PAKISTÁN: Amenazas de juguete desde la Commonwealth

Cancilleres de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth) advirtieron al dictador pakistaní Pervez Musharraf que, de mantener el estado de emergencia, su país sería suspendido parcialmente del grupo.

Pero se trata de una amenaza a medias.

El Grupo de Acción Ministerial de la Commonwealth, integrado por nueve cancilleres, advirtió a Pakistán que podría ser suspendido, aunque no del todo, según aclaró en una declaración.

La precisión no es menor.

Pakistán ya estuvo suspendido entre 1999 y 2004, pero participó en los Juegos de la Mancomunidad realizados en Manchester en 2002 y siguió ejerciendo su membresía en otros aspectos. La suspensión sólo lo dejó fuera de algunos órganos de decisión, como el propio Grupo de Acción Ministerial.
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Las profundas discrepancias entre los ministros impidieron que la advertencia del lunes fuera más contundente.

Los nueve países del Grupo de Acción Ministerial son Malta, que lo preside, Canadá, Gran Bretaña, Malasia, Lesotho, Papúa-Nueva Guinea, Santa Lucía, Sri Lanka y Tanzania.

La Mancomunidad Británica de Naciones es un grupo de 53 naciones que formaron parte del otrora imperio británico, salvo Mozambique.

Gran Bretaña estuvo definitivamente en contra de suspender a Pakistán, según trascendidos.

Los cancilleres de las naciones más pequeñas se pronunciaron en favor de la suspensión, y arguyeron que, tras la firmeza exhibida por la Commonwealth desde 2003 frente al presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, la alianza se mostraba blanda hacia el general Musharraf.

Tras la reunión, varios participantes reconocieron que se había tenido que soportar momentos tormentosos. El ministro de Relaciones Exteriores de Malta, Michael Frendo, admitió que "había presidido reuniones más fáciles".

Por su parte, el secretario general de la Mancomunidad, el neocelandés Don McKinnon, reconoció que debió "engatusar" a algunos cancilleres para alcanzar un consenso.

El comunicado exige a Musharraf tomar cinco medidas antes del 22 de este mes, cuando el Grupo de Acción Ministerial se volverá a reunir en Kampala, en la víspera de la cumbre de la Mancomunidad, que se celebrará del 23 al 25.

Musharraf debe revocar el estado de emergencia y restablecer la plena vigencia de la Constitución y mantener la independencia del Poder Judicial; renunciar a su cargo de comandante del ejército; liberar a dirigentes políticos, activistas, abogados y periodistas detenidos; dejar de controlar la prensa, e iniciar el proceso hacia elecciones libres y justas.

Hay una omisión significativa en la lista de exigencias. Nada impide que Musharraf sea aceptable para la comunidad como presidente, si renuncia a ser jefe del ejército.

El acuerdo también da lugar a la negociación de un convenio con la líder del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), Benazir Bhutto, para que pueda convertirse en primera ministra con Musharraf como presidente.

Hasta ese punto, el pedido británico en el marco del Grupo de Acción Ministerial se ajustaba al arreglo que impulsa Washington en Pakistán.

Tanto Musharraf como Bhutto son considerados aliados naturales de Washington en su "guerra contra el terrorismo" y la Commonwealth dijo o hizo poco hasta ahora para evitar inmiscuirse en los planes promovidos por la Casa Blanca.

Hubo numerosas iniciativas aparentes contra Bhutto y declaraciones críticas contra uno y otro, pero muchos analistas en Pakistán consideran que se trata de pseudodiferencias que se hacen públicas para ganar credibilidad, en tanto se encubren negociaciones secretas.

Gracias a la tradición de la Commonwealth de adoptar una postura por consenso y no someterla a votación, los países más pequeños lograron al menos que se fijara una fecha límite y algunas medidas más o menos fuertes.

Esas naciones lograron resistir el pedido de Gran Bretaña de darle plazo a Musharraf hasta enero antes de endurecer las medidas contra su régimen.

Tras la reunión de jefes de gobierno de la Commonwealth realizada en Malta en 2005, el grupo, haciendo gala de una paciencia generosa, dio plazo a Musharraf hasta el 15 de este mes para elegir entre los cargos de jefe del ejército y presidente.

También optó por nunca negarle la posibilidad de llegar a la presidencia, aunque la forma fuera mediante un golpe de Estado.

El Grupo de Acción Ministerial añadió el lunes una semana más al plazo previsto en aquel momento.

Pero muy pocos creen que Musharraf vaya a abandonar su cargo al frente del ejército en 10 días sólo porque la comunidad británica así lo quiere.

McKinnon estuvo en Islamabad entre el 19 y el 21 de septiembre para urgir a Musharraf a que encamine el proceso democrático y los llamados principios de Harare, acordados en la cumbre de la Mancomunidad realizada en la capital de Zimbabwe en 1991.

La declaración reconoce la importancia especial de los derechos humanos, de la ética democrática, la equidad de género, el desarrollo sustentable y la protección del ambiente.

Eso no impidió a Musharraf imponer la ley marcial y el estado de emergencia.

Tampoco lo acobardó la amenaza de suspensión o de suspensión parcial de la comunidad.

No queda muy claro qué perdió exactamente Pakistán durante su periodo de suspensión entre 1999 y 2004, ni tampoco qué ganó el bloque.

Cualesquiera sean las posiciones declaradas de la Mancomunidad Británica de Naciones, en 1991 o después, su actual postura hacia Pakistán permite que Musharraf se una al ejército, dé un golpe de Estado y se jubile como presidente.

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