 2004, cuando recuperó la membresía de la Commonwealth con una promesa de restauración democrática que no se cumplió.
Por lo tanto, es difícil prever que el régimen haga ahora algo diferente.
De todos modos, la suspensión implica una pérdida de prestigio internacional. Se trata de un golpe en los nudillos, que no llega a ser una bofetada, pero, de todos modos, es una vergüenza pública.
También puede decirse que los líderes de la Commonwealth democráticamente electos, representantes de un par de miles de millones de personas, se manifestaron contra Musharraf.
La suspensión molesta suficientemente al gobierno de Pakistán como para remitir una carta al Grupo de Acción Ministerial (integrado por Canadá, Gran Bretaña, Malasia, Malta, Papúa-Nueva Guinea, Lesotho, Santa Lucía, Sri Lanka y Tanzania) para rechazar la medida.
Los argumentos pakistaníes convencieron a suficientes integrantes del Grupo de Acción Ministerial, que resolvió evitar medidas más duras hasta la realización de las elecciones, previstas para el 8 de enero próximo.
La suspensión implica la ausencia de Pakistán de las reuniones intergubernamentales de la Commonwealth, incluida la cumbre en curso en Kampala.
Islamabad parece haber anticipado la resolución. El Grupo de Acción Ministerial lo destacó, en el texto que acompañó la medida, al hacer notar la decisión pakistaní de no asistir a la cumbre en Kampala.
La Commonwealth avanza invocando su "solidaridad con el pueblo de Pakistán". Y esa decisión arma al pueblo con un argumento contra el régimen de Musharraf.
Pero "el Grupo de Acción Ministerial reconoce la intención del presidente Musharraf de sacarse el uniforme y lo insta a hacerlo tan pronto como sea posible". Así que la declaración no es tan dura.