México se enfila hacia el despeñadero, advertían la izquierda y no pocos analistas políticos cuando asumió el gobierno el conservador Felipe Calderón. Un año después, el panorama es otro y el mandatario se ubica entre los cinco mejor evaluados de América Latina.
Aunque la oposición izquierdista mantiene su denuncia de que un fraude le birló la presidencia de México en las elecciones de julio de 2006 a su candidato, Andrés López Obrador, y que Calderón es un mandatario "espurio", las cuatro evaluaciones trimestrales de la encuestadora local Mitofsky dieron la aprobación al gobierno en 62 por ciento de los consultados en promedio.
Mitofsky, que realiza mensualmente 1.000 entrevistas en viviendas, ubica a Calderón, quien asumió el cargo el 1 de diciembre de 2006, como el tercer mejor mandatario de América Latina, sólo por debajo de su par centroizquierdista Néstor Kirchner, de Argentina, y el derechista Álvaro Uribe, de Colombia.
Tal posición se desprende de un comparativo de diversas encuestas realizadas en América Latina con fin de consultas en septiembre.
El informe 2007 de Latinobarómetro, difundido a mediados de noviembre y que se alimenta de encuestas en toda la región, pone en cambio a Calderón como el quinto mejor evaluado en un lista de 12 mandatarios, encabezada por el izquierdista Luiz Inácio Lula Da Silva, presidente de Brasil, y tiene en el último lugar a su homólogo Fidel Castro, de Cuba.
En contraste con la aceptación alcanzada por Calderón, el ex candidato López Obrador, proclamado "presidente legítimo" por sus partidarios del Partido de la Revolución Democrática (PRD), perdió gran parte del apoyo que llegó a tener en julio de 2006, cuando perdió las elecciones por menos de un punto porcentual de los votos.
"Dependiendo la vara con que se mida, el primer año de Calderón podría evaluarse entre bueno o pésimo. La evidencia dura indica, sin embargo, que el país está más o menos en paz, que no hay atisbos de crisis políticas o económicas y que hay un gobierno que ejerce el poder y que sabe negociar sin estridencia", dijo el politólogo y profesor universitario Esteban Escalante.
Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN), pactó con legisladores una reforma del régimen de pensiones de los trabajadores del Estado, cambios constitucionales a leyes electorales y modificaciones en cuestiones de hacienda. Se trata de acuerdos de envergadura que no se habían registrado en los últimos 12 años.
Los convenios alcanzados "son la muestra de que hemos logrado transitar por el borde del caos y que hemos sobrevivido", opinó Macario Schettino, director de investigación y programas doctorales en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Sin hacer mucho ruido, el gobierno logró que una parte del izquierdista PRD, cuyo líder López Obrador se niega a reconocer legitimidad a Calderón, negocie reformas en su calidad de segunda fuerza legislativa, detrás del PAN, y que el tradicional Partido Revolucionario Institucional, la tercera fuerza, se mantenga como uno de sus aliados.
A diferencia del ex presidente Vicente Fox (2000-2006), también del PAN, Calderón consiguió moverse entre opositores, pero sin llamar la atención ni aparecer con frecuencia en los medios de comunicación.
Gracias a los antecedentes del mandatario como legislador, en el último año "se ha negociado mucho, se ha cuidado el lenguaje y se ha mostrado apertura para encauzar las exigencias de otros. De ese complejo diálogo ya han salido frutos (…), y el vehículo de la política ha empezado a moverse de nuevo", opinó Jesús Silva-Herzog, columnista del diario Reforma.
En el frente externo, donde Fox tuvo duro roces con los gobiernos de Cuba y Venezuela y algunos choques con Chile, Argentina y Brasil, el actual presidente Calderón logró sanar las heridas y calló los cuestionamiento ideológico o en materia de derechos humanos que su antecesor presentaba contra otros países.
Pero con Estados Unidos, donde viven 11 millones de mexicanos, seis millones de ellos sin documentos, no logró encauzar ninguna propuesta en materia migratoria y su plan de recibir mayor ayuda para el combate contra el narcotráfico está lejos de aprobarse en el Congreso legislativo del vecino país del norte.
No obstante, ha sido felicitado periódicamente por Washington por utilizar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra el tráfico de drogas, extraditar a líderes de ese negocio que estaban encarcelados en México y hacer históricos decomisos de cocaína, marihuana, dinero sucio y armas.
El uso de militares, un cuerpo no entrenado par realizar tareas policíacas, cosechó fuertes críticas de organizaciones humanitarias, que denunciaron casos de abusos, violaciones sexuales y asesinatos.
Aunque el negocio del tráfico de drogas no muestra atisbos de haber sido derrotado, la mayoría de la población mexicana está satisfecha con el trabajo del gobierno en este campo, según encuestas.
En cuanto a la economía del país, donde no se presenta una crisis desde 1994, la situación camina sin sobresaltos mayores: la moneda nacional sigue estable frente al dólar, la inflación baja y el manejo fiscal sin déficit.
Sin embargo, la economía en general crece poco y se espera un avance menor a 3,5 por ciento en este año, uno de los más bajos índices en América Latina.
La principal promesa de Calderón en la campaña electoral fue crear entre un millón y 1,2 millones de empleos por año, meta que no alcanzó al cumplir su primer aniversario en el gobierno.
Datos oficiales aseguran que se crearon 825.000 puestos de trabajo en el último año, pero las organizaciones empresariales sostienen que la mayoría de esos empleos ya existían y que no habían sido considerados en las estadísticas oficiales.
Además, estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México advierten que 54 por ciento de los empleos que se crean cada año en el país son eventuales y que 55 por ciento de la población ocupada tiene hoy salarios menores a los 470 dólares mensuales.
En el ámbito social, la lucha contra la pobreza se mantuvo este año bajo los lineamientos trazados desde hace una décadas: programas de asistencia en alimentos, salud y dinero que están condicionados a que los beneficiarios mantengan a sus hijos en las escuelas y a que participen de cierto tipo de actividades dirigidas a darles mayores capacidades productivas.
Según los últimos estudios gubernamentales, 13,8 por ciento de los 104 millones de mexicanos sufren pobreza "alimentaria", un rubro que incluye a las personas que no pueden cubrir sus necesidades de alimentación básicas y que reciben hasta 1,6 dólares diarios en el área rural y hasta 2,2 dólares en las zonas urbanas.
En cuanto a pobreza "patrimonial", se ubica en esa situación 42,6 por ciento de la población (dentro de este grupo se incluye al de pobreza alimentaria). En esta categoría están quienes reciben hasta 3,6 dólares diarios en el área rural y hasta 5,5 dólares en las urbes.
Las cifras oficiales indican que el porcentaje de la población pobre disminuyó en el periodo 2000-2006 de 53,6 por ciento a 42,6 por ciento. En los últimos tres años y por primera vez desde las mediciones que se hacen desde los años 50, la pobreza afecta a menos de la mitad de los habitantes de México.