FÚTBOL-AMÉRICA DEL SUR: El juego de la vida

El fútbol puede traer alegría y a veces llevar al éxtasis o bien causar enojo y hasta violencia, pero hay una versión callejera solidaria que valora comportamientos y pone la mira en la inserción social. Es el caso del II Encuentro Sudamericano iniciado este lunes en la capital paraguaya.

Selecciones de nueve países sudamericanos, más un invitado europeo y otro africano, participan en Asunción de un torneo en el cual, según los organizadores, el balón es tan solo una excusa para promover valores más importantes que un simple resultado deportivo.

En el fútbol callejero no hay árbitros y las tarjetas amarilla (amonestación) y roja (expulsión) no existen. Es que los jugadores deben resolver las discrepancias del partido a través del diálogo, un proceso que facilitan los llamados "monitores deportivos", que tienen como misión recordar a los participantes el espíritu del juego y mediar en la resolución de jugadas complicadas.

A diferencia del fútbol profesional, donde las mujeres sólo tienen lugar en las tribunas de los estadios, en el callejero los equipos son mixtos. Como mínimo, debe haber una jugadora por cada equipo.

También difiere en un aspecto central: el que hace más goles no necesariamente resulta ganador del juego en este caso, pues importan otras cosas más que un buen rendimiento deportivo. Los equipos pactan previamente acuerdos de convivencia y se obtienen puntos a lo largo de la partida por buena conducta, fair play (juego limpio) y respeto mutuo.
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Por ejemplo, una selección que pierde un partido, en lugar de quedarse con las manos vacías, suma puntos si jugó bien, respetó las reglas y tuvo una buena conducta en la cancha. Existe un tercer tiempo, donde se discute y se puntúa al equipo más solidario o al que menos faltas cometió.

"Pretendemos usar el deporte para entender la vida, y que ese sea un espacio para ir construyendo una mejor calidad de vida en los jóvenes", explicó a IPS Luis Ramírez, director general de la organización no gubernamental Centro para el Desarrollo de la Inteligencia (CDI), que forma parte de la Red Sudamericana de Fútbol Callejero.

La red está compuesta por 350 organizaciones que aglutinan a más de 18.000 jóvenes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Paraguay, Uruguay, Ecuador y Perú. En este torneo sudamericano también participarán una delegación de Sudáfrica y otra de Alemania, como invitadas especiales.

El encuentro cuenta con el apoyo del movimiento Football for Hope (Fútbol por la Esperanza), que promueve la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) y es parte de la red global Streetfootballworld, que reúne a más de 250.000 jóvenes en todo el mundo.

La versión paraguaya del fútbol callejero se llama "Partidí", diminutivo de la expresión ‘partidito’, con el que se identifica el encuentro deportivo con pocas reglas que surge de manera espontánea en los barrios, y que se juega entre amigos, generalmente los fines de semanas.

El CDI implementó el proyecto Partidí por primera vez en 2005 en una comunidad de Asunción llamada Bañado Sur, en la ribera del río Paraguay, donde la mayoría de la población vive en la pobreza, y la violencia y la marginalidad son moneda corriente.

Gerardo Niela, uno de los coordinadores del proyecto, explicó a IPS que en estos años de trabajo se ha producido un cambio notable en los niños, niñas y adolescentes de la comunidad. "Se reduce la violencia en el juego, aumenta el interés por la escuela y se incrementa el respeto hacia la mujer", ejemplificó.

"La incorporación de la mujer a la vida es importante. Se adquiere una relación de igual a igual con los varones. Esos son indicadores fundamentales en cuanto a la esencia de lo que queremos lograr", agregó.

El imán inexplicable que el balón de fútbol, el deporte más popular del mundo, genera en todas las edades es la herramienta esencial para promover entre los niños y jóvenes participantes del proyecto otro tipo de valores, como el rechazo a la droga y el alcohol, el incentivo para retornar a los estudios, el cuidado del cuerpo y el interés por la comunidad.

"Me gusta mucho el fútbol y veía que había mucha agresividad. Y después apareció esto del fútbol callejero y me enganché", contó a IPS Luis Enrique Giménez, de 18 años, quien se involucró en el proyecto en 2004 junto a otros amigos del barrio Santa Ana, en la periferia de Asunción.

Giménez es el actual director técnico de la selección nacional paraguaya, integrada por siete varones y dos mujeres, y tiene como misión defender el título de campeón sudamericano que obtuvo en el I Sudamericano realizado en noviembre de 2005 en Buenos Aires.

Su experiencia lo avala. Además de haber integrado la selección ganadora en aquella oportunidad, este joven también participó del I Mundial de Fútbol Callejero, que se organizó el año pasado en Alemania, en paralelo a la Copa Mundial de la FIFA.

"Hace un mes que venimos entrenando cada sábado", cuenta Giménez, aunque aclara que lo importante de este torneo no es ganar "sino aprender". "No importa que perdamos, sino que aprendamos a autocontrolarnos y aprender a respetar al compañero. Lo lindo es la experiencia, conocer a la gente y otras culturas", reflexionó.

Cada certamen, nacional o internacional, tiene un lema, y el Sudamericano para este encuentro "Todos juegan. Todos ganan".

Además del deporte, se programaron actividades artísticas, un seminario denominado "Fútbol y Transformación Social", una feria de proyectos y un festival de folclore latinoamericano como clausura.

El abanderado del fútbol callejero en la región y a nivel mundial es la argentina Fundación Defensores del Chaco, que nació hace 12 años en el distrito de Moreno, a 35 kilómetros de Buenos Aires.

"Empezamos en una esquina, con 12 jóvenes que estaban ahí, dejando pasar la vida. Es así que surge la posibilidad de que el barrio empiece a acompañarlos y a organizarse", contó a IPS Fernando Leguiza, coordinador nacional de Fútbol Callejero de Argentina y miembro de la Fundación.

"Allí existía la peor de las drogas, la apatía", recuerda. A través de la organización y la iniciativa, esos jóvenes lograron transformar un predio baldío utilizado como basural clandestino en un centro cultural, con tres salas para talleres y un teatro para 250 personas, con un espacio deportivo con cancha de medidas profesionales y un Centro de Apoyo Legal Comunitario.

Los promotores del fútbol callejero entienden el deporte como un proceso educativo.

"Queremos formar actores sociales, que sean buenos en el deporte, pero que por sobre todo quieran influir en la sociedad. Lo que nosotros decimos es: está bien la competencia, mirada desde el lugar de un intercambio con el otro. Nosotros no jugamos contra el otro sino con el otro. Es ir rompiendo paradigmas y creando una nueva cultura", agregó Leguiza.

El fútbol callejero tiene múltiples aplicaciones. Mientras en América Latina se trabajan temas como la pobreza y la exclusión, en Europa la metodología se aplica para promover, por ejemplo, la inserción de los inmigrantes.

En Alemania, el proyecto Kickfair que se inició en el 2001 busca a través del fútbol la integración de las comunidades de inmigrantes a la sociedad.

"Se busca que a través del juego los participantes trabajen en equipo, con espíritu fraterno, desarrollando sus capacidades individuales y teniendo en cuenta por sobre todas las cosas valores como el respeto, la amistad y la cooperación", explicó a IPS Steffi Biester, coordinadora del proyecto.

La selección alemana está compuesta por sólo tres jugadores, aunque su suerte ya está echada, porque por el solo hecho de participar ya ganan.

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